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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

miércoles, 10 de diciembre de 2025

RINCÓN PARA ORAR. "VENID A MÍ Y APRENDED DE MÍ". Miércoles, 10 - Diciembre - 2025

 "Ventana abierta"

RINCÓN PARA ORAR


SOR MATILDE

VENID A MÍ Y APRENDED DE MÍ

28 « Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso.
29 Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
30 Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.» (Mt. 11, 28-30)

Jesús, emplea aquí cuatro verbos, que se refieren a Él mismo: “¡Venid a mí!”; “¡Yo os aliviaré!”; “¡Tomad mi yugo!” y, “¡Aprended de mí!”. Son cuatro verbos imperativos porque quién nos los dio, sabe lo que dice porque es Nuestro Señor y Dios. Y todos, van gradualmente: no voy a “tomar” y “aprender de Jesús”, si primero, no voy a Él.
El primero que, nos invita a ir a ÉI, es Él mismo: “nadie va al Padre sino por Mí”, y, “nadie viene a Mí, si el Padre, no lo ha atraído a Sí”. Pero, no tenemos que llorar como si fuéramos huérfanos, pues, el Padre, ya nos adoptó como hijos antes de ser creados y, de existir con uso de razón.
De aquí, el “porque, sólo Yo puedo aliviaros” de vuestras penas y carencias, de vuestros cansancios y agobios. El remanso de nuestras dolencias es Jesús, es como un seno cálido y pacificado donde nuestros males son transformados en bienes porque ese seno es el Amor, es el Espíritu santo. Y todo lo que toca Él, el Espíritu Santo, lo transforma en Amor. Repetimos una y otra vez que, la gracia hace que, “ya no viva yo, sino que es Jesús quien vive en mí”. Es la fe la que hace estas maravillas en nosotros, si le dejamos.
“Cargad con mi yugo”. Y, su yugo no es nunca en solitario, pues siempre será: yo y Otro que, comparte mi peso. Y, el que camina con Jesús, nunca está solo, además, antes de que entráramos en el yugo de Dios, Él, Jesús, lo llevó solo. Cargó con su Cruz hasta la muerte y lo hizo para una obra buena, para su gran obra de Amor. Pero, el ungüento que nutre este estar tranquilos con el yugo al cuello junto a Jesús, es la paciencia, la mansedumbre y, la humildad que, fueron las virtudes que Él nos trajo desde el cielo. Para que se vea que una fuerza tan extraordinaria sólo es de Dios y, nosotros aquí como el que recibe.
¿Qué objeciones hacemos a Dios para tomar sobre nosotros el yugo de Dios? Ninguna porque cuando estamos bajo su peso que, es ligero, experimentamos todas sus grandes virtudes, las de Jesús, el Hijo de Dios. En la dulzura del peso de la Cruz de cada día, sólo podemos prorrumpir en alabanzas y acción de gracias. ¿Qué he hecho yo de meritorio para que Dios me asemeje en todo a Jesús, su Hijo? ¡Nada, para recibir el ungüento precioso del Amor!
¡Jesús, que no huya o me esconda de la gracia que me persigue hasta darme alcance! ¡Qué mis tibiezas y olvidos de Dios no nublen mis ojos y el corazón a tanta generosidad con la que Jesús quiere rodearme porque, “No duerme ni reposa, el Guardián de Israel” y, siempre, “me cubre con su Sombra” y “está a mi derecha!”

¡Seamos, olvidadizos para el mal y despiertos, para el Amor! ¡Qué así sea! ¡Amén! ¡Amén!

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