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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

viernes, 26 de julio de 2019

Cuento: El ratón y el león

"Ventana abierta"


El ratón y el león


Había una vez un fiero león que dominaba toda la selva que le circundaba. No en balde a estos fuertes felinos se les suele conocer como el rey de esos parajes.
Animal que pasara por algún sitio cercano a él, animal que debía reverenciarlo y mostrarle sus respetos, si es que quería evitar algún mal momento.

Un día, tras mucha actividad física, el león se echó en un descampado a tomar una siesta para reparar sus fuerzas. Estaba tan cansado que cayó en un sueño profundo tras tan sólo unos segundos.

Mientras dormía por allí apareció un pequeño ratón muy inquieto y juguetón, al que le hizo gracia ver a aquel enorme león tirado en medio de la nada y roncando a pata suelta.
Al roedor le llamó esto tanto la atención que decidió encaramarse imprudentemente en aquel bulto animal y empezar a jugar allí. Así, corría de aquí para allá sobre el cuerpo del león, sin percatarse que sus pasitos hacían cosquillas y perturbaban el sueño del fiero animal.

A medida que fue pasando el tiempo para el león se hicieron insostenibles las cosquillas y despertó abruptamente. Cuando se percató qué era lo que había provocado la interrupción de su sueño dio un zarpazo tan rápido para atraparlo, que el pobre ratón no tuvo la más mínima oportunidad de escapar.
De esta forma el león tenía aprisionado al roedor entre sus garras y violentamente.



 Le preguntó:
- ¿Quién diablos te crees que eres pequeño animal? ¿Acaso no sabes quién soy? ¿Por qué eres tan imprudente como para interrumpir mi descanso? ¿No aprecias tu vida? Soy el rey de la selva y todos me deben respeto. Nadie se atreve a molestarme y menos mientras duermo.

Muerto de miedo y comprendiendo su osadía el ratoncito pidió clemencia al fiero animal.


- Lo siento señor. Juro que no volveré a cometer tal tontería. Le ruego me perdone la vida y estaré en deuda eterna con usted. Quién sabe si pueda serle útil de alguna forma en el futuro.

- Útil tú a mí –dijo el león con sorna. –No seas tonto. ¿Cómo podrá un animal tan minúsculo como tú ser útil o ayudar a un animal tan grande y poderoso como yo? Si fuera sólo por eso, realmente mereces morir por tus atrevimientos.

- No señor por favor –rogó el ratón. –Le pido reconsidere su decisión y deje vivir a este pobre y tonto animalito. Juro que no volveré a molestarlo nunca más.

Al ver llorar sin medida al pequeño roedor, el león se apiadó de su caso y lo dejó vivir. Además, estaba tan lleno por el atraco de comida que se había dado antes de dormir, que realmente un pequeño ratón no haría la diferencia para su sistema digestivo.
Así lo soltó, no sin antes advertirle que si se volvía tan osado una próxima vez, no viviría para contarlo.

Pasaron días después de esta situación y resulta que en una jornada como otra cualquiera el león andaba de caza por la selva.
Tan enfocado iba en una gacela que tenía más adelante, que no se percató de que estaba yendo directo hacia una trampa hecha por hombres.

Sin margen para maniobrar y escapar, el león cayó presa de tales artilugios y se vio de pronto atado por todos lados.
En vano trató de soltarse y de romper las cuerdas que lo ataban. Por mucha fuerza que tenía, el amarre estaba hecho con tal ingenio, que la fuerza bruta del animal no podían hacer nada contra él.

De esta manera, para escapar y preservar su vida al león no le quedó más remedio que rugir y gritar en busca de ayuda.
Sin embargo, asustaban tanto sus rugidos a los animales, que ninguno se atrevía a acercarse por allí, pues pensaban que el león estaba molesto y acercarse a él podría ser dañino para su integridad.


Dio la casualidad que los rugidos fueron escuchados por el pequeño ratón al que el rey de la selva le había perdonado la vida. El roedor comprendió que algo grave debía estar pasando por los rugidos, razón por la que sin pensarlo dos veces acudió en ayuda de Su Majestad.
Al llegar vio que este estaba completamente atrapado y ofreció su ayuda.

- Señor león, creo que es momento que le devuelva el favor que usted me hizo cuando me perdonó la vida. Yo lo liberaré de tales amarras para que no sea víctima del animal más fiero de todos.

El león, molesto de que sólo hubiese acudido el ratón molesto de aquella ocasión, al cual no valoraba en absoluto por su escaso tamaño, dijo:

- Te lo dije una vez y te lo vuelvo a decir. Nada puede hacer un minúsculo animal como tú para ayudarme a mí, el animal más fuerte de esta selva.

- Pues veremos –replicó el ratón, que sin dejarse amilanar se afiló los dientes y la emprendió a mordiscos contra la cuerda principal del amarre.



Tan buenos son los ratones mordisqueando y desgatando lo que se propongan, a pesar de su tamaño, que tras sólo unos minutos de haber empezado su faena pudo vencer el grosor de la cuerda y liberar al león.

Este, entre sorprendido y agradecido, no tuvo más remedio que pedir perdón al roedor por sus comentarios y dar gracias por haberle salvado la vida.
Había comprendido de una vez y para siempre que en esta vida todos somos importantes y podemos ser útiles, sin importar nuestro tamaño o fuerza. Lo único que importa es el deseo y el empeño que le pongamos a aquello que nos mueve.

Por supuesto, desde ese día el ratón y el león de nuestra historia fueron muy buenos amigos. Andaban juntos siempre. 



El león le facilitaba alimentos al roedor, mientras este exploraba primero por él para ver que no hubiese trampas en el camino y si el felino caía en una, pues lo liberaba con su importante habilidad.




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