"Ventana abierta"
Los invitados a la boda-
Parábola.
Blog católico de Javier
Olivares-baionés jubilado-Baiona
Un comentario del Evangelio muy
interesante del
Pbro. Carlos Sandoval Rangel
Para participar del Reino de Dios
hay una condición indispensable:
La caridad
XXVIII domingo del tiempo
ordinario A
Siguiendo
con el tema del Reino de los cielos, Jesús nos presenta la parábola del
banquete de bodas que el rey preparó para su hijo, al cual invitó a las
personas distinguidas del pueblo, pero estas se negaron a asistir una y otra
vez, por lo cual pidió a sus criados que salieran e invitaran a cuantos pasaran
por los cruces de los caminos. “Los criados salieron a los
caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala del
banquete se llenó de convidados” (Mt. 22, 1-14).
Esta
parábola parte de un hecho histórico e incluye un trasfondo doctrinal muy
profundo: Resulta que en el pueblo, había muerto un publicano muy rico, que
conmovió a todo el pueblo, recibió una sepultura con grandes honores y ese día
la vida laboral del pueblo se detuvo. También murió un escriba tenido por
muchos como justo, pero pobre, más su muerte paso desapercibida para el común
del pueblo. En adelante este hecho fue motivo de grandes discusiones en las
escuelas de los rabinos, quienes se preguntaban: ¿dónde está la justicia divina que no vela sobre los suyos y permite
que los impíos sean honrados por todos?
La
respuesta a los comentarios de los rabinos está en que aquel publicano realizó
una obra buena, extraordinaria: cuando el publicano llegó al pueblo, buscando
aceptación inmediata, preparó un banquete, al cual invitó a la gente
distinguida, a los ricos, los fariseos, los escribas, sacerdotes, etc., pero
como estos se creían santos y tenían por pecadores a los publicanos,
consideraron que no era digno aceptar la invitación a esa fiesta. ¿Cómo
contaminarse sentándose a la mesa con un pecador? Ante el desaire de la gente distinguida del
pueblo, el publicano rico decidió invitar a todos los pobres del pueblo. Esa
fue su obra, invitar a una fiesta de gala a todos los pobres; además, después
de esto murió, por lo que ya no realizó ninguna obra mala que pudiera opacar su
obra buena. El trasfondo doctrinal de la parábola es muy alto, ¿cómo puede ser que un ritualismo puritano
de los principales del pueblo fuera tan alto, al grado de no aceptar a los
demás, con el pretexto de que son pecadores y se pueden contaminar? ¿Dónde
queda el amor, dónde está la caridad? Despreciando al publicano
estaban despreciando a Dios, que ama a todos. En cambio el publicano, tuvo un
acierto: abrir su casa a los pobres e insignificantes.
Pues
Jesús se pone en el papel del publicano, ya que en su banquete, en su obra de
amor, no han querido participar los distinguidos del pueblo; pero
Él ofrece su banquete de amor para todos, para los pobres, los pecadores, los
marginados, pues la caridad divina no tiene límites. Precisamente los fariseos y los escribas
criticaban continuamente a Jesús que comía con publicanos y pecadores.
Pero
viene la siguiente parte, al salir el rey a saludar a los invitados, encontró a
uno que estaba sin el traje de gala propio de la fiesta, por lo cual el rey
ordenó: “Átenlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a
las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación”. Dice San Gregorio que ese traje es la caridad.
No podemos participar de la fiesta de Dios, si no nos ponemos el traje de gala
de la caridad. A la fiesta de la fe, estamos invitados todos, pero necesitamos
portar el traje de la caridad, pues la fiesta de Dios es una fiesta de amor.
Y cierra el Evangelio: “Porque muchos son los llamados y pocos los
escogidos”. Dios nos invita a todos a participar de su fiesta, pero
cuidado, ahí no pueden entrar los que se creen demasiado buenos y desprecian a
los demás, tampoco pueden entrar los que no están dispuestos a vivir la
caridad.
¡Señor, llénanos de tu amor misericordioso,
sólo así podremos acoger a los demás con el amor con que tú nos abrazas a
todos!
Pbro. Carlos Sandoval Rangel
Gracias al P. Carlos Sandoval Rangel por este
comentario.
Publicado por Blog Católico de javier Olivares, jubilado.
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