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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

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Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

domingo, 18 de septiembre de 2016

Madre María de la Purísima, ¡se nos fue al cielo! 18 - Septiembre - 2016

"Ventana abierta"


Madre María de la Purísima,
¡se nos fue al cielo!


De un cura jubilado de Sevilla D. Carlos Ros

Hoy, 18 de septiembre, celebra la Iglesia la primera festividad de Santa María de la Purísima de la Cruz, después de su canonización el pasado 18 de octubre en la Plaza de San Pedro, domingo del Domund.
Cuando hace unos días, el papa Francisco canonizó a Teresa de Calcuta, se dijo que había sido una canonización exprés. Pues con todo lo grande y universalmente conocida que es Madre Teresa de Calcuta, hay una sencilla monja española que le ha ganado en la escalada a los altares. Me refiero a María de la Purísima, Hermana de la Cruz. Madrileña de nacimiento, pero fabricada santa en Sevilla, murió un año después que Teresa de Calcuta y ha subido a los altares un año antes. Madre María de la Purísima murió el 31 de octubre de 1998 (Teresa falleció el 5 de septiembre de 1997) y fue canonizada el 18 de octubre de 2015 (Teresa de Calcuta lo ha sido casi un año después, el 4 de septiembre, hace unos días).
María de la Purísima murió en Sevilla de cáncer.
Al amanecer de ese 31 de octubre llamaron al capellán don José Polo para que le administrara la unción de enfermos. Cuenta el capellán, mi buen amigo:
–Me causó un gran impacto, que no olvidaré nunca, cuando me llamaron con urgencia, a las siete de la mañana… Yo no esperaba un desenlace tan rápido de su enfermedad. Al verla rodeada de todas sus hijas, recordé la frase de santa Teresa de Jesús: «En fin, Señor, soy hija de la Iglesia».
Llamaron también al médico, don Antonio Gallardo, el cirujano que la operó.
Cuenta el doctor:
–Lo que encontré en la enfermería es para verlo, pues, por mucho que lo explique, es difícil hacerse una idea. En el largo pasillo de la enfermería y en la habitación que ocupaba la enferma, no cabía nadie más; un silencio absoluto a pesar del llanto de todas las religiosas que allí se encontraban. Estaba en coma, con gran disnea, tratada con oxígeno y en situación irreversible.
Y volviéndose hacia las Hermanas, les dijo:
–La Madre ya hace tiempo que vive en el Cielo.
Aún con vida, las Hermanas fueron pasando en silencio y llorosas a besarle la mano. Aún tenía vida, pero aparentemente ya no tenía conciencia de nada. A las nueve y media de la mañana expiró. Sábado 31 de octubre de 1998. Tenía 72 años.
–Se fue apagando lentamente, dulcemente –cuenta una Hermana–. No dijo ninguna palabra, no podía ni hacía falta, había dicho ya tantas… había dicho tanto con su vida y con estos días de dolor callado, sufridos en soledad para no hacernos sufrir. Así, dulce y suave, como había sido su vida, se nos fue al cielo, sin hacer ningún gesto, sin querer que nos diéramos cuenta… Yo en ese momento, cuando le cerramos el suero, comprendí, con una evidencia clara y cierta, que acababa de ver morir a una santa. Siempre había pensado que las vidas de santos eran para leerlas en el refectorio, pero en ese momento abarqué una realidad que quizás tenía en el subconsciente hacía mucho tiempo: «Había vivido con un alma santa».
Su muerte fue algo inesperado para las Hermanas. ¿Es posible que tan de repente haya muerto cuando dos días antes les había hablado en la lectura espiritual y hecho el rezo en cruz y de rodillas en la capilla?
Es un silencio lleno de lágrimas el que corre por la Casa Madre.
Preguntó el doctor Gallardo:
–¿Será enterrada en el mismo convento?
Le respondió la Vicaria:
–No podrá ser porque mañana es domingo y el lunes es también festivo por traslado de la festividad de Todos los Santos al lunes y no habrá posibilidad de conseguir los permisos pertinentes.
Al volver horas después el doctor para extender el certificado de defunción, la Vicaria le dijo que se había producido el primer «milagro». A pesar de ser domingo, había sido autorizado por Sanidad (cuyo director se encontraba en Barcelona) para poder ser enterrada dos días después y en el convento sin necesidad de proceder a su embalsamamiento, y por otro lado la Autoridad Eclesiástica había autorizado la inhumación en la Cripta del convento que ocupó Sor Ángela hasta su beatificación.
–¿No cree que esto se puede considerar como un signo especial después de su muerte?
Bajado el cadáver a la capilla, allí estará durante dos días entre el fervor y rezo de las Hermanas, que de todas las casas iban llegando para darle el último adiós, y el revuelo de los sevillanos, que en gentío enorme se arremolinó en torno al convento en cuanto corrió la noticia de su muerte por Sevilla. Comenzaron a llegar personas de toda clase social: antiguas alumnas, sus pobres tan queridos, bienhechores, sacerdotes, religiosos, autoridades… La gente pasaba medallas, rosarios y estampas y luego los besaban. Y traían ramos de flores. Y muchos sacerdotes oficiaron misas, unas tras otras, durante estos tres días de velatorio. No faltaron tampoco las representaciones de las Cofradías sevillanas. Por allí aparecieron los hermanos mayores de la Amargura, la Macarena, el Amor…
El lunes día 2, conmemoración de los fieles difuntos, a las 12 de la mañana, se celebraron las exequias. Presidió la Eucaristía el arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, acompañado de cuarenta y nueve sacerdotes. La iglesia, llena, y multitud de gente en la calle.
Terminado el funeral, se formó la procesión para depositar los restos de María de la Purísima en la cripta. El féretro fue llevado por nueve Hermanas que se fueron turnando hasta cuatro veces; detrás, iba el Consejo y familiares de la difunta: su cuñada Mercedes Ojembarrena, viuda de su hermano Guillermo, y sus sobrinos Guillermo y Olga. A continuación las Hermanas; y cerrando la procesión, los cuarenta y nueve sacerdotes con el arzobispo. Depositaron el féretro en el sepulcro donde Sor Ángela había estado enterrada durante 50 años.
La portada del ABC de Sevilla del martes 3 de noviembre es elocuente. Unas Hermanas de la Cruz que llevan el féretro con los restos mortales de María de la Purísima. Una de ellas, con una mano en el rostro quiere tapar su dolor y sus lágrimas.
La exclamación de muchos devotos ante su cadáver o ante su tumba, al depositar un ramo de flores, fue constante:
–¡Ha muerto una santa!
O lo que dijo esa Hermana:
–¡Se nos fue al cielo!



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