Como al cabo de algún tiempo no paraba de quejarse de que seguía pecando y no le eran de provecho alguno aquellas oraciones, el religioso le dijo:
Ven y ayúdame a levantar aquel costal de trigo que se le ha caído a esa mula.
Cogió el hombre por un lado y el sacerdote por otro, y cuanto más tiraba el pecador para arriba, más tiraba el religioso para abajo:
¿Cómo lo vamos a levantar de esta manera? -Preguntó el hombre.
Pues igual haces tú -respondió el religioso- cuando pido a Dios que te libre de tus pecados, tú sigues tirando hacia abajo".
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