"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
LOS MALOS ESPÍRITUS NO TIENEN NADA QUE VER CON JESÚS.
Al llegar el sábado entró en la
sinagoga y se puso a enseñar.
22 Y quedaban
asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no
como los escribas.
23 Había precisamente
en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar:
24 « ¿Qué tenemos nosotros
contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el
Santo de Dios.»
25 Jesús, entonces, le conminó
diciendo: «Cállate y sal de él.»
26 Y agitándole
violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él.
27 Todos quedaron
pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto?
¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus
inmundos y le obedecen.»
28 Bien pronto su fama
se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea. (Mc. 1, 21b-28)
En cuanto Jesús comienza a desplegar
su gracia haciendo el bien en su entorno, tiene su aparición en escena
el Maligno. Hoy, es en una sinagoga de Cafarnaúm donde hay un
hombre poseído por Satanás. El poseso, no habla por sí mismo, ha
perdido su personalidad y es otro el que habla y obra en él: es un
espíritu diabólico. Pero, ante la presencia
de Jesús, el Santo de Dios, Satanás da la cara y habla
por sí mismo: “¿qué hay entre tú y nosotros, es qué vas a acabar con
nosotros?”. El Maligno, sabe que con Dios nada puede, está
derrotado y tampoco con Jesús y los que le pertenecen. Por
esto, no hay que temerle, temamos más bien al que puede arrojarnos
con estos espíritus eternamente, fuera de la presencia y el Amor
de Dios. Así que, el “don de temor de Dios”, es nuestra
coraza y fortaleza: ¡nada, nada haremos que desagrade a
nuestro Señor Jesús, el Bien absoluto para nosotros!
Él, nos ama y ha dado su vida por cada uno de nosotros. Con espíritu
de amor y gratitud a nuestros Salvador, ¿qué hemos de temer?
En esta escena evangélica, el espíritu del
mal es expulsado de este pobre hombre, víctima de su poder y por
la Palabra de Jesús: “¡cállate y sal de
él!”, vuelve el poseído a ser libre y recupera su personalidad y
su voluntad de seguir a Jesús, su Sanador. ¡Todos
estaban estupefactos ante estos milagros inauditos!
En los principios de la predicación
de Jesús, se multiplican las curaciones y hechos
maravillosos. ¡No olvidemos que, el mismo Jesús en
la sinagoga de Nazaret inauguró “este año de gracia
del Señor “ y, así lo está cumpliendo!
Se oye decir alguna vez: “si yo hubiera
vivido en tiempos de Jesús, lo habría seguido y, amado como
el primero”. Pero, esto es no conocer lo que fue sucediendo con su
predicación y la denuncia de los poderes injustos: poco a poco se le
fue rechazando hasta llegar a colgarlo en una cruz. Y tampoco es conocer el
corazón humano. Jesús, sí le conoce, por esto, nos asiste
con su gracia para llegar a ser santos, pasando de
pecadores a justos. La perseverancia en el bien, es
don de Dios que tenemos que pedir cada día porque, “confirmados
en gracia” no somos ninguno, excepto la Virgen María, la Madre
de Jesús, que, por un privilegio extraordinario, fue
preservada de toda culpa. A Ella también nos acogemos
porque “llena de gracia”, puede repartirla a todos los que
se acogen a Ella. ¡Su poder con los pecadores es inmenso y ninguno se
alejó de su presencia sin ser protegido y bendecido por su mano!.
¡Señor, nosotros creemos que Tú eres el Hijo de Dios y que nos has amado hasta el final, perdonándonos, por la fuerza de tu Sangre, todos los pecados que habían merecido el apartarnos de Ti, pero tu amor es inmenso y creemos que estamos salvados por él! ¡Líbranos del Maligno, Jesús! ¡Amén! ¡Amén!
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