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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

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Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

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Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

viernes, 17 de febrero de 2012

El Sacramento del Bautismo.

"Ventana abierta"


El Sacramento del Bautismo


A mis nietecitos

Un día, cuando éramos tan sólo unos pequeños bebés, nuestros padres nos llevaron a la Iglesia con la finalidad de convertirnos en cristianos a través del Bautismo.
Este hecho, que actualmente es menos frecuente, que hace tan sólo unos años, y que en la inmensa mayoría de casos se toma como un acontecimiento social, supone en realidad un importante signo que encierra muchas más cosas de las que la mayoría sabemos y pretendemos ver.
Al igual que la Comunión es una continuidad a dicho signo, una preparación para poder recibir aquello que Jesús nos dejó, posteriormente los signos sucesivos que realizamos a lo largo de nuestra vida: Confirmación, Boda, Unción, son un voto de fe, de confianza, de familiaridad, de íntima convivencia con aquel que desde ese momento -que pocos le dan la importancia que realmente merece- el Bautismo nos ofrece.
Existe Alguien que nos invita a seguirle. En el Bautismo, el sacerdote imita a Juan el Bautista y nos convertimos en parte de la historia que Jesús nos preparó, imitándole en aquel primer paso, al salir de las aguas, limpio, con fuerza y mostrando al mundo su intención de hacer algo grande.
Para los cristianos nuestro Bautismo no debe ser un acto social donde los invitados deban quedar contentos de un gran banquete, ni en donde los vestidos sean lo más bonitos y caros posibles.
Los niños natos o nonatos que mueren sin recibir el Bautismo de agua, y aunque sólo tienen "el pecado original" no alcanzan el Cielo.
Eso lo define explícitamente el Segundo Concilio de Lyón (1274), y el Concilio de Florencia (1438-45). Pero sin embargo la Iglesia los confía a la Misericordia Divina, como hace el rito de las exequias por ellos; los confía a la Gran Misericordia de Dios que quiere que todos los hombres se salven (cf 1 Timoteo 2:4), y la ternura de Jesús con los niños que le hizo decir:
"Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis".
(Mc 10:14).


Esto nos permite confiar en que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin el Bautismo.
Por eso es más apremiante aún la llamada de la Iglesia a no impedir que los niños pequeños vengan a Cristo por el don del santo Bautismo.

El Bautismo es el primero de los sacramentos, si no se está bautizado no se puede recibir ningún otro sacramento, es el más necesario porque todos debemos renacer por el Bautismo para salvarnos.
Normalmente bautiza el párroco, u otro sacerdote o diácono con su permiso, pero en caso de necesidad, por peligro de muerte etc..., puede hacerlo cualquiera.
Dios ha dado todas las facilidades para la administración de este sacramento, y así puede hacerlo incluso un no bautizado con tal de que tenga intención de hacer lo que hace la Iglesia y lo realice correctamente, bautiza de verdad.
La razón está en que siempre es Cristo quien bautiza por medio de otra persona.
Al administrar el sacramento se derrama agua natural tres veces sobre la cabeza diciendo, con intención de bautizar:
"Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".
En la ceremonia del Bautismo hay diversas partes, pero lo esencial es derramar el agua y al mismo tiempo pronunciar las palabras: "Yo te bautizo..."
El Bautismo borra y destruye el pecado original con el que todos nacemos.
Si el recién bautizado muriese en ese momento iría directamente al Cielo.


El Bautismo nos hace hijos de Dios y miembros de la Iglesia.
El Bautismo ha sido llamado "puerta de la Iglesia" expresando así su importancia singular en la comunidad cristiana.
Sin embargo, podemos constatar en el ambiente de las sociedades llamadas cristianas que el Bautismo se ha convertido para muchos en un hecho de carácter sociológico que ha perdido su transcendencia eclesial.

después de 80 años de paganismo, un anciano encontró la luz de la fe, se convirtió y recibió el Bautismo.
Dos años después cayó gravemente enfermo; todos se dieron cuenta de que le había llegado de la muerte.
Alguien le preguntó cuántos años tenía y respondió:
"En verdad sólo puedo contar con dos años de vida".
Nadie encontraba explicación a esta respuesta, pero el anciano añadió:
"No es cosa difícil de entender, pues comencé a vivir al recibir el Bautismo; mi vida anterior es como si no existiera.
"El que no renace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios". (Jn 3,5).

