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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

domingo, 5 de agosto de 2012

Homilía Domingo XVIII del tiempo ordinario. Domingo, 5 - Agosto - 2012.

 "Ventana abierta"

 

 Domingo XVIII del tiempo ordinario
Jesús se hace presente 


Nosotros le vimos en Emaús. Bueno, mejor dicho… nos vio Él a nosotros. Estábamos ciegos por el dolor y el llanto. Frustrados, rotos, traicionados… ¡Menudo estafador! ¡Él, que nos prometió instaurar la suerte de Israel! Huíamos de todo aquello, con un sentimiento amargo de traición y pena. Madrugamos, pues la noche era demasiado larga. Cleofás iba delante. Yo, callaba detrás de él. Seguía sus pasos como cuando iba detrás de los del Maestro. Así me entretenía y olvidaba pensamientos absurdos. De vez en cuando una palabra, una queja.
Él se nos cruzó. ¡Qué torpes estábamos! ¡Tantos meses con Él y ahora no le reconocíamos! Es que nos mataba la pena, y no estábamos para mirar ni pensar. Hablaba, y hablaba. Era un Maestro de la Ley, pero no como los de Jerusalén. No sabía nada de Jesús, pero era como si lo conociera de siempre… Nos cayó bien aquel paisano...
Como se hacía tarde y no queríamos parecer desconsiderados, le pedimos que se quedara con nosotros. ¡Las leyes de hospitalidad obligan! Cleofás estaba más tranquilo. Yo observaba con un poco más de calma. Nos sentamos a la mesa. Y algo pasó. No me preguntéis qué fue; no sabría expresarlo. Como si se nos hubieran abierto los ojos, el alma entera. ¡Claro! ¡Él era el Maestro! ¡Y estaba vivo como nos prometió! ¡Si es que teníamos el alma entera abrasada!
Echamos a correr. Aún lo recuerdo: era oscuro, pero nos movía la alegría. No sé ni cómo llegamos vivos a Jerusalén. ¡Mensajeros de buenas noticias queríamos ser, pero ellos se adelantaron! ¡Ha resucitado –nos dijeron-, ha estado con nosotros! Nos abrazamos, nos sentamos a hablar desesperadamente… Y era verdad: Él estaba allí, como si nunca se hubiera ido. El resto ya lo sabéis: lo reconocimos al partir el pan, y es como si aquella Cruz del Viernes fuera alimento, pan partido, salvación regalada...

Dominicos

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