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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

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Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

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Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

domingo, 28 de enero de 2024

Homilía: "DOS REACCIONES ANTE JESÚS". Domingo 4º Tiempo Ordinario Ciclo B. 28 - Enero - 2024

"Ventana abierta"

P. Leonardo Molina García. S.J. 

Domingo 4º Tiempo Ordinario Ciclo B. 

DOS REACCIONES ANTE JESÚS 

José Luis Sicre
Fe adulta

Marcos ha presentado a Jesús recorriendo Galilea para anunciar la buena noticia del reinado de Dios. Pero no ha dicho nada de cómo reaccionaba la gente. Sabemos que cuatro muchachos, atraídos por su persona, lo dejan todo para seguirlo. ¿Y el resto? El evangelio de hoy constata dos reacciones opuestas: la mayoría de la gente se asombra de la autoridad de Jesús y de su poder sobre los espíritus inmundos; pero estos se rebelan inútilmente contra él.

El asombro de la gente

Marcos nos sitúa en uno de los pueblos más importantes de Galilea, Cafarnaúm, nudo de comunicaciones con Damasco. Un sábado, Jesús entra en la sinagoga y enseña. Marcos no se detiene a concretar su enseñanza. Lo que le interesa es la reacción del auditorio.

«Con autoridad, no como los escribas». La idea es curiosa, porque los escribas no eran gente impreparada e ignorante, que decían cualquier tontería para salir del paso. Tenían una larga y profunda formación. Pero, en opinión de la gente, enseñaban sin autoridad, incapaces de tener una idea propia, de aportar algo nuevo. Jesús, en cambio, los asombra por esa autoridad. ¿Qué dijo para suscitar esa impresión? Marcos no lo concreta, porque su táctica consiste en despertar la curiosidad del lector y animarlo a seguir leyendo.

El rechazo de un pobre diablo

No todos están de acuerdo con lo escuchado. Hay uno que reacciona en contra: un endemoniado. En realidad, se trata de un pobre diablo. No opone resistencia. Sólo puede protestar, reconocer que los suyos están derrotados y abandonar, retorciéndose y huyendo, el campo de batalla.

Espíritus inmundos y demonios forman, en la concepción dramática de Mc, el ejército de Satanás. Las palabras que pronuncia el espíritu condensan el misterio de Jesús y de su actividad. El que aparentemente es solo un hombre natural de Nazaret llamado Jesús es, en realidad, «el Santo de Dios». Este título es muy raro. Solo se encuentra aquí, en el texto paralelo de Lucas, y en el evangelio de Juan, cuando Pedro, después de que muchos abandonen a Jesús, afirma: «Nosotros hemos creído y reconocemos que tú eres el Santo de Dios» (Jn 6,69). Lo que Pedro y los demás discípulos han terminado creyendo, superando una gran prueba de fe, el endemoniado lo sabe de entrada. Descubrir el misterio de Jesús será una de las misiones del lector del evangelio.

En cuanto a su actividad, la pregunta del endemoniado la deja claro: ha venido a acabar con los demonios y con el poder de Satanás. Al lector moderno le resulta un lenguaje extraño. Prefiere hablar de lucha contra el mal, de victoria del bien sobre las fuerzas del mal. Pero Marcos se mueve en otras coordenadas culturales y religiosas.

Aparece por primera vez, en este contexto, una idea que se repetirá muchos en Mc: Jesús impone silencio al espíritu, prohibiéndole hacer pública su verdadera identidad.

La guerra contra Satanás y los espíritus inmundos

Marcos concibe su evangelio como una guerra entre el bien y el mal. Inmediatamente después del bautismo, Jesús es impulsado por el Espíritu al desierto, y allí es tentado por Satanás, mientras los ángeles le sirven. Marcos no cuenta ninguna de las famosas tentaciones. Se limita a presentar a los dos adversarios en lucha: Jesús y Satanás. Y esa guerra continúa con una batalla, vencida fácilmente por Jesús, contra un soldado de Satanás.

