"Ventana abierta"
Mensaje "Urbi et Orbi" del papa Francisco en Domingo de Resurrección
Infovaticana. 16 - Abril - 2017
“Hoy, en todo el mundo, la Iglesia
renueva el anuncio lleno de asombro de los primeros discípulos: ¡Jesús ha
resucitado! Era verdad, ha resucitado el Señor, como había dicho”.
Comienza con estas palabras,
tomadas de los Evangelios de San Lucas y de San Mateo, el Mensaje Pascual que
el Papa Francisco dirigió este domingo 16 de abril 2017 desde el balcón central
de la Basílica de San Pedro.
Después de celebrar la Santa
Misa de Pascua y de recorrer en automóvil la plaza de San Pedro repleta de
fieles y transformada en jardín florido, símbolo de la alegría por la
Resurrección de Cristo, el Pontífice explicó que la antigua fiesta de Pascua,
memorial de la liberación de la esclavitud del pueblo judío, alcanza aquí su
cumplimiento, porque Jesucristo “el Buen Pastor nos ha liberado del pecado”.
Asegurando que en toda época
de la historia el Pastor Resucitado “no se cansa de buscarnos” el Obispo de
Roma subrayó que “también hoy, Él toma sobre sus hombros a nuestros hermanos
oprimidos por tantas clases de mal”: a quien sufre la soledad y la marginación,
a cuantos son víctimas de trabajos inhumanos, tráficos ilícitos, explotación y
discriminación o graves dependencias. El Pastor Resucitado lleva también sobre
sus hombros a los niños y a los adolescentes explotados y a “quien tiene el
corazón herido por las violencias que padece dentro de los muros de su propia
casa” – afirmó el Papa – y se transforma en “compañero de camino” de
emigrantes forzados, que han dejado sus tierras a causa de conflictos armados,
terrorismo o carestías”.
Francisco dirigió un
pensamiento especial a las poblaciones de Siria, Sudán del Sur, Somalia,
República Democrática del Congo, Ucrania que sufren conflictossin fin y deseó
paz para todo el Oriente Medio, en especial para Tierra Santa, Irak y Yemen.
Sin olvidar a América Latina, marcada por tensiones políticas y sociales, para
que Jesús Resucitado “sostenga los esfuerzos de quienes se comprometen por el bien
común”. Que Jesús Resucitado, pidió también el Santo Padre, “done a los
representantes de las Naciones el valor de evitar que se propaguen los
conflictos y se acabe con el tráfico de armas”. Finalmente, el corazón del Papa
fue al continente europeo deseando que el Señor Resucitado dé esperanza a quien
sufre la falta de trabajo, en particular a los jóvenes.
Concluyendo su Mensaje y
antes de impartir su bendición Urbi et Orbi, es decir a la Ciudad de Roma y al
mundo, el Pontífice recordó que hoy, los cristianos de todas las confesiones
celebran juntos la Pascua y así – dijo – resuena a una sola voz en toda la
tierra el anuncio más hermoso: ¡Era verdad, ha resucitado el Señor!
Texto completo del
Mensaje Pascual del Papa Francisco y bendición Urbi et Orbi
Queridos hermanos y
hermanas,¡Feliz Pascua!
Hoy, en todo el mundo, la
Iglesia renueva el anuncio lleno de asombro de los primeros discípulos: Jesús
ha resucitado — Era verdad, ha resucitado el Señor, como había dicho (cf. Lc
24,34; Mt 28,5-6).
La antigua fiesta de Pascua,
memorial de la liberación de la esclavitud del pueblo hebreo, alcanza aquí su
cumplimiento: con la resurrección, Jesucristo nos ha liberado de la esclavitud
del pecado y de la muerte y nos ha abierto el camino a la vida eterna.
Todos nosotros, cuando nos
dejamos dominar por el pecado, perdemos el buen camino y vamos errantes como
ovejas perdidas. Pero Dios mismo, nuestro Pastor, ha venido a buscarnos, y para
salvarnos se ha abajado hasta la humillación de la cruz. Y hoy podemos
proclamar: «Ha resucitado el Buen Pastor que dio la vida por sus ovejas y se
dignó morir por su grey. Aleluya» (Misal Romano, IV Dom. de Pascua, Ant. de la
Comunión).
