"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
ME DA PENA DE LA GENTE PORQUE TIENEN HAMBRE
29 Pasando de allí
Jesús vino junto al mar de Galilea; subió al monte y se sentó allí.
30 Y se le acercó
mucha gente trayendo consigo cojos, lisiados, ciegos, mudos y otros muchos; los
pusieron a sus pies, y él los curó.
31 De suerte que la
gente quedó maravillada al ver que los mudos hablaban, los lisiados quedaban
curados, los cojos caminaban y los ciegos veían; y glorificaron al
Dios de Israel.
32 Jesús llamó a sus discípulos
y les dijo: «Siento compasión de la gente, porque hace ya tres días
que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en
ayunas, no sea que desfallezcan en el camino.»
33 Le dicen los
discípulos: «¿Cómo hacernos en un desierto con pan suficiente para saciar
a una multitud tan grande?»
34 Díceles Jesús: «¿Cuántos
panes tenéis?» Ellos dijeron: «Siete, y unos pocos pececillos.»
35 El mandó a la gente
acomodarse en el suelo.
36 Tomó luego los
siete panes y los peces y, dando gracias, los partió e iba dándolos a los
discípulos, y los discípulos a la gente.
37 Comieron todos y se saciaron, y de los trozos sobrantes recogieron siete espuertas llenas. (Mt. 15, 29-37)
En verdad que Jesús ha venido a nosotros para
sanarnos de nuestras enfermedades de cuerpo y de espíritu. Se sentó en un monte, en
despoblado y, allí, le llevaban todos los aquejados de algún mal.
Tres días, siguiendo a Jesús para recibir de ÉI Palabras de vida
eterna, y la salud. Lo primero que el hombre necesita son los bienes del
alma y, después, el alimento material. Así, tres días son muchos días para
que esta ingente muchedumbre se aleje de Jesús para ir a las aldeas distantes a
procurarse de comer. Están en descampado. Jesús lo sabe, y quiere remediar, con
su poder, esta pobreza causada por su seguimiento.
Allí, sólo tienen siete panes y unos
peces, humanamente una cantidad ridícula para toda esta gente.
Pero, el Señor, se complace en actuar en lo minúsculo
para realizar cosas grandes. ¡Así es nuestro Dios! Y, todo
lo hizo Jesús en un clima de sosiego y paz. Mandó sentarse a la gente en el
suelo, y tomando los panes y los peces se los iba dando a los
discípulos y, estos a las gentes. De sus manos, se multiplicaban los
panes por la fuerza de “la compasión de Dios”. Todos, iban
bendecidos y con la acción de gracias pues, Jesús, cuando realiza sus
milagros, primero da las gracias a Dios, dador de todo bien. Y, esto
para enseñarnos que nuestras peticiones a ÉI, siempre han de ir
precedidas de la gratitud.
¡Todos estaban asombrados, sin
poder explicar tal milagro! Pero, después
de saciarlos, Jesús, les pide que añoren un alimento
que salte hasta la vida eterna. ¡Está deseando mostrarles que, el
hambre de Dios, es más deseable e importante que los panes y los
peces abundantes porque, “no sólo de pan vive el hombre, sino de
toda Palabra que sale de la boca de
Dios”! Y, esta Palabra es Jesús el Único Hijo
del Padre que, quiere darnos su Cuerpo y
su Sangre para que, nos saciemos de bienes
sobrenaturales, de los que nos van a llevar a la vida eterna.
¡Señor, danos de ese pan y con él, no añoraremos los bienes de este mundo que, son buenos en sí, pero insuficientes para llegar a ver a Dios! ¡Sácianos del torrente de tus delicias, porque, sólo en tu Luz podemos ver la verdadera luz! ¡Aleja de nosotros todo apetito desordenado de la tierra porque el que ha sido envuelto con tu Luz, tu gracia divina, sólo sabe irradiar bondad y amor que, Ése eres Tú! ¡Hazlo Tú, Señor! ¡Qué así sea! ¡Amén! ¡Amén!





No hay comentarios:
Publicar un comentario