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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

miércoles, 15 de noviembre de 2017

El silencio de Dios

"Ventana abierta"


El silencio de Dios


"Cuenta una antigua Leyenda Noruega, acerca de un hombre llamado Haakon, encargado de cuidar una ermita en la que había una cruz muy antigua a la que acudía la gente para orar con mucha devoción a Cristo.
Un día el ermitaño Haakon, se arrodillo ante la cruz y dijo: 
- Señor, quiero padecer por ti. Déjame ocupar tu lugar, quiero reemplazarte en la cruz.
El Señor abrió sus labios y habló. Sus palabras cayeron de lo alto, susurrantes y amonestadoras: 
- Amado hijo, accedo a tu deseo, pero ha de ser con una condición. 
- ¿Cuál, Señor?, preguntó Haakon. ¿Es una condición difícil?  !Estoy dispuesto a cumplirla con tu ayuda, Señor!, respondió el viejo ermitaño.
- Escucha: 
suceda lo que suceda y veas lo que veas, has de permanecer siempre en silencio.
- Haakon contestó: 
Os, lo prometo, Señor! 
Y se efectuó el cambio.
Nadie advirtió el cambio. Nadie reconoció al ermitaño, colgado en la cruz. El Señor ocupaba el puesto de Haakon. Y éste por largo tiempo cumplió el compromiso. A nadie dijo nada.
Pero un día, llego un rico y al irse después de haber orado, se olvidó su billetera.Haakon lo vio y calló.
Dos horas después vino un pobre, vio la billetera y se la quedó.
Tampoco dijo nada cuando un muchacho se postró ante él poco después para pedirle su bendición antes de emprender un largo viaje.   
En ese momento volvió a entrar el rico en busca de su billetera. Al no encontrarla, pensó que el muchacho se la había apropiado. 
El rico se dirigió al joven y le dijo acusadoramente:
- !Dame la billetera que me has robado!
 El joven sorprendido, replicó: 
- ¡No he robado nada! 
- ¡No mientas, devuélvemela enseguida!
- ¡Le repito que no he tomado ninguna billetera!, afirmó el muchacho. 
El rico arremetió furioso contra él. Pero en ese instante, se escucho una fuerte voz: 
¡Detente!  
El rico miró hacia arriba y vio que la imagen le hablaba. 
Haakon, que no pudo permanecer en silencio, gritó, defendió
al joven, increpó al rico por la falsa acusación. 
El rico se quedó anonadado y salió de la ermita. 
El joven salió también porque tenía prisa para emprender su viaje. 
      Cuando la ermita se quedó a solas, Cristo se dirigió a su siervo y le dijo: 
- Baja de la Cruz. No sirves para ocupar mi puesto. No has sabido guardar silencio.    
- Señor, - dijo Haakon - ¿Cómo iba a permitir esa injusticia?
Cambiaron de nuevo el puesto. Jesús ocupó la cruz de nuevo y el ermitaño se quedó allí de pie. 
  El Señor, siguió hablando: 
- Tú no sabías que al rico le convenía perder la bolsa, pues llevaba en ella el precio de la virginidad de una joven mujer.
El pobre, por el contrario, tenía necesidad de ese dinero e hizo bien en llevárselo.
 En cuanto al muchacho que iba a ser golpeado, sus heridas le hubiesen impedido realizar el viaje que para él resultaría fatal. 
En este momento acaba de hundirse el barco y él ha perdido la vida. Tú no sabias nada. Yo sí. Por eso callo. Y el Señor nuevamente guardó silencio. 
Muchas veces nos preguntamos ¿por qué razón Dios no nos contesta....? 
¿Por qué se queda callado Dios?          
Muchos de nosotros quisiéramos que Él nos respondiera lo que deseamos oír pero... Dios no es así. Dios nos responde aún con el silencio. 
Debemos aprender a escucharlo. Su divino silencio, son palabras destinadas a convencernos de que, Él sabe lo que está haciendo, en su silencio nos dice con amor:
"Calla en presencia de Dios, y espera paciente a que actúe; no te enojes por causa de los que prosperan, ni por los que hacen planes malvados".

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