La práctica de bautizar a los niños pequeños es una tradición inmemorial de la Iglesia.
Está atestiguada explícitamente desde el siglo II. Sin embargo, es muy posible que desde el comienzo de la predicación apostólica, desde la predicación de los apóstoles, cuando "casas" de familias enteras recibieron el Bautismo, se haya bautizado también a los niños. Se puede ver y constatar en
 (Hechos de los Apóstoles 16, 15-33; 18,8; 1ª Corintios 1,16).
En Hechos de los Apóstoles 2, 38-39, Pedro dice:
"Conviértanse y que cada uno de ustedes se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para perdón de sus pecados; y recibirán el don del Espíritu Santo; pues la Promesa es para ustedes y para sus hijos".
Cuando bautizamos a nuestros niños, la fe se les pide a los papás y padrinos para que el niño pueda recibir los beneficios espirituales del Bautismo.
(Hechos de los Apóstoles 16, 31-33; Lucas 11, 11-13).

La familia tenemos un papel decisivo en la transmisión de la fe.
A veces somos cristianos mudos, no nos atrevemos a hablar de Jesucristo, a anunciar su doctrina, se lo dejamos a los sacerdotes, a los religiosos, a otros... Nos asusta esta confianza de Dios que se fía de cada uno de nosotros, cuando muchas veces nos gustaría más callar, no complicarnos la vida.

Yo, como madrina, queridos nietecitos, tengo el compromiso junto con vuestros padres, de iniciaros en la fe cuando tengáis uso de razón, para que sigáis las huellas de Jesús, escuchéis su Palabra y la hagáis vida en vosotros.
La familia es el centro neurálgico, sin familia estamos como desguarnecidos. Sin duda que la transmisión de la fe en la familia es insustituible a la hora de la iniciación y de la maduración de nuestros hijos, ahijados y nietos en la fe.
La fe es la luz recibida en casa y hecha símbolo en el Bautismo.
En casa, nuestros hijos, ahijados y nietos que Dios tenga a bien concedernos, tienen que recibir esa nueva luz que permita mirar a las personas que sufren, con los ojos de Jesús.
Lo que corresponde a los padrinos:
* Haber sido elegido por los padres. Haber cumplido 16 años. Ser católico.
* Estar Confirmado y haber recibido la Primera Comunión.
* No ser el padre o la madre de quien se va a bautizar.
* Si es posible, ser padrinos también de la Confirmación de su ahijado/a.
* No estar impedido por el derecho de la Iglesia.
* Tener conciencia de que su misión NO ES MERO TRÁMITE, puesto que representa a la familia y a la Iglesia y ha de colaborar con los padres para que su ahijado/a, lleve una vida consecuente con el Bautismo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al mismo.

El recibir el agua del Bautismo y nombrar a las tres personas de la Santísima Trinidad es el momento esencial: significa y realiza la muerte al pecado que cometieron nuestros primeros Padres Adán y Eva por su desobediencia a Dios; y el nacimiento a la vida de Dios, mediante la incorporación al misterio de la Muerte y la Resurrección de Cristo, que murió por nosotros para darnos Vida Nueva.
Una vez le pregunté a Jesús:
-¿Cuánto me amas?
Y Él me respondió:
-Así te amo.
Y abrió sus brazos y murió por mí.
Los amigos de Jesús, los primeros creyentes, tras la Resurrección, se reunieron para pensar y comentar entre ellos los gestos, las actitudes y las palabras de Cristo, el Hombre Nuevo.
Después salían renovados a las calles y a las plazas de los pueblos para vivir y anunciar la Gran Noticia.
Sus reuniones les hacían audaces, valientes, otros hombres.
Nosotros hoy, queridos nietos: vuestros padres, vuestros padrinos y vuestra familia... SEGUIMOS SUS PASOS.


