"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
ES GRAVE LA DUREZA DE CORAZÓN
2 Estaban al acecho a
ver si le curaba en sábado para poder acusarle.
3 Dice al hombre que
tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio.»
4 Y les dice: «¿Es
lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de
destruirla?» Pero ellos callaban.
5 Entonces, mirándoles con
ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: «Extiende la mano.»
El la extendió y quedó restablecida su mano.
6 En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra él para ver cómo eliminarle. (Mc. 3, 1-6)
¿Cómo es que el bien que hacen tus
manos Jesús, no es acogido y alabado por los que
lo contemplan? Es que tu bondad topa con corazones endurecidos
y, por tanto, envilecidos. Así era el corazón de unos fariseos
que asisten al culto a Dios en una sinagoga de los judíos. Todos están
allí para orar, pero no todos tienen su alma limpia para hacerlo en
verdad. Su actividad interior se entretiene en maquinar contra Jesús: “se
confabularon con los herodianos para acabar con él”.
Y, ¿esto por qué?: porque el
bien a su paso por nuestra vida, o es acogido con humildad y acción de
gracias o, es perseguido porque denuncia la estrechez de nuestro corazón y
nuestra maldad.
Ya Jesús nos había asegurado
que “el sábado es para el hombre y no el hombre para el
sábado”. Dios ha querido que le honremos y glorifiquemos en el hombre
necesitado antes que en el templo sagrado. Porque, nuestro corazón es el
templo del Dios vivo y “quiere adoradores
en Espíritu y en verdad”. Y el amor a Dios y al
hermano están por encima de todas las Leyes, aún las formuladas
por Él tiempo atrás. Jesús es el Nuevo Legislador que no ha
abolido estas Leyes, sino que ha venido a darles plenitud.
Pero, los fariseos se aferran a
éstas y no dejan que en su corazón entre el soplo nuevo
del Espíritu Santo que Jesús nos ha traído y, se van
endureciendo en sus juicios y apreciaciones y, el primer fruto de su obra
es querer acabar con Jesús. Estas actitudes provocan, en Nuestro
Señor, “una mirada de ira y un dolor grande” por su
impenetrabilidad para no sólo hacer el bien, sino querer hacer
desaparecer al que lo hace. ¡Y si pudieran, al Bien mismo!
¡Señor, no permitas que
nuestro interior se vaya llenando de capas de juicios
inmisericordes! ¡Tú sólo puedes romper el corazón haciendo
brecha en nuestro caparazón de piedra! ¡Y, sabemos que allí podemos
llegar si Tú no pones tu mano poderosa sobre nuestra vida!
¡Ordénanos ponernos en medio, por un examen minucioso de nuestra
conciencia, y mándanos extender nuestra mano, muerta para tus obras de
amor, y por la fuerza de tu gracia, “nuestra mano” quedará
restablecida! ¡Así, sanados por ti, podemos darte
gracias, alabarte y seguirte a donde quiera que vayas!
¡Cura Señor todas las
“parálisis” de nuestra alma! ¡Estamos, como ese hombre de la
sinagoga, en el centro de nuestra oración a Ti!¡Escúchanos, pues
no sabemos pedir lo que más necesitamos, pero tu Espíritu Santo
gime dentro de nosotros con gemidos inefables, ¡aquellos que Tú sólo escuchas y
nos alivias y sanas!
¡Señor, ven ya y no tardes más! ¡Queremos serte fieles, santos con tu Santidad! ¡Qué así se haga, por tu gran misericordia! ¡Amén! ¡Amén!
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