"Ventana abierta"
No es una caja de galletas.
5 - Febrero - 2012.
Del sacerdote dominico Fco J. Rodríguez Fassio.
¿No han sentido ustedes nunca esa impresión curiosa de estar en una habitación que creíamos que estaba sola y encontrar que hay otra persona que está allí y nos está mirando?
¿O dos personas que están hablando en una habitación, que creen también vacía, y de pronto se dan cuenta que hay otra persona allí?
De pronto te das cuenta que la presencia de la otra persona hace que tenga que cambiar tu manera de estar y de actuar, porque la tienes que tener en cuenta.
Esto viene a cuento -nos instruye el sacerdote dominico Fco. José Rodríguez Fassio- porque creo que se está perdiendo el sentimiento cristiano de la presencia del Señor en la Eucaristía, en el Sagrario.
Cada vez es más raro que cuando estamos en una Iglesia, veamos a las personas que al cruzar por delante del Sagrario hagan una inclinación, una genuflexión, o personas que estén rezando en silencio delante del Señor.
Se está convirtiendo el templo en un lugar de encuentro, de charla, de hablar en alto, de saludarse, cosas muy importantes, pero que revelan quizás poco sentido de la presencia del Señor en la Eucaristía.
Cuentan de un musulmán que preguntaba a un cristiano:
"¿De verdad, de verdad, de verdad creen ustedes que Jesús está en el Sagrario?, porque si es así, ¿en qué se nota y cómo lo tratan?".
Sí, a veces da la sensación de que los cristianos somos ateos prácticos, no acabamos de creer en la realidad de lo que creemos, y se nos ve en las maneras de estar y de actuar.
Después nos quejaremos de que sentimos a Dios lejos, de que sentimos a Dios silencioso, de que parece que no nos atiende, cuando somos nosotros los que no procuramos establecer el encuentro con el Señor presente.
De cierto me dirán que Dios está también en el corazón de cada uno de nosotros, que está en cada una de las personas, que está en nuestro mundo; pero si no tenemos sensibilidad para la presencia del Señor en el silencio, en los momentos especiales de intimidad, ¿cómo vamos a tener esa sensibilidad cuando los jaleos de la vida o las ocupaciones diarias hacen que estemos más distraídos?
Si practicásemos ese encuentro, en silencio, de tú a tú, corazón con corazón con el Señor en el Sagrario, nos daríamos cuenta de varias cosas:
- En primer lugar:
Lo que valemos para Él, cada uno de nosotros.
- En segundo lugar:
¿Quién es Él para nosotros?
- Y en tercer lugar:
¿Dónde estamos juntos en nuestra relación, y adónde tenemos que ir?
Evidentemente la presencia del Señor en la Eucaristía, el Señor en la Eucaristía nos remite a su Evangelio; porque cuando yo trato con confianza a alguna persona, quiero saber cómo es, qué dice, cuáles son sus planteamientos, por lo tanto me lleva a quererlo conocer más y mejor y más profundamente, de lo contrario, hay un peligro, y es que al desligar Eucaristía de Evangelio me invente yo un Jesús de Nazaret a mi imagen y semejanza, a la medida de mis caprichos, de mis miedos o de mis intereses.
No, Jesús era una persona concreta, con unas ideas concretas, con un planteamiento concreto, una acción concreta.
Yo puedo aceptarlo o puedo rechazarlo, pero no me lo puedo inventar.
- En segundo lugar también, el Evangelio te lleva a su vez a esta presencia, porque cómo tomar en serio aquello que decía:
"Yo estoy con vosotros hasta el fin del mundo".
"Este es mi cuerpo que se da".
"Esta es mi carne".
"Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna".
Además es una fuente ese contacto con la Eucaristía en silencio e intimidad, también de fe para nosotros y para los demás.
Se cuenta la anécdota de la famosa filósofa de principios del siglo XX Edith Stein,
--Edith Stein es Santa pero también fue una gran intelectual.
que entró una vez por casualidad en una Iglesia católica, y se encontró a una viejecita rezando delante del Santísimo; le impresionó profundamente el sentido de diálogo, de presencia, de intimidad, de relación íntima con Dios; eso le sirvió para plantearse las cosas de otra manera, se convirtió al catolicismo, ya que era judía y atea, y después murió mártir en el campo de concentración de Auswitch.
Hoy la conocemos por Santa Teresa Benedicta de la Cruz, patrona de Europa.
¿Qué hubiera pasado si aquella viejecita no hubiera estado ese rato con el Señor?
O también tenemos el ejemplo del famoso cura de Ars, San Juan María Vianney,
que entraba todos los días en su Iglesia y se encontraba a un viejo pastor durante mucho tiempo delante del Santísimo; y un día, interesado por esa profundidad de oración, le dijo:
- ¿Pero qué rezas tú?
Y él decía:
- Señor cura, yo solamente lo miro, y Él me mira.
Esa es la profunda contemplación.
Sí, porque al fin y al cabo, oración no es una cosa complicada -ya lo decía Santa Teresa de Jesús:
"Es tratar de amistad estando mucho rato, con Aquel que sabemos que nos ama".
Y de ahí salir llenos de fuerza, de energía, de luz, para vivir y convivir en nuestro mundo con la fuerza del Evangelio.
El poeta Gerardo Diego tiene unos versos, que nos pueden servir para describir este deseo de intimidad delante del Señor, que no está ausente, y cuando vamos a la Iglesia no nos encontramos con una caja de galletas, sino con el lugar de la Presencia y del Encuentro.
El Sagrario no es ninguna caja de galletas, y por eso es posible tener estos sentimientos de Gerardo Diego:
"Entre tantas dudosas certidumbres
que me mienten halagan los sentidos,
Tú, callado y sin nubes, tan desnudo,
tan transparente de ternura y trigo.
¿Qué me quieres decir, labios sellados
desde tu oculto y cándido presidio?
¿Qué me destellas ¡ay!, qué me insinúas?
¿Qué me quieres Amor secreto mío?
Lo que pides es fe, los ojos niños,
quererte, sí y creerte.
¿Tú me esperas?
¿Me quieres Tú?
¿De veras que yo existo?
¿Tú me crees, Señor?
Yo creo y quiero creer en Ti,
quererte a Ti y Contigo
tierno y precioso estás, manso y sin prisa
dulce y concreto estás, secreto mío.
¿Qué valen todas mis verdades turbias
ante esa sola oh Sacramento nítido?
En Ti y por Ti yo espero, y creo, y amo.
En Ti y por Ti, mi Pan Misterio mío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario