"Ventana abierta"
Ha muerto “el cura gitano”. Padre Jesús Andrade S.J. (1944-2020)
P. Leonardo Molina
García
No lo era, pero mismamente parecía. Su estilo
de vida, su deambular por el mundo sin patria fija, su amor por los gitanos, le
había hecho hasta parecerlo.
Pero no se quedaba su gran corazón anclado en
los gitanos, puesto que todos los mundos de los marginados cabían en él.
Significativamente “padecía” del corazón y tuvieron que abrirle tres veces para
arreglárselo. Al final, se lo ha llevado por delante.
Nació en Ceuta de familia militar. Pasó luego a
Melilla y, recaló en Granada con su familia, donde sintió la vocación de
jesuita. Pasando por el Seminario Menor del Colegio del Palo (Málaga), ingresó
en el Noviciado del Puerto de Santa María. Se ofreció como misionero al
Paraguay y le aceptaron.
Estudios normales de la formación jesuita en Brasil.
Allí se entusiasmó con la colonia japonesa y fue enviado a Tokio para terminar
sus estudios de teología. A los 6 años retornó al Paraguay, su destino, y su
especialidad no fueron los japoneses exclusivamente, sino que eran los niños y
los hospitales… Escribió folletos que la gente leía con fruición por la
claridad y piedad de ideas. Pasados veinte años en esas tareas donde ejercitaba
su carisma lleno de amor, simpatía y creatividad, los Superiores lo enviaron a
España. Y por fin, recaló en la barriada sevillana de Torreblanca, en las dos
parroquias que allí regenta la Compañía, hasta su muerte.
El primer día de su llegada paseó por unas
calles que otros consideraban conflictivas, y encontró una lumbre donde varios
gitanos se calentaban en una tarde fresca de invierno. Se presentó como cura
jesuita. Paco, uno de los jefes del clan le dijo: Padre Jesule, aquí
tienes tu candela…” Y a partir de ese día se unieron hasta el final, hasta hoy.
Y Padre Jesule por nombre.
Pero no se limitaba a esta tarea. Los domingos
por la tarde salía con su chubasquero y sus botas de agua a visitar las 30
chabolas marginales del barrio. Allí en medio de un fangal, ayudaba, animaba…y
pelaba a los gitanillos…Pero no bastaba a su corazón: tres o cuatro veces
visitaba, subido en su Vespino, por la mañana la cárcel de Sevilla donde
derrochaba simpatía entre los presos que lo consideraban a él “como un golfo
como ellos” …y lo querían. Un preso le amenazó con un cuchillo…y lo pagó caro.
Sus mismos colegas le obligaron a pedirle perdón bajo pena de paliza asegurada.
No tuvo más remedio: la justicia en la cárcel funciona cabalmente con sus
leyes. Repasaba varias unidades y luego hacía de enlace con sus familias por
teléfono. Conocía sus motes, las familias, sus novias y en cuanto se lo
permitían, les prestaba ayuda, repartiendo lo que la gente le ayudaba. Con
razón se le concedió la medalla al mérito de bronce, pero muchos protestaron
porque merecía más…
Las salidas de Casa eran espectaculares pues
saludaba a diestro y siniestro y era saludado por todos con alegría. Muchos de
ellos, sobre todo gitanos, luego acudirían a pedirle una ayuda, mandar un
recado a la cárcel o buscando un casi imposible empleo. A todos ayudaba.
Nosotros decíamos que Jesús” tenía más corazón
que cabeza” que le engañaban, que fomentaba los pedigüeños…que tuviera
prudencia. Imposible; no contestaba ni se defendía, pero actuaba según su
corazón. Tampoco le faltaba cabeza, era listo, tenía salidas pícaras,
inteligentes, agradables. Recuerdo el caso de una presa que se le insinuó…y él,
con toda rapidez, le dijo: ·mira, ponte en fila, que hay muchas delante de ti…”
Todo terminó en sonrisas.
¿Nada más? Atendía a los enfermos de la
parroquia, era capellán de los paraguayos en Sevilla, celebraba todos los
viernes en la Peña Antorcha…magnífico catequista de niños que lo sentían
muy cercano a su corazón…ni desatendía a los chicos del Proyecto Hombre. Todo,
todo…
Simpático, muy ocurrente, generoso, incansable,
jovial. Le encantaban las camisas gitanas que le regalaban sus” colegas”,
vestir como” gitano señorito” y cargarse de pulseras en la muñeca y de oros
gitanos cuando se lo permitían. Con su melena larga y extrañamente negra para
su edad, respiraba “el amor de Dios” que comunicaba con una piedad fiel y
sencilla, Su predicación “llegaba” al corazón, con cierto aire carismático.
Eso, carismático, diríamos un poco anárquico, pero muy sacerdotal.
Y los últimos años, cuando ya la edad le iba
templando, su ordenador era un hervidero de mensajes, power points, chistes,
bromas, mensajes donde él extendía el mensaje de bien de Jesús el Señor en una
nueva parroquia virtual. Me decía un párroco que más de 200 feligreses suyos
recibían ¡cada día! un torrente de wapssap. Y su comunicación era también con
sus amigos de América…
Voy a decir una vulgaridad, pero que en Sevilla
comprendemos en todo su sentido: “Algo se muere en el alma, cuando un amigo se
va…”
Yo he vivido 15 años con él y doy testimonio.
Su paso por la vida ha sido una manifestación del lado amoroso de Dios. Y lo
comunicaba.
Que su gran amigo, el santo Hermano Martín, lo acompañe a la presencia
del Señor.
Leonardo Molina S.J.
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