* La unción con el santo Crisma, significa el don del Espíritu Santo al nuevo bautizado. El cristiano es ungido por el Espíritu Santo e incorporado a Cristo, sacerdote, profeta y rey.

* La vestidura blanca, significa que el bautizado se ha revestido de Cristo: ha resucitado con Él.

* El cirio o vela, se enciende en el cirio pascual, y significa que Cristo ha iluminado al bautizado y en Él se ha convertido en luz del mundo.
Vuestro papá os alumbra con la luz de Cristo, expresado en esta velita, cuya llama la ha tomado del cirio pascual.
Vuestros padres, vuestros padrinos junto con vuestros abuelos y demás familiares os ponemos bajo la protección de Jesús y su Santísima Madre la Virgen María.

Este es el momento más esencial del Bautismo. Por tres veces el sacerdote derrama agua sobre vuestra cabecita diciendo estas palabras:
"Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".
Este es el preciso momento en el que se impone el nombre al bautizado, un nombre que no debe ser ajeno al sentir cristiano.

Queridos nietecitos, ya sois nuevas criaturas, habéis sido bautizados y ya sois hijos de Dios.
El agua significa la limpieza de toda mancha.
Convertido en hijo de Dios, puede rezar ya "Padre Nuestro" y, en el momento oportuno, acercarse a la mesa del altar y recibir el alimento de la Vida nueva: El Cuerpo y la Sangre del Señor.

Queridos nietecitos, el día de vuestro Bautismo es un día muy especial para ustedes en el cual habéis recibido el agua bautismal en vuestras respectivas parroquias, igual que nuestro Señor la recibió en el río Jordán de manos de San Juan Bautista.
Estáis acompañados por vuestros padres, abuelos, titos, primos y familiares.
Como con Jesús, el Espíritu Santo ha bajado sobre vosotros, y desde ese mismo momento habéis sido incorporados a la Iglesia.

Cuando alguien se hace un desgarro en la ropa, por  mucho que lo intente disimular para que no se note, siempre queda a la vista el zurcido o el remiendo. San Marcos emplea una palabra clave para indicarnos que lo que se ha rasgado es el Cielo, y que de ese Cielo rasgado baja el Espíritu Santo, en este caso en forma de paloma.
Desde el Cielo abierto se oye la voz del Padre que le dice a Jesús:
"Tú eres mi Hijo amado, mi preferido".
A partir de ahora, el Cielo quedará por siempre abierto y el Epíritu Santo podrá descender cuando quiera.

¿Os digo una cosa, queridos pequeños nuestros?
Creo que ahora, al recibir vuestro Bautismo, Dios Padre desde el Cielo os repite a ustedes también:
"Tú eres mi hijo amado, mi preferido".
¡Sí, ya tenemos salvación y Salvador!

1. El Bautismo es el fundamento de la vida cristiana porque es el camino hacia la muerte y resurrección de Cristo.
2. Otorga Gracia santificante, es decir, la vida de Dios.
3. Se convierten en hijos de Dios, miembros de Cristo y templos del Espíritu Santo.
4. Purifica a las personas del pecado original y de todos los pecados personales cometidos antes del Bautismo, si es persona adulta la que recibe el sacramento.
5. Los incorpora a la vida, a las prácticas y a la misión de la Iglesia.
6. Imprime en sus almas un carácter indeleble que los consagra para la adoración cristiana.
7. Participan del sacerdocio de Cristo, de su misión profética y real.
  
Por último, el sacerdote celebrante lleva en sus brazos al recién bautizado y lo alza ante el altar de la Santísima Virgen -en este caso a vosotros, mis preciosos nietecitos- para poneros bajo su protección.
¡Que las tres personas de la Santísima Trinidad y María Santísima  os bendigan grandemente y os concedan sus 7 maravillosos dones!

Pero aquí hay algo que va más allá de aquello que nuestros sentidos pueden ver, la eficacia de estos signos, de estos gestos.

