"Ventana abierta"
Boletín Salesiano Don Bosco en Centroamérica
MALDITOS, DELINCUENTES
01 Julio 2017
Por Papa Francisco
Jesús se acerca a
Jerusalén y – probablemente desde un punto más alto que le permite verla
– la observa y llora, dirigiendo estas palabras a la ciudad: “¡Si hubieras
comprendido también tú, en este día, lo que conduce a la paz! Pero ahora ha
sido escondido a tus ojos”.
También hoy Jesús llora. Porque nosotros hemos preferido el camino de las
guerras, el camino del odio, el camino de las enemistades. El mundo sigue
haciendo la guerra, sigue haciendo las guerras. El mundo no ha comprendido el
camino de la paz.
Matanzas inútiles. Hoy hay guerra por doquier, hay odio. ¿Qué
queda de una guerra, de esta que estamos viviendo ahora? ¿Qué queda? Ruinas,
miles de niños sin educación, tantos muertos inocentes: ¡tantos!, y tanto
dinero en los bolsillos de los traficantes de armas.
Una vez Jesús dijo: “No es posible servir a dos patrones: o a Dios, o las
riquezas”. La guerra es precisamente la elección por las riquezas:
“Construyamos armas, así la economía se equilibra un poco, y vamos adelante con
nuestro interés”.
Hay una palabra fea del Señor: “¡Malditos!”. Porque él ha
dicho: “¡Bienaventurados los constructores de paz!”. Quienes trabajan por la
guerra, que hacen las guerras, son malditos, son delincuentes. Una guerra se
puede justificar, entre comillas, con tantas, tantas razones. Pero cuando todo
el mundo, como sucede hoy, está en guerra, ¡todo el mundo!, es una guerra
mundial, a pedazos: aquí, allá, allá, por doquier. No hay justificación. Dios
llora. Jesús llora.
Mientras los traficantes de armas hacen su trabajo, están los pobres agentes de
paz que solo para ayudar a una persona, a otra, a otra, y a otra, dan su vida.
Como hizo un icono de nuestros tiempos, Teresa de Calcuta. Contra la cual
también, con el cinismo de los potentes, se podría decir: ¿Pero qué ha hecho
esa mujer? ¿Ha perdido su vida ayudando a la gente a morir? No se comprende el
camino de la paz...
Nos hará bien también a nosotros pedir la gracia del llanto
por este mundo que no reconoce el camino de la paz. Que vive para hacer la
guerra, con el cinismo de decir que no hay que hacerla. Pidamos la conversión
del corazón. Que el mundo vuelva a encontrar la capacidad de llorar por sus
crímenes, por lo que hace con las guerras.
Dolor de
un Padre
“Después de la explosión, salí a socorrer a mis vecinos y familiares.
Volví al cabo de cuatro horas y mi hermano y mis dos pequeños estaban muertos”,
cuenta Abdulhameed.
Abdulhameed Al Yousef perdió a 22 familiares en el supuesto
ataque químico ocurrido en Khan Sheikhoun, Siria, el pasado 7 de abril.
Entre ellos se encontraban su mujer y sus dos gemelos de 10 meses, Ahmed y Aya.
BBC Mundo
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