"Ventana abierta"
Solemnidad de la Natividad de san Juan Bautista
24 de junio de 2012.
+ José Ángel Saiz Meneses
obispo de Tarrasa
Verdad, valentía y libertad
Este domingo, 24 de junio, contemplamos el nacimiento
de san Juan Bautista, el Precursor, la voz que anuncia a Jesucristo. Se trata
de un nacimiento rodeado de signos prodigiosos, puesto que Juan nace de Isabel,
que ya era una anciana lógicamente estéril; por otra parte, Zacarías, el padre,
había perdido el habla en el templo, a causa de su incredulidad, y la recobrará
justamente cuando ponga a su hijo el nombre de Juan. Estos acontecimientos
sobrecogen a los vecinos y conocidos y se comentan por toda la montaña de
Judea, y llevan a la certeza de que la mano del Señor está con este niño.
La misión de Juan consistirá en dar testimonio de la
Luz, por eso invitará a la conversión, a abrir las puertas del corazón y acoger
la luz de Cristo. Su figura permanece actual, a pesar del paso del tiempo,
íntimamente unida a la venida de Cristo y también a su obra, que anuncia la
redención del mundo. Su ejemplo se mantiene vivo a los ojos de la Iglesia, que
ha de vivir en conversión continua y preparar los caminos del Señor anunciando
la Buena Nueva.
Desde Jerusalén y desde toda Judea, la gente llegaba
para escuchar su palabra y para hacerse bautizar en el Jordán. Su fama creció
hasta el punto de que muchos pensaban que quizá era el Mesías, pero él lo niega
con rotundidad cuando es preguntado al respecto. Lleva a cabo su misión desde
el testimonio de una vida íntegra y austera; con humildad, orientando a sus
discípulos hacia el encuentro con Cristo; predicando la conversión con valentía,
con parresia, y manteniéndose fiel hasta la muerte.
La humildad sitúa a la persona en la verdad y la
libera de la vanidad y de la soberbia. La persona humilde reconoce que todo lo
ha recibido de Dios. Nace del sentido de Dios, de la conciencia de su realidad,
de su omnipotencia, de la experiencia de que todo es don suyo. La humildad se
aprende también en la contemplación de Cristo Redentor y de su camino de
humillación hasta la muerte en cruz. No se trata sólo de una virtud importante,
sino que viene a ser como el fundamento de todas las virtudes.
También es preciso anunciar la Buena Nueva con
firmeza, con parresia, como hace Juan Bautista. Él da testimonio de la verdad
desde la libertad. En el momento presente, tanto de forma personal como
comunitaria, hemos de ser firmes y decididos, a la hora de dar testimonio de
nuestra fe en Cristo con libertad, con valentía y sin ambigüedades. Porque ésta
es una característica esencial de la misión evangelizadora de la Iglesia y de
cada cristiano, el hablar con coraje, con libertad y sin temor. El Bautista nos
da ejemplo de firmeza en el testimonio, y de verdadera humildad, no buscando la
propia gloria, sino la gloria de Dios.
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