"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
JESÚS, TAMBIÉN ES TENTADO POR EL DIABLO
1 Entonces Jesús fue llevado por
el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.
2 Y después
de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre.
3 Y acercándose
el tentador, le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se
conviertan en panes.»
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Mas él respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino
de toda palabra que sale de la boca de Dios.»
5 Entonces el
diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo,
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y le dice: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito:
A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece
tu pie en piedra alguna.»
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Jesús le dijo: «También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios.»
8 Todavía le
lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del
mundo y su gloria,
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y le dice: «Todo esto te daré si postrándote me adoras.»
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Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor
tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto.»
11 Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían. (Mt. 4, 1-11)
Jesús, experimentó
en su cuerpo de carne y en su persona, todo menos el
pecado. Así, la tentación y la cercanía del Maligno, la
sintió en su piel, a lo vivo. Y como su naturaleza humana, era
también perfecta su sensibilidad y,
por tanto, muy receptor a todos los estímulos que le
reclamaban. Al Demonio, lo sintió cercano, hasta por el
olor. Y como éste, no es original, siempre quiere
atraer por los estímulos. Y los primeros, los del cuerpo.
Jesús, antes
de comenzar su obra salvífica a favor de los hombres, quiso retirarse al
desierto para orar, para llenarse de la unión con Dios en cuarenta días de
soledad, con Él sólo. Pero no sólo para orar, sino para ser
tentado por el Diablo. Esto, nos lo afirman los Evangelistas y
nos parece extraño. Pero si profundizamos en la Palabra de Dios,
vemos que Jesús quiso reproducir en su Persona, los cuarenta
años que su pueblo elegido pasó en el desierto. Ellos, también
experimentaron las tentaciones. Primero de la gula, pidiendo a Dios
carne y también pan a su gusto. Y el pueblo, sucumbió a la
tentación, protestando y quejándose a Dios. También, Jesús sintió
hambre, un hambre voraz, después de cuarenta días de
ayuno. Pero, sus ojos estaban clavados en Dios, su Padre, y
confiaba.
En
esta coyuntura de Jesús, el Maligno, se le acercó para
insinuarle un milagro a su favor: hacer de las
piedras, pan. Pero, aunque Jesús estaba débil de fuerzas
físicas, su mente y voluntad estaban prestos y lúcidos para escuchar la
Palabra de Dios: “no sólo de pan vive el hombre, sino de
toda Palabra que sale de la boca de Dios”. ¡Ella, sí que es
alimento para el alma y para el cuerpo!
En otra ocasión, el Diablo, volvió a tentarle, pues si era Dios, podía caer en el vacío y todos creerían en él. Pero Jesús, ante tan burda proposición, le dice que “al Señor tu Dios, no puedes tentarle” ¿. Y, por último, le propone que lo adore, a cambio de darle todos los mundos con su gloria fatua. Pero, la misión que Jesús recibe del Padre, no es que conquiste la vacuidad de este mundo, sino que libere a los hombres del poder de Satanás y adore y ame a Dios sobre todas las cosas. Y es que, Dios es bueno, el Único bueno que, de esta bondad, sacó toda su creación y porque la ama, la quiere salvar y rescatar del pecado y de la muerte. Y el Padre, no le propuso a Jesús, su Hijo, una redención a base de gloria y de violencia, sino que le ofreció una cruz donde el pecado de los hombres le llevaría al dolor y a la muerte. Pero en ella, estaba clavado todo el amor de Dios, y por ello, tiene capacidad de resucitar a Jesús y a todos los que le siguen: todos los muertos que, han creído en Él y lo han amado:
¡Señor, nosotros también sentimos las tentaciones del Maligno en nuestra vida! ¡Pero Tú, nos has dado un arma infalible contra su poder satánico: la oración confiada e incansable! Pues, ¿quien acudió a Dios y no fue escuchado? El Señor, siempre vela por sus siervos fieles que, le claman a gritos, día y noche. Y su oración a Dios, es Palabra de Dios: “¡no nos dejes caer en la tentación y líbranos del Maligno!” Jesús, nos entregó el Padre-Nuestro con tanto amor que, se le conmueve el Corazón al escucharlo de nuestros labios: “¡Escucha Señor, atiende Señor, actúa sin tardanza, por tu honor y tu gloria! ¡Amén! ¡Amén!
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