En toda época de la
historia, el Pastor Resucitado no se cansa de buscarnos a nosotros, sus
hermanos perdidos en los desiertos del mundo. Y con los signos de la Pasión
—las heridas de su amor misericordioso— nos atrae hacia su camino, el camino de
la vida. También hoy, él toma sobre sus hombros a tantos hermanos nuestros
oprimidos por tantas clases de mal.
El Pastor Resucitado va a
buscar a quien está perdido en los laberintos de la soledad y de la
marginación; va a su encuentro mediante hermanos y hermanas que saben acercarse
a esas personas con respeto y ternura y les hacer sentir su voz, una voz que no
se olvida, que los convoca de nuevo a la amistad con Dios.
Se hace cargo de cuantos son
víctimas de antiguas y nuevas esclavitudes: trabajos inhumanos, tráficos
ilícitos, explotación y discriminación, graves dependencias. Se hace cargo de
los niños y de los adolescentes que son privados de su serenidad para ser
explotados, y de quien tiene el corazón herido por las violencias que padece
dentro de los muros de su propia casa.
El Pastor Resucitado se hace
compañero de camino de quienes se ven obligados a dejar la propia tierra a
causa de los conflictos armados, de los ataques terroristas, de las carestías,
de los regímenes opresivos. A estos emigrantes forzosos, les ayuda a que
encuentren en todas partes hermanos, que compartan con ellos el pan y la
esperanza en el camino común.
Que en los momentos más
complejos y dramáticos de los pueblos, el Señor Resucitado guíe los pasos de
quien busca la justicia y la paz; y done a los representantes de las Naciones
el valor de evitar que se propaguen los conflictos y de acabar con el tráfico
de las armas.
Que en estos tiempos el
Señor sostenga en modo particular los esfuerzos de cuantos trabajan activamente
para llevar alivio y consuelo a la población civil de Siria, víctima de una
guerra que no cesa de sembrar horror y muerte. Que conceda la paz a todo el
Oriente Medio, especialmente a Tierra Santa, como también a Irak y a Yemen.
Que los pueblos de Sudán del
Sur, de Somalia y de la República Democrática del Congo, que padecen conflictos
sin fin, agravados por la terrible carestía que está castigando algunas
regiones de África, sientan siempre la cercanía del Buen Pastor.
Que Jesús Resucitado
sostenga los esfuerzos de quienes, especialmente en América Latina, se
comprometen en favor del bien común de las sociedades, tantas veces marcadas
por tensiones políticas y sociales, que en algunos casos son sofocadas con la
violencia. Que se construyan puentes de diálogo, perseverando en la lucha
contra la plaga de la corrupción y en la búsqueda de válidas soluciones
pacíficas ante las controversias, para el progreso y la consolidación de las
instituciones democráticas, en el pleno respeto del estado de derecho.
Que el Buen Pastor ayude a
ucraniana, todavía afligida por un sangriento conflicto, para que vuelva a
encontrar la concordia y acompañe las iniciativas promovidas para aliviar los
dramas de quienes sufren las consecuencias.
Que el Señor Resucitado, que
no cesa de bendecir al continente europeo, dé esperanza a cuantos atraviesan
momentos de dificultad, especialmente a causa de la gran falta de trabajo sobre
todo para los jóvenes.
Queridos hermanos y
hermanas, este año los cristianos de todas las confesiones celebramos juntos la
Pascua. Resuena así a una sola voz en toda la tierra el anuncio más hermoso:
«Era verdad, ha resucitado el Señor». Él, que ha vencido las tinieblas del
pecado y de la muerte, dé paz a nuestros días. Feliz Pascua.
Después de la
bendición Urbi et Orbi el Santo Padre dirigió el saludo pascual:
Queridos hermanos y
hermanas,
Dirijo mi deseo de Buena
Pascua a todos ustedes, quienes están reunidos aquí, procedentes de Italia y de
otros países, así como a cuantos están unidos a través de los diferentes medios
de comunicación. Que el anuncio pascual de Cristo Resucitado pueda reavivar las
esperanzas de sus familias y de sus comunidades, en especial de las nuevas
generaciones, futuro de la Iglesia y de la humanidad.
Un agradecimiento especial a
quienes han donado y a quienes han colocado las decoraciones florales, que
también este año provienen de diferentes países.
Que puedan sentir cada día
la presencia del Señor Resucitado, y compartir con los otros la alegría y la
esperanza que Él nos dona. Por favor, no se olviden de rezar por mí. Buena
fiesta y ¡hasta la vista!
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