"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
NO ANDÉIS INQUIETOS, SÓLO UNA COSA OS ES NECESARIA
38 Yendo ellos de
camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa.
39 Tenía ella una
hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra,
40 mientras Marta estaba
atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te
importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.»
41 Le respondió el
Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas;
42 y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.» (Lc. 10, 38-42).
De nuevo, Jesús nos habla de la exigencia
del Reino. Él fue hospedado en casa de tres hermanos: Lázaro, Marta y María. Cada uno
de ellos tiene una forma muy diferente de mostrarle su acogida. Lázaro
está compartiendo la mesa con Él, es el anfitrión, el señor de la casa y
le trata con gran deferencia; Marta, se desvive por servirle, porque
todo esté a punto ante su insigne huésped: “está inquieta y
preocupada por muchas cosas”; y María, la hermana menor de ambos,
está “sentada a los pies de Jesús” y no hace otra cosa mejor que
escucharle: está embelesada, embobada con lo que dice
sobre Dios y el Reino de los cielos. Ésta ha dado
de lado todo lo que rodea al Maestro y sorbe y bebe los bienes de
allá arriba que percibe con su presencia.
Jesús no rechaza y valora
las dos formas primeras de darle
acogida en su vida, pero dice “ser mejor” lo que
hace María porque ella es todo oídos y bebe como a sorbos
la Palabra de Dios. De hecho, el Mandamiento que Dios dio a su
pueblo de Israel fue el "Shemá”: Escucha Israel, oye Israel". ¿Y qué ha de
oír y escuchar?: “El Señor nuestro Dios es
solamente uno. Amarás al Señor tu Dios, con todo
el corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Es una
oración de total adoración, de un alma que ha quedado enamorada de
este Dios que se le ha acercado y manifestado.
Se dice que nuestro mundo de hoy no sabe
escuchar. Y es que, para dejarse entrar en el Misterio del ser
del Otro, hemos de apartar toda distracción, todo otro deseo que no sea el
oír lo que se me está diciendo, lo que quiere que penetre en mi corazón
directamente del Corazón
de Dios. Él tiene Palabras de vida eterna. ¡Qué
bien lo entendió san Pedro al decir al Señor: “¿a quién vamos a
acudir?, Tú tienes Palabras de vida eterna y, nosotros creemos y
¡sabemos que Tú eres el Santo consagrado por Dios!”. Esta certeza y
seguridad en la confesión es el fruto de la escucha
atenta, porque “el que se pega a Él, sorbiendo
su Palabra, se hace un solo espíritu con Él”.
¡Señor Jesús, que tu
presencia viva en mí, me haga ver la luz y me despierte
para oír Palabras de vida eterna! ¡Tu Espíritu Santo desea
hacer esta obra en mí para ya no vivir de mí sino del Amor
de Jesús en mí! ¡Despiértame a tu presencia, pues el
salmista dice: “el Señor guarda tu alma y
está a tu derecha”; “Oigo en mi corazón, ¿buscad
mi Rostro, tu Rostro buscaré Señor?, no me escondas tu
Rostro”. Sí, busco en lo que rezo, con atención
activa, y notaré con la fe que mi Guardián en verdad me
tiene bajo su Sombra bienhechora, por eso
no vacilaré nunca, porque ÉI está a mi derecha”. Yo
puedo dormir y despertar, pero mi Señor no duerme.
¡Jesús divino, no te canses de pronunciar tu Palabra para mí, Palabra que me llega al corazón y me acompaña en cada latido de vida! ¡Mi plegaria será siempre: ¡Ven, Jesús; ven Jesús con tu Espíritu Santo! ¡Qué así sea! ¡Amén! ¡Amén!"
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