“Y lo demás se os dará por añadidura”
Adelante
la Fe
Por Padre
Lucas Prados
10/09/2016
Una de las tareas más
comunes a la que nos hemos de enfrentar los sacerdotes es la de explicar a
nuestros feligreses la importancia que tiene saber ordenar nuestro tiempo, de
tal modo que pongamos primero las cosas más importantes que debemos hacer y que
no podemos posponer; después, aquellas cosas que son importantes y necesarias,
pero no urgentes; y por último, todo aquello que podemos hacer ahora, más tarde
o quizás nunca.
Si somos sinceros con nosotros mismos, muchos de nosotros hemos de
reconocer que con bastante frecuencia solemos alterar el orden de nuestras
“tareas”: Primero hacemos todo aquello que, porque nos lo mandan…, no podemos
dejar de hacer. Segundo, hacemos los que más nos gusta, sea o no necesario; y
normalmente le dedicamos a ello, incluso, más tiempo del necesario: deporte,
televisión, internet, redes sociales, compras, y un largo etcétera que
dependerá de los gustos de cada uno. Y por último, hacemos aquellas cosas que
aunque son necesarias, las posponemos porque nos resultan más dificultosas o
sencillamente, no nos gustan.
En el fondo, nuestro modo de actuar está regido con bastante frecuencia
más por lo que nos gusta que por lo que realmente tenemos que hacer: ¿quién no
ha dejado la Misa para lo último del domingo? ¿Quién no ha pospuesto para más
tarde arreglar algo que se había roto y para lo que nunca encontramos tiempo
para repararlo? Y en el sentido totalmente contrario también ocurre: ¿en
cuántas ocasiones hacemos primero cosas que no son realmente urgentes pero que
nos resultan más agradables?
Si en nuestra vida normal actuamos así, en nuestra vida espiritual no es
muy diferente. ¿En cuántas ocasiones hemos dejado de ir a Misa un domingo, de
leer la Biblia o de rezar el Santo Rosario porque nos ha salido un “un plan
mejor”?
El cuento de hoy nos va a enseñar el orden que hemos de seguir a la hora
de realizar nuestras actividades; un orden que no debe estar regido tanto por
el gusto cuanto por la necesidad, la urgencia o incluso la conveniencia.
Érase una vez un experto asesor de empresas que se dedicaba a dar
conferencias por todo el país enseñando a los trabajadores cuál era el mejor
modo de gestionar el tiempo de trabajo. Nuestro conferenciante quiso sorprender
a los asistentes a su disertación poniéndoles un sencillo ejemplo.
Se agachó, y sacó de debajo del escritorio donde estaba sentado, un frasco
de cristal grande de boca ancha. Lo colocó sobre la mesa, junto a una bandeja
con piedras del tamaño de un puño y preguntó:
– ¿Cuántas piedras piensan que entran en el
frasco?
Después que los asistentes hicieran sus conjeturas, empezó a meter piedras
hasta que llenó el frasco. Luego preguntó:
– ¿Está lleno?
Todo el mundo lo miró y asintió. Entonces sacó de debajo de la mesa un
cubo con grava. Metió grava en el frasco y lo agitó. Las piedrecillas
penetraron por los espacios que dejaban las piedras grandes.
El experto sonrió con ironía y repitió:
– ¿Está lleno?
Esta vez los oyentes dudaron y dijeron:
– ¿Tal vez no?
– ¡Bien! – Afirmó el experto
al tiempo que ponía en la mesa un cubo con arena que comenzó a introducir en el
frasco. La arena se filtraba en los pequeños recovecos que dejaban las piedras
y la grava.
– ¿Está lleno? – preguntó de
nuevo.
– ¡No! – exclamaron los
asistentes.
– Bien – dijo, mientras tomaba
una jarra de agua de un litro que comenzó a verter en el frasco. El frasco aún
no rebosaba.
– Bueno, ¿qué hemos demostrado? –
preguntó.
– Que no importa lo llena que esté tu agenda,
si lo intentas, siempre puedes hacer que quepan más cosas –
respondió un asistente.
– ¡NO! – se alarmó el experto- lo que esta lección nos
enseña es que si no colocas las piedras grandes primero, nunca podrás
colocarlas después.
Los asistentes aplaudieron ante esta lección práctica y sacaron una buena
enseñanza para aplicar en su trabajo y también en su vida.
Y si en las cosas que hemos de hacer debemos seguir un orden, ¡cuánto más
en aquellas en las que ponemos nuestro corazón y de las que depende nuestra
vida terrena y más tarde, la vida futura!
¿Cuáles son las grandes piedras en tu vida? ¿Dios, tus hijos, tus amigos,
tus sueños, tu salud, la persona amada? ¿Cuáles son las grandes piedras en tu
trabajo? ¿Cuáles son tus prioridades? Recuerda ponerlas primero. El resto
encontrará su lugar.
Con palabras más profundas nos lo enseñó el mismo Jesucristo: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, lo demás se os dará
por añadidura” (Mt 6:33)
No hay comentarios:
Publicar un comentario