Ya que nuestra idea del demonio está muy marcada por ideas posteriores, recuerdo que en el evangelio de Marcos los espíritus inmundos aparecen con dos rasgos principales: a) Sirven para explicar casos muy complicados para la medicina de la época. b) Expresan la oposición radical al plan de Dios y a la actividad de Jesús.

Marcos dejará claro a lo largo de su evangelio que los enemigos más peligrosos de Jesús no son los demonios sino los hombres. Serán ellos quienes terminen matándolo.

Admiración final

Tras la huida del demonio, el protagonismo pasa a los presentes en la sinagoga. Antes se admiraron de la autoridad con la que enseña Jesús. Ahora se quedan estupefactos al ver que, además, tiene también poder sobre los espíritus inmundos. Y se preguntan: “¿Qué es esto?” ¿Qué está ocurriendo aquí?

¿Cuál será nuestra reacción?

Marcos ha presentado dos reacciones muy opuestas ante la persona y la actividad de Jesús: admiración y rechazo. Con ello queda claro lo que espera de cada uno de sus lectores. Decía un pensador griego que «el asombro llevó a los hombres a filosofar». Marcos, de forma parecida, sugiere que la admiración es el punto de partida para creer en Jesús. Poco a poco, la pregunta de la gente «¿qué es esto?» se convertirá en «¿quién es éste?».

¿Un profeta como Moisés? (Deuteronomio 18,15-20)

Jesús, en el evangelio de hoy, no se presenta como profeta, ni su auditorio lo reconoce como tal. Sin embargo, como primera lectura se ha elegido un texto del Deuteronomio en el que Dios promete que, tras la muerte de Moisés, no dejará de comunicarse al pueblo, sino que le suscitará a un profeta como él. Aunque el texto hable de «un profeta», en realidad se refiere a una serie de ellos, a todos los profetas que, a lo largo de la historia de Israel, le transmitirán la palabra de Dios. Sin embargo, la tradición cristiana vio en este profeta a Jesús.

Buscando una relación con el evangelio, podríamos verla especialmente en las palabras «Yo mismo pediré cuentas a quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre», aplicadas al personaje poseído de un espíritu inmundo que rechaza a Jesús.

«No endurezcáis vuestro corazón» (Salmo 94)

El salmo ha sido elegido por su relación con la primera lectura, en la que Dios exige escuchar al profeta que hable en su nombre, pero es fácil relacionarlo también con el evangelio. El poseído por el espíritu inmundo endurece su corazón, rechaza a Jesús. Nosotros debemos aclamar al que nos salva, darle gracias y escuchar su voz.

De mi cosecha:
P. Leonardo

1.    Espíritu inmundo… ¿Qué serán los espíritus inmundos) ¿Los tengo yo? ¿Qué son los demonios? = Pues, eso,  espíritus inmundos…

2.    Aquello sucio que nos posee… ira, envidia, pereza, depresión, dejadez,  rencores, desesperanzas asumidas, fanatismos, cabezonerías, intolerancias, racismos, malas lenguas, debilidades… Esos son espíritus inmundos, sucios, malolientes, inquietantes…

3.    Espíritus, fuerzas psíquicas interiores, profundas, insertadas en nuestra psicología que  nos empujan hacia el mal, es decir, demonios, endemoniados. Compañeros, pues, de viaje…

4.    ¿Y qué sucede con nuestros demonios en contacto con Jesús, con su Espíritu santo? Pues que los echa, los expulsa. Son incompatibles.

5.    Nosotros mismos lo reconocemos: es difícil arrojarlos fuera… se resisten, se “retuercen”. En el fondo, reconocemos su malicia y la bondad de convivir sin ellos, que seremos mucho más felices con el poder de Jesús. Pero nos resistimos. Nos quedamos admirados del poder de Jesús. Como ellos

6.    Jesús, nos advierte  de dos peligros ante su persona: Él no es un curandero. Tampoco es un político. El trabaja en el fondo de cada alma. Callando, sembrando semillas, animándolas… Y dándonos esa tarea: expulsar con su poder nuestros propios demonios y expulsando en cuanto podamos y humildemente los  de los demás. Y eso lleva su tiempo… hay que respetar los tiempos de Dios (no son las prisas nuestras).

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