"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
VERÁN Y OIRÁN, PERO NO ENTENDERÁN
10 Y acercándose los
discípulos le dijeron: «¿Por qué les hablas en parábolas?»
11 El les respondió:
«Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los
Cielos, pero a ellos no.
12 Porque a quien
tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le
quitará.
13 Por eso les hablo
en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden.
14 En ellos se cumple
la profecía de Isaías: Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero
no veréis.
15 Porque se ha
embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han
cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón
entiendan y se conviertan, y yo los sane.
16 « ¡Pero dichosos
vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen!
17 Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron. 10 y acercándose los discípulos le dijeron: «¿Por qué les hablas en parábolas?»
Los discípulos de Jesús se extrañan
de que a ellos ÉI les revele “los secretos del Reino de
los Cielos” y al resto de los oyentes les
hable en parábolas, es decir, no abiertamente. Pero, al
principio de la predicación de Jesús, también ellos tenían que recibir su
enseñanza en parábolas. Porque después, “en casa”, le pedían que les
dijera que significaban. Así se lee en el Evangelio que sucedió con
la parábola del trigo y la cizaña y otras.
La comprensión de
la Palabra de Jesús fue paulatina. Poco a poco iban
entendiendo las cosas del Reino. Y es que, al final de la vida de Jesús, les
hizo saber que ellos comprendían todo su mensaje no por el progreso de su agudo
entendimiento sino porque “Otro”, del Cielo, “el Espíritu Santo, os lo enseñará
todo y os recordará todo lo que Yo os he dicho”. Sin el Espíritu
Santo, que es “Luz que penetra las almas”, el hombre no puede llegar a las
verdades del Reino. Porque ¿cómo entender, “al que tiene se le dará y tendrá de
sobra y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene”?
Los Apóstoles y los fieles a
Jesús son privilegiados porque su alma ha dado un salto de gigante de las
cosas de la carne al mundo del Espíritu, donde Jesús está
sentado a la derecha de Dios. Cuando vivían de las cosas del
mundo, su corazón estaba como embotado, como ciego a bienes
más altos. La misericordia de Dios “les abrió el
entendimiento para comprender las Escrituras” y de aquí, vivir
del Espíritu y por el Espíritu Santo. Él es
el “recordatorio” que llenará sus mentes y corazones de la vida
de Jesús, de ser como Él, de llegar a vivir dando los mismos pasos
que dio Él: entregar la vida hasta la muerte
en Cruz. ¡Esto no es comprensible sin la inhabitación
del Espíritu Santo en los corazones de los discípulos!
Mas, ¿cómo se explica que “al que tiene se le dará y le sobrará y al que no tiene se le quitará lo poco que tiene”? Los primeros, se aprovechan de todas las gracias que Dios les da y las multiplican con la efusión del Espíritu Santo. Ellos, son los que “tienen hambre y sed de justicia". Cuanto más aman, quieren amar más y no se ven hartos de suplicar que venga sobre ellos el Espíritu de la Verdad, el Espíritu Consolador, el Dulce Huésped del alma, la Divina Luz que nos abrasa con su fuego, no hiriéndonos, sino dándonos a gustar del Torrente de sus delicias. Y ¿qué más decir de aquellos que han sido tocados por Dios y ya no pueden salir de su Amor?: éstos son los santos, los bienaventurados ya en esta vida... ¿Y los otros?: son pobres pecadores que no entienden ni gustan de Dios porque están atados a su gusto, a veces no bueno. Dios también vela sobre ellos para que se conviertan al Amor, porque “Dios es Amor” y no puede dejar de amar a toda criatura. Nuestra oración por ellos, ofrecida generosamente, hará el milagro para que al fin todos alaben la Bondad de Dios. ¡Señor, haznos santos y buenos en tu presencia! ¡Qué así sea! ¡Amén! ¡Amén!
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