1. Ora en voz alta durante el embarazo
Nuestros pequeños escuchan nuestra voz todo el tiempo, es importante que el momento que le dediques a la oración esté lleno de tranquilidad. Elige un espacio en donde no te interrumpan o donde nada te distraiga. Puedes construir un pequeño altar o hacerlo mientras ves una estampita de la Virgen o de Jesús para que tus pensamientos no divaguen en otras cosas. Haz que tu bebé sienta que ese momento es único y especial para los dos, puedes elegir una hora en el día para que se vuelva una rutina diaria. Mientras oras puedes sobar tu pancita para que tu bebé sienta que la oración va dedicada a él también.
2. Llévalo a misa
Algunas personas piensan que es muy molesto llevar a los chiquitines a misa porque lloran muy fuerte, hacen ruido, incomodan a la gente o no se quedan quietos. Mi recomendación es que lo lleves a misa cada domingo, tal como tú y tu familia lo solían hacer antes de su nacimiento. Si llora y es aún muy bebé lo podrás calmar con el pecho o el biberón; si es un poco más grande y ya gatea o camina suele hacer berrinches más a menudo, sal de la iglesia, dale un pequeño paseo hasta que se calme y vuelve a entrar. Si tu niño ya es 100% consciente de que va a misa los domingos y no se queda quieto, grita a todo pulmón o incluso se tira al piso, sal de nuevo, ponte a su altura y háblale de manera pausada y en tono suave, explícale por qué están allí y por qué es importante portarse bien durante la Eucaristía. Si pellizcas a tu hijo mientras hace el berrinche, lo halas bruscamente para sacarlo, lo matas con la mirada o le gritas afuera de la iglesia, detestará cada domingo. Son niños y hay que ponernos en sus zapatos, no están en edad de quedarse quietos y mucho menos de poner atención más de 20 minutos seguidos. Cada vez que yo voy a misa, salgo a calmar a mi hijo unas 10 veces pero lo vuelvo a entrar; no hay que darse por vencido pues aunque son pequeños saben muy bien cómo manipularnos, lo importante es que ellos se den cuenta que no importa cuántas veces salgamos de la iglesia, siempre volveremos a entrar hasta que la celebración culmine.
3. Reza con ellos en las noches
Puede ser junto a su cama o cuna, ponte de rodillas y ora.
Cuando los niños son pequeños todo les asombra y les causa curiosidad, tienen el don de imitar tanto lo bueno como lo malo, y muy probablemente mientras estés orando querrán llamar tu atención. Empezarán a hablar como si les dieran cuerda, cantarán, sacarán sus juguetes o te halarán de la camisa. Aprovecha esta oportunidad para explicarle lo que estás haciendo e invítalo a unirse a tu oración. Dile que repita después de ti o pregúntale: ¿por qué le darías gracias a Dios hoy? ¿Quieres enviarle un mensaje a la Virgen conmigo? Notarás que este tipo de preguntas les causa sorpresa, enséñales cómo deben persignarse y procura que ese momento dedicado a la oración no sea tan largo, pues querrá empezar a hacer otra cosa. Si tu niño o niña es un bebé, persígnalo con su manita y ora en voz baja junto a él.
4. Familiarízalo con imágenes de Jesús y de María Santísima
Tener un altar en el hogar debe ser tarea de todo católico, no tiene que ocupar una habitación completa, pero sí debes destinarle un lugar especial, de visibilidad y alcance para todos los miembros de la familia.
Es importante que nuestros pequeños encuentren imágenes de Jesús, de maría y de los Santos. Mi hijo tiene un año y cinco meses y le hemos enseñado a mandar besitos a la Virgen. Cada vez que la ve, sin importar el lugar en el que estemos le manda un beso y yo me derrito de amor, los niños aprenden muy rápido las cosas, aprovecha la edad entre los 0 y 5 años es primordial para enseñarles lo que más podamos.
Un día Juan José, (mi hijo) encontró el llavero de mi mamá en un bolso, vio que de él estaba colgada la imagen de la Virgen de Guadalupe, y sin que nadie le dijera nada, hizo cara de sorpresa, nos miró a todos por unos segundos y la besó. Puedes poner un Cristo en su habitación, la imagen de María Santísima en su mesita de noche o un cuadro con el ángel de la guarda.
No es necesario que viajes a Irlanda para que tu hijo sea testigo de impresionantes paisajes: una flor basta para que le cuentes a tu pequeño que Dios está presente en cada una de sus creaciones, hasta en la más pequeña. El cielo, el mar, las estrellas, la luna, los árboles, las montañas. Puedes intentar preguntarle a tu hijo cuánto cree que le ama Dios (tal vez alguna de sus ocurrencias te haga derretir de amor) pero es válido que tú le des una manita:puedes retarlo a contar las estrellas o a adivinar qué tan profundo es el mar y decirle que así es el amor de Dios: infinito como las estrellas que adornan el firmamento o los granos de arena en la playa.
Es importante que nuestros hijos sean conscientes que todo cuanto nos rodea ha sido creado de la mano de Dios, los viajes a otras ciudades o países pueden ser la oportunidad perfecta para que le hables de Dios a tus hijos.).
Este acto de generosidad y entrega puede practicarse en cualquier época del año, lo importante es transmitirles a nuestros hijos el amor por el que más lo necesita.
Cuando hayan culminado la tarea puedes preguntarle cómo se sintió al entregarle a otro niño un regalo o que fue lo que más le gustó de estar allí. Podemos encontrar a Dios de muchas maneras, hazle comprender cuanta felicidad hay en dar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario