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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

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Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

lunes, 15 de agosto de 2016

SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN FIESTA DE LA VIRGEN DE LOS REYES. 15 -agosto- 2016

"Ventana abierta"


Homilía en la Solemnidad de la Asunción, fiesta de la Virgen 
-Ntra. Sra. de los Reyes.

Monseñor D. Juan José Asenjo Pelegrina. Arzobispo metropolitano de Sevilla.
S.I. Catedral de Santa María de la Sede, Sevilla.


SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN
 DE LA VIRGEN MARÍA A LOS CIELOS.


1. Celebramos la fiesta de Ntra. Sra. de los Reyes, patrona de Sevilla y de su Archidiócesis, en la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen, el misterio de la glorificación y del triunfo de María. En esta solemnidad manifestamos nuestra certeza de que al final de su vida la Virgen no conoció la corrupción del sepulcro, sino que fue asunta inmediatamente al cielo en cuerpo y alma. Esta conciencia de que María fue asunta al cielo tiene su reflejo patente en los Padres de la Iglesia, en los escritos de los teólogos escolásticos y en toda la tradición medieval. Estalla, sin embargo, de forma incontenible en el Renacimiento y en la época barroca.

2. A partir del siglo XVI son incontables los pueblos y ciudades de España y de la América recién descubierta que se acogen a su patronazgo. Por ello, más de la mitad de los retablos de nuestras catedrales e iglesias, también el retablo mayor de nuestra Catedral, el más grande y hermoso de toda la cristiandad, están dedicados a la Santísima Virgen en el misterio de su Asunción, que es además la titular de un gran número de catedrales y cabildos españoles, también del cabildo sevillano.

3. La certeza del triunfo de María no decrece en los siglos posteriores, sino que va en aumento. Por ello, el día 1 de noviembre de 1950, con gran alegría de toda la cristiandad, el Papa Pío XII define solemnemente ser “dogma divinamente revelado que la inmaculada madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste”, donde goza ya de la misma condición que, después de la resurrección de la carne, disfrutarán los bienaventurados.

4. Acabamos de responder a la Palabra de Dios con estas palabras del salmo 44: “De pie, a tu derecha está la reina enjoyada con oro”. Con ellas hemos manifestado nuestra convicción de que la Santísima Virgen, después de su asunción a los cielos, fue coronada por la Santísima Trinidad como reina y señora de todo lo creado. Así nos lo ha sugerido el libro del Apocalipsis, que cierra sus alentadoras visiones orientando nuestra mirada a María, la “mujer vestida de sol, con la luna por pedestal y coronada con doce estrellas”, sentada a la derecha de su Hijo en la gloria celestial (Apoc 12,1). También los Padres de la Iglesia ponderan esta verdad consoladora. Destaca entre ellos san Ildefonso de Toledo, el gran cantor de la realeza de María, a la que prodiga los títulos de Señora, Dueña, Dominadora y Reina. La liturgia llama también a MaríaReina del cielo, Reina y madre de misericordia.

5. María es reina por ser la madre del que es “Rey de reyes y señor de los señores” (Apoc 19,16). María es reina por haber cooperado activamente con su Hijo en la obra saludable de nuestra redención, al aceptar su dolor y su muerte y ofrecerla al Padre por la salvación de toda la humanidad. Por ello, el Concilio Vaticano II afirma con mucha concisión y claridad que María,“asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial, fue ensalzada por el Señor como reina del universo con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte” (LG 62).

6. La coronación de María como reina del mundo, es para la humanidad peregrina que gime en este valle de lágrimas, signo de esperanza segura y de consuelo hasta que llegue el día del Señor(LG 68). Ella, como primera redimida por el misterio pascual de su Hijo, nos ha precedido en el reino prometido a los que, como ella, hacen de su vida un sí a Dios. Allí reinaremos con Cristo y con María (Apoc 22,5) y recibiremos la corona de gloria que no se marchita (1 Pet 5,4). Este es el destino feliz que nos aguarda, queridos hermanos y hermanas.

7. El misterio de la coronación de la Virgen nos desvela además la misión de María en la vida de la Iglesia y en nuestra propia vida. María es la mujer que hiere la cabeza de la serpiente en los umbrales de la historia y se nos muestra como garantía segura de victoria (Gén 3,15). María es la señal que da Dios al rey Acaz por medio de Isaías: una virgen dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Dios-con-nosotros (Is 7,13-15).

8. María es la señal magnífica y deslumbrante que llena por entero la apoteósica visión del capítulo 12 del Apocalipsis. En ella aparece un enorme dragón rojo, calificado como “la serpiente antigua, el llamado diablo y Satanás, el seductor del mundo entero” (Ap 12,9), en lucha perenne contra la humanidad. En el fragor de esta lucha se levanta el signo grandioso de la Virgen victoriosa sobre el gran dragón, que es entronizada como reina a la derecha de su Hijo. Con ello nos enseña san Juan que en la lucha espiritual entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte, entre el pecado y la gracia, es decisiva la ayuda de María a la Iglesia y a cada uno de los cristianos para lograr la victoria definitiva sobre el mal.

9. Desde las alturas de Dios María contempla a sus hijos. 
Como madre solícita, vela por nosotros, sostiene nuestro esfuerzo y alienta nuestra fidelidad. Nos lo dice la Escritura Santa. Nos lo dice también la tradición cristiana, la enseñanza perenne de la Iglesia y el sentido de la fe de nuestro pueblo, que siempre se ha acogido bajo el amparo de aquella que es abogada nuestra, auxilio de los cristianos, socorro y medianera entre Dios y los hombres.

10. La fiesta de Ntra. Sra. de los Reyes en la solemnidad de la Asunción y la coronación de la Virgen como reina y señora de todo lo creado, nos invita a coronar a la Virgen de los Reyes en nuestros corazones y en nuestras vidas. “La Virgen de los Reyes en el corazón” podría ser un buen lema para este día; “La Virgen de los Reyes en el corazón” de todos los sevillanos. Si, queridos hermanos y hermanas, pongamos a la Virgen de los Reyes en el centro de nuestros corazones y de nuestras vidas. Caminemos con ella, a la zaga de su huella, poniéndola como estandarte de nuestro camino en esta tierra. ¡Qué mejor compañía que la de María! Que en este día, con un gozo y un compromiso renovados, la Virgen de los Reyes sea el centro de nuestros pensamientos, el norte de nuestros anhelos, el apoyo de nuestras luchas, el bálsamo de nuestros sufrimientos y la causa redoblada de nuestras alegrías.

11. Con “La Virgen de los Reyes en el corazón”, nuestra vida se convertirá en un camino de conversión y de gracia, de reconciliación con Dios y con los hermanos, de fraternidad y servicio esmerado a los pobres y a los que sufren, y en un manantial de misericordia, santidad, dinamismo apostólico y fidelidad a nuestra vocación cristiana, meta final de esta fiesta que a todos nos llena de alegría.

12. En esta mañana, en que la Virgen nos mira con especial ternura, nos dirigimos a ella y la invocamos. 
Le pedimos por la Iglesia. Le pedimos por la persona e intenciones del Papa. 
Le pedimos por España en esta hora crucial. Que ella nos ayude a alumbrar días serenos, en los que prime la búsqueda generosa del bien común de todos los españoles. 
Le pedimos por nuestra Archidiócesis, por sus obispos, sus sacerdotes, consagrados y laicos. 
Le pedimos por Sevilla, que sostenga a sus autoridades en su servicio a la ciudad y que cuide de los pobres y de los que sufren. 
Le pedimos, por fin, que todos los que participamos en esta solemne Eucaristía seamos siempre fieles al amor a la Virgen de los Reyes. Guíanos a todos a amar, adorar y servir a Jesús, fruto bendito de tu vientre, ¡oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén.


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