Hay muchas preguntas en torno al Bautismo, y algunas veces nos las hemos podido hacer, por ejemplo:
¿No sería mejor que esperásemos a que nuestro niño fuera mayor y que conscientemente eligiera...?

Yo creo que suele ser un discurso más teórico que práctico, porque una persona que piensa así, con frecuencia no tiene interés en que su niño se bautice ahora, ni después.

A quien piensa diferente se le podría preguntar:
¿Acaso cuando un niño está enfermo necesita estar consciente para que surta efecto la medicina?

Pero aparte de estas situaciones, que pueden ser si no excepcionales, tampoco es lo genérico, lo que sí podemos decir -queridas hijas, a vuestros hijos, y nietos nuestros- cuando nos pregunten:
¿por qué han sido bautizados?
 Puede haber alguien que les conteste:
"Lo hemos hecho porque es lo que se hace en todas las familias...
 O ¡ Qué iban a decir los vecinos si no lo hubiésemos hecho!...
 O simplemente como otros dicen: "Para que no se quede moro"...

¡No, no, esa no es la explicación! Tenemos que decirles:
"Os llevamos a bautizar porque os queríamos mucho, y desde que nacísteis quisimos daros todo lo mejor que teníamos: los vestidos, el cuidado, el alimento, el cariño, la ternura, y para tu familia algo muy grande, muy grande era la fe, era el amor de Dios que vivía y vive en nosotros, ¿cómo no lo íbamos a compartir con vosotros y cuanto antes?

Sin embargo, si hubiese sido al contrario, sí que nos podían decir nuestros niños:
"¿Pero cómo no nos dísteis aquello tan grande que teníais?
¿Pero cómo os habéis reservado la fe, cuando tanto y tanto la necesitábamos?

El Bautismo es una ceremonia, un rito de entrada a la religión cristiana.
El símbolo del Bautismo es común en el cristianismo desde hace milenios, es la celebración en la que se le da la bienvenida a un bebé a la nueva Vida, es una manera de purificar su nueva alma.
El sacerdote los bautiza echándoles agua bendita sobre sus cabezas iniciando así su vida cristiana.
El agua es la fuente de vida, y en la nueva vida del bebé es el Bautismo.
Bautizar a un bebé es darle la opción de ser cristiano desde niño, es el primer sacramento, y así esa persona podrá elegir en el futuro si quiere seguir por la senda que le ofrece el cristianismo.

El Bautismo católico utiliza la técnica llamada "infusión", que consiste en derramar agua sobre la cabeza del que va a ser bautizado.
En la ceremonia del Bautismo, un sacerdote invoca sacramentalmente a las tres personas de la Santísima Trinidad:
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Borra el pecado original que tiene cualquier persona al nacer y todos los habidos hasta ese momento, si se bautiza ya de adulto.

En la Iglesia ortodoxa, o Iglesia de oriente, se utilizó la "inmersión",
primero total y después parcial del bautizado.

En la doctrina protestante se practican distintas fórmulas:
Aspersión o inmersión del bebé.

Cuando el Bautismo se administra a niños, responden por el neófito sus padres y padrinos:
* Educar cristianamente al hijo y ahijado bautizado, tanto con el ejemplo como con la palabra.
* Procurar que reciba una buena y sólida formación cristiana.
* Llevarle a la Catequesis parroquial.
* Matricularle en la clase de religión.
* Formarle rectamente la conciencia.
* Poner los medios para que, al llegar al uso de razón, haga con la debida preparación LA PRIMERA COMUNIÓN.

* Ayudarle a que reciba LA CONFIRMACIÓN en su momento oportuno.

Mis pequeños y dulces nietecitos, Dios Padre os quiere tanto a vosotros, como a todos los bebés del mundo, que desde el Cielo envía un ángel para vuestra guarda y custodia durante todo el tiempo que estéis en la tierra.

"Ángel de mi guarda,
dulce compañía,
no me desampares
 ni de noche ni de día,
si me desamparas,
¿qué será de mí?
Ángel de mi guarda
ruega a Dios por mí".


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