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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

jueves, 30 de noviembre de 2017

Dos hermanos. Cuento sobre la bondad .

"Ventana abierta"


Dos hermanos


Cuando su padre murió, dos hermanos, llamados Jacinto y Rosendo, heredaron sus tierras. Para obrar con prudencia las dividieron en partes iguales y cada uno se dedicó a las tareas de labranza y cultivo del maíz.

Pasaron los años. Jacinto se casó y tuvo seis hijos. Rosendo permaneció soltero. A veces no podía dormir pensando algo que le preocupaba. "No es justo que estas tierras estén divididas a la mitad. Jacinto tiene seis hijos que debe alimentar, vestir y educar. Yo no tengo familia, el necesita más maíz que yo".

De este modo, una madrugada decidió ir a su propio depósito. Tomó cuatro pesados costales y cargándolos, atravesó la colina que separaba su rancho del de Jacinto. Entró a escondidas al depósito de éste y allí los dejó. Rosendo regresó a su casa pensando, feliz, que sus sobrinos estarían mejor. Durmió profundamente.

Por aquellos días Jacinto también estaba preocupado: "No es justo que estas tierras estén divididas a la mitad. Rosendo no tiene familia. Cuando yo llegue a viejo mis seis hijos nos cuidaran a mi esposa y a mí. Pero a él ¿Quién le dará sustento? Debería tener más maíz que yo para vivir tranquilo en su ancianidad" -pensaba.
De este modo, en la misma madrugada, pero a una hora distinta, tomó cuatro costales de maíz. Cargándolos, los llevó y los dejó en el depósito de Rosendo.

Regresó a su casa pensando, feliz, que su hermano estaría mejor. Durmió profundamente.
Al día siguiente uno y otro quedaron sorprendidos al comprobar que tenían la misma cantidad de maíz que la noche anterior.

Cada uno, por su lado, pensó: "tal vez no llevé la cantidad que supuse. Esta noche llevaré más" Y así lo hicieron aquella madrugada.

Cuando salió el sol se sintieron más perplejos que antes pues hallaron la misma cantidad de siempre, ni un costal menos. "¿Qué está pasando?" -se decía cada uno- "¿Acaso lo soñé?". Decidido a no caer en la misma situación Rosendo llenó un pequeño carro con doce costales. Jacinto hizo lo mismo. Con dificultades, fueron tirando de él por la colina, antes de apuntar el alba.

Cada uno subía por su lado de la colina. Cuando Rosendo se hallaba casi en la cima alcanzó a ver una silueta bajo la luz de la Luna, que venía de la otra dirección. A Jacinto le pasó lo mismo ¿De quién podría tratarse? ¿Era, tal vez, un cuatrero? ¿Se trataba, quizás, de un forajido?

Cuando los dos hermanos se reconocieron entendieron qué había pasado. Durante las noches anteriores sólo habían estado intercambiando costales de maíz entre un deposito y otro. Sin decir palabras dejaron sus cargas a un lado y se dieron un largo y fuerte abrazo.

 (Adaptación de un cuento judío)

Mensaje: Para practicar la bondad, no actúes de manera automática en ningún caso. Aunque sea por unos instantes haz un alto y reflexiona sobre lo que ocurre a tu alrededor, en tu casa, en tu escuela, en tu trabajo, en tu país. Si sientes el impulso de ayudar, hazlo. Prepárate para recibir, y aceptar, la bondad de los demás. Si alguien te ofrece su ayuda acéptala.

Autor: Joaquín García L.

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