La beatificación de Madre María de la Purísima tuvo lugar en Sevilla el 18 de septiembre de 2010 en una recordada ceremonia celebrada en el Estadio Olímpico presidida por la imagen de la Esperanza Macarena.
¡Demos gracias a Dios, que es admirable siempre en sus Santos! Con estas palabras prestadas de la liturgia de la Iglesia comienzo esta carta semanal. Sí, demos gracias a Dios porque el próximo 18 de octubre, nuestra Archidiócesis va a vivir un acontecimiento excepcional. En Roma, corazón de la Cristiandad, en el marco del Sínodo de los obispos sobre la familia, el papa Francisco va a presidir la ceremonia de canonización de la beata Madre María de la Purísima, séptima Superiora General de la Compañía de la Cruz, el Instituto fundado por santa Ángela, canonizada en Madrid por el papa Juan Pablo II el 4 de mayo de 2003.
Su espiritualidad, centrada en la cruz y los consejos evangélicos, se caracteriza por la vivencia alegre de la virtud de la pobreza, la fidelidad a la oración, la mortificación y las obras de misericordia.
Su servicio a los necesitados, que siempre tiene una claro marchamo apostólico, se concreta en la asistencia, día y noche, a los enfermos en sus domicilios y en el servicio a los pobres, verdaderos “amos y señores” de las Hermanas de la Cruz, como afirman sus Constituciones.
La Congregación acoge también en sus casas a mujeres ancianas y discapacitadas, y en sus colegios de enseñanza infantil y primaria a niñas de familias humildes, a las que brinda una sólida formación humana y espiritual.
Fue bautizada en la parroquia madrileña de la Concepción.
El 8 de diciembre de 1944, a los dieciocho años, ingresó en la Compañía de la Cruz.
Tomó el hábito en 1945.
Hizo la profesión temporal en 1947 y emitió su profesión perpetua en 1952.
Fue superiora de las casas de Estepa y Villanueva del Río y Minas, maestra de novicias y consejera general.
Fue elegida Madre General de la Compañía de la Cruz el 11 de febrero de 1977.
Murió el día 31 de octubre de 1998.
El 4 de noviembre de 2005 tenía lugar la clausura del proceso sobre el milagro atribuido a la Sierva de Dios en la persona de una niña de La Palma del Condado (Huelva), Ana María Rodríguez Casado. Aquejada de una grave afección neurológica, su curación se produjo de forma «difícilmente explicable y no previsible» gracias a la intercesión de Madre María de la Purísima.
Su beatificación tuvo lugar en Sevilla el 18 de septiembre de 2010, en una solemne ceremonia presidida en nombre del papa Benedicto por el arzobispo Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.
El milagro fue reconocido como tal por la Santa Sede el 4 de mayo de 2015.
Ella vivió con gran fidelidad su consagración total a Jesucristo, a la Iglesia, a su Instituto y a los pobres.
Ella, que vivió entre nosotros hasta hace sólo diecisiete años, nos hace cercano y accesible el Evangelio de Jesús, traduciéndolo y poniéndolo al alcance del hombre actual.
Ella nos dice además que también hoy podemos ser santos en Sevilla y vivir con radicalidad nuestra vocación cristiana.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
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