"Ventana abierta"
Los cinco minutos del Espíritu Santo
Mons. Víctor Manuel Fernández
Recordemos que "donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad" (2 Corintios 3,17).
Nosotros creemos que somos libres cuando estamos solos, cuando nadie nos molesta, cuando podemos hacer lo que queremos, cuando nos dejamos llevar por nuestras inclinaciones naturales. Una persona que se entrega al alcohol o a la droga se engaña creyendo que es más libre que los que no lo hacen. Pero los demás pueden ver cómo esa persona cada vez está más limitada, cada vez está más dependiente del alcohol y de la droga, cada vez es menos libre para elegir otras cosas, hasta que le resulta imposible vivir sin el vicio. ¿Quién puede ser tan ingenuo como para llamarle libertad a eso?
La libertad es un don que Dios nos da para que vayamos haciendo un camino positivo en la vida, un camino que nos lleve a la felicidad. En ese camino el Espíritu Santo nos va sanando y nos va liberando de las cosas que nos esclavizan, y así cada vez somos más libres: nada se nos hace indispensable, nada se nos hace absoluto, somos realmente libres para elegir porque nada nos domina. Esa es la libertad del Espíritu. Pero en realidad, cuando San Pablo nos habla de la libertad del Espíritu Santo, quiere decir que no nos sentimos obligados a ser buenos y santos, sino que lo hacemos porque estamos inclinados a eso desde lo más profundo de nuestra libertad; vivimos bien porque así lo elegimos con toda libertad. Nadie podrá decirnos que estamos obligados a amar a Dios. El amor es libre o no es amor, porque es imposible obligar a alguien a amar. Esa es la maravillosa libertad del Espíritu Santo.
Oración inspirada en la reflexión de Los Cinco Minutos del Espíritu Santo del 29 de septiembre
"Espíritu Santo, fuente de verdadera
libertad, hoy te pido que me liberes de todo lo que me ata y me impide elegir
el bien con alegría. No permitas que me deje engañar por falsos deseos que
parecen libertad, pero en realidad me esclavizan.
Dame un corazón sanado por tu gracia, capaz de
vivir sin depender de nada que me aparte de ti. Enséñame a elegir lo bueno no
por obligación, sino por amor, desde lo profundo de mi libertad interior.
Espíritu Santo, que nada me domine, que nada ocupe tu lugar en mi vida. Quiero caminar contigo hacia una libertad que me haga más humano, más generoso y más feliz. Que mi manera de amar a Dios y a los demás sea una decisión libre, sostenida por tu fuerza y tu luz.
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