"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
HABLA BIEN DE MÍ QUIEN USA MI PODER
38 Juan le
dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no
viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros.»
39 Pero Jesús dijo: «No se
lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que
luego sea capaz de hablar mal de mí.
40 Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.» (Mc. 9, 38-40)
¿Cómo es posible no amar a quien usa el Nombre
de Jesús para hacer milagros, para socorrer las miserias humanas que
ve a su alrededor? Ese quizás no ha conocido a
la Iglesia, pero está dentro de ella sin saberlo. Pues,
la Iglesia la forman los que aman a Jesús y su Evangelio. Y
estos son dignos del amor especial de Dios. Estos son
también “de los nuestros”, porque “por sus obras los
conoceréis”.
Juan tiene todavía una mirada estrecha sobre la
obra de Redención de Jesús, todavía cataloga a los hombres por
lo exterior: “los que no son de nuestro grupo” y “los que están
alrededor de Jesús” siguiéndole. Pero, ya advirtió Él
mismo a los suyos que “vendrían de oriente y occidente y se sentarían
en su Reino”, porque lo que busca Jesús son los hombres de
fe y “el Espíritu Santo ha descendido sobre ellos igual que
sobre nosotros”. Dios no tiene acepción de personas y si se eligió al
principio un grupo pequeño para ser los Discípulos de Jesús, lo
hizo en vistas a la misión. Ellos son enviados al mundo entero para predicarles
la Salvación que nos ha traído Jesús, el Señor del
mundo: “Id y haced discípulos de todos los
pueblos, bautizándolos en el Nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo”.
Donde exista un hombre que hable bien
de Jesús, que no esté en contra de ÉI, allí está en
potencia un futuro discípulo que, si está abierto a la acción
del Espíritu Santo sobre él, podrá llegar a ser un hijo de Dios, es
un santo entre las manos del Espíritu de Jesús. Porque “Jesús
no ha venido a llamar a los justos, sino a los pecadores
para que se conviertan”. Es el celo de Jesús el que le hace
buscar la oveja perdida y dedicarle sus desvelos y golpes de
gracia. Porque los justos, los fieles, están a buen seguro en el
redil de Dios y disfrutan de los dones y gracias del Padre.
Y lo dijo Jesús en una parábola: “todo los mío, hijo querido, es
tuyo”. ¡Así, tenemos que alegrarnos de que todos los hombres amen a Dios
y le sigan!
¡Jesús, que el ser de tus ovejas fieles no
despierte en nosotros los celos por los que todavía no te
conocen! ¡Al contrario, danos un amor humilde y un celo bueno
para acercarnos a los hermanos que están lejos! ¡Qué siempre sea
nuestra palabra para ellos, amable, dulce, humilde y llena
de amor que les despierte lo mejor que cada uno lleva en el
corazón! ¡Haznos bondadosos y comprensivos y nunca jueces de su vida o de
su obra, porque: “Uno sólo es Legislador
y Juez, ¿quién eres tú para juzgar el
prójimo?” que nos ha dicho Jesús.
Que nuestra vida despierte en estos hermanos ignorantes de Jesús, su Salvador, un deseo de imitarnos que no será sino imitar a Jesús, a través nuestro, ¡pues todos somos iguales en la pobreza y en nuestros pecados! ¡Siempre acercarnos a ellos desde abajo y no con gestos o palabras que están muy lejos de un hijo del Padre y hermano de Jesús! ¡Que así sea por tu Espíritu Santo! ¡Amén! ¡Amén!
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