"Ventana abierta"

RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE

ORAR CON
LAS PALABRAS DE JESÚS AL PADRE
1 Y sucedió que,
estando él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus
discípulos: «Señor, ensénanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos.»
2 El les dijo: «Cuando
oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino,
3 danos cada día nuestro pan
cotidiano,
4 y perdónanos nuestros pecados
porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer
en tentación.»
5 Les dijo también:
«Si uno de vosotros tiene un amigo y, acudiendo a él a medianoche, le dice:
"Amigo, préstame tres panes,
6 porque ha llegado de viaje a
mi casa un amigo mío y no tengo qué ofrecerle",
7 y aquél, desde dentro, le
responde: "No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo
estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos",
8 os aseguro, que, si no se
levanta a dárselos por ser su amigo, al menos se levantará por su importunidad,
y le dará cuanto necesite.»
9 Yo os digo: «Pedid y
se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.
10 Porque todo el que
pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
11 ¿Qué padre hay entre vosotros
que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra;
12 o, si pide un huevo, le da un
escorpión?
13 Si, pues, vosotros,
siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre
del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!» (Lc. 11, 1-13)
¿Cómo sería la oración de Jesús
al Padre? Los discípulos lo vieron en lugar apartado y allí, inmóvil,
le hablaría al Padre de tantas cosas que Jesús tenía en el
corazón como hombre. Porque lo que ÉI comunica con el Padre,
como Verbo de Dios, eso no era oración, sino comunicación
de Amor que ambos ya se lo decían desde toda la eternidad. Pero el
diálogo como hombre era inédito, pues una sola vez
el Verbo de Dios se ha hecho como uno de nosotros:
pobre, necesitado, ansioso de que el Padre cubriera toda su
humanidad y la fuera atrayendo hacia Sí, y ¡aquí se ve
que Jesús fue verdadero hombre!
Estas cosas las percibían los discípulos
como veladamente, pero no así la realidad de verle orar el Padre. Por esto
le piden que les enseñe cómo hace ÉI y lo que hace.
Y, Jesús, les trasvasa a sus corazones la oración
del Padre-Nuestro.
Es al Padre a quien han de dirigir todas
sus plegarias, desde pedirle el pan de cada día hasta la inhabitación
del Espíritu Santo en sus corazones. Intuyen los discípulos
que, con Él, todo les será dado y en su día todo lo comprenderán, lo
que agrada al Padre. Y también en su día intuyen que ya no
rezarán suplicando, sino que le alabarán gozando. Pues, ¿no le
dijo san Pedro a Jesús que tenía Palabras de
vida eterna?
Pero, el Padre de Nuestro Señor
Jesucristo está en el cielo, no es de la tierra, “habita en
una Luz inaccesible” a nuestros pobres ojos. Y esa Luz es
la Luz de la Divinidad, a la que nosotros no
podemos acceder. Es Jesús el que, con su Persona, humano-divina
nos puede acercar al Padre. Así ha querido
llamarnos “amigos, porque todo lo que ha oído al Padre nos
lo ha dado a conocer” y “el Amor con que el Padre
ha amado al Hijo, ¡ese
mismo!, esté en ellos y Jesús en ellos”.
¡Conocer y amar
al Padre como Jesús, esto es la vida eterna! Esta
obra inaudita y grandiosa de salvarnos y endiosarnos en Cristo es hecha
por el Espíritu Santo, que como es el Amor entre
el Padre y el Hijo, nos hace entrar en
la Trinidad Santísima, en la vida íntima de Dios.
¡La oración del Padre-Nuestro nos
revela Misterios en la Persona de Jesús! ¡No hay
oración más perfecta que ésta, es el Reino de
los Cielos el que Jesús con su amor y su predicación
nos ha abierto la puerta de par en par!: “¡Portones,
alzad los dinteles, que se alcen las antiguas
compuertas, porque va a entrar el Rey de
la Gloria!”. Las antiguas profecías abrieron sus
compuertas y nos hablaron de Jesús, el Deseado de
los pueblos. En ÉI se han cumplido todos los oráculos porque
en Jesús, el Hijo de Dios, se ha llevado a cabo
toda la voluntad del Padre, su designio desde toda la eternidad.
¡Oh Señor, haznos entrar en estos mundos arcanos donde Dios habita, donde ninguna criatura ha pisado
sus umbrales hasta que el Hijo de Dios nos abrió
el Paraíso por la fuerza de su Resurrección! ¡Ven Jesús a
nuestros corazones y escúchanos por tu misma oración perfecta hecha al Padre!
¡Qué así sea! ¡Amén! ¡Amén!
