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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

viernes, 25 de junio de 2010

A Dios le pedimos documento de Identidad

Los hombres necesitamos pedirle sus credenciales a Dios, su DNI, con el que identifique. (Foto: Educared)

Los hombres necesitamos pedirle sus credenciales a Dios,
 su DNI, con el que identifique.
 (Foto: Educared)

Siempre tenemos razones para resistirnos a las llamadas y la visitas de Dios. Jesús tiene experiencia de estas resistencias y razonamientos del corazón humano. Juan ya lo expresa en su Prólogo al Evangelio cuando dice:
“En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella (la Palabra), y el mundo no la conoció”. (Jn 1,10)
“Vino a su casa, y los suyos no la recibieron”. (Jn 1,11)
Y ahora que Jesús visita a su pueblo lo vuelve a experimentar en carne propia. Como siempre, los hombres necesitamos pedirle sus credenciales a Dios, su DNI, con el que identifique. A Jesús se lo dijeron bien claro, pese a que “se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios”. “Haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún”.
Me encanta aquel texto de Tagore cuando escribe:
“Mi huésped ha llegado a casa esta mañana de otoño.
¡Dale, corazón mío, la bienvenida con una canción!
Que tu canto sea como ese azul que tu sol ilumina, como ese aire húmedo del rocío, como el oro exuberante de las mieses; la canción de esas aguas sonoras.
O, mejor permanece callado en su presencia, mirándolo a la cara, y después deja tu hogar y márchate a su lado en silencio”.
Reconocen que tiene “palabras de gracia”, de salvación, de liberación. Pero tampoco ellos quieren creer a la palabra de Dios. Le exigen señales, signos que lo acrediten. ¿Por qué será que en la puerta de nuestro corazón Dios siempre encuentra una especie de aduana para revisar su equipaje antes de darle paso y abrirle la puerta?
Dios no es de los que empuja la puerta. Es de los que llama. Es los que toca primero y pide permiso. Y nosotros acudimos al principio constitucional de la “inviolabilidad de nuestra casa, de nuestro corazón.
¿No sería mejor que lo recibiésemos dándole la bienvenida con una canción?
O incluso, ¿no sería mejor que nos quedásemos pasmados y admirados de su amor y su cariño por nosotros, en callado silencio ante su presencia? ¿No sería mejor mirarle a la cara y descubrir en ella su sonrisa de gracia y de amor? Para que enamorados de él, también nosotros “dejásemos el hogar” de nuestras seguridades y de nuestros intereses y, decidiésemos marcharnos con él, a su lado como los discípulos, en silencio.
Dios no nos pide ni exige nada cuando quiere ser nuestro huésped.
Dios no nos cobra ni nos pide señal alguna.
Dios solo quiere que le abramos la puerta, que le aceptemos gozosos, cantando la canción de las “aguas sonoras”. ¿A caso nos parece un precio demasiado elevado para quien llega a nosotros con “palabras de gracia”?
Un día me encontré con un joven desesperado consigo mismo. “Mi vida, Padre, es un asco. Yo siento asco hacia mí, porque he vivido una vida vacía metida en todos los lodazales. Y como verá, para mi edad de veintiséis años, es un verdadero asco. Y no sé qué hacer con ella”.
En ese momento yo tenía en mis manos uno de los volúmenes de la Obra de Tagore. Y le respondí: ¿quieres que te lea unas frasecitas no más? Escucha:
“Perdí mi corazón por el camino polvoriento del mundo; pero tú lo cogiste en tu mano. Se esparcieron todos mis deseos, tú los recogiste y los fuiste enhebrando en el hilo de tu amor. Vagaba yo de puerta en puerta, y a cada paso me acercaba más a tu portal”.
¿Quién es ese tipo? Puedes ser tú mismo. ¿Pero de quien es esa mano y ese portal? Es la mano y el portal de Dios. ¿Y usted cree que Dios se va manchar las manos con esta basura? Le encanta ensuciarse las manos con toda la basura del corazón humano.
¿Pero eso tendrá un precio? Ninguno. Al contrario, es El quien paga por llevarse esa basura de tu vida. Pero ¿y qué debo hacer, porque a mí no me parece nada fácil? Facilísimo. Basta que tú te dejes, que abras la puerta de tu corazón y le dejes entrar. ¿Y qué negocio piensa hacer Dios con la basura de mi vida, también él la recicla? Efectivamente la recicla cambiando tu corazón y tu vida en un corazón y en una vida nuevos.
Lo llevé a la Iglesia y lo dejó solo ante el Sagrario en silencio. Yo me alejé un poco y dejé que se desahogase en lágrimas ante el Señor. Cuando se levantó, limpió con el pañuelo sus ojos y me pidió lo confesara. Lo hice allí mismo sentados en una banca. Desde entonces, cada vez que me encuentra me saluda siempre con “aquí la basura reciclada”.
No le pidamos a Dios documentos de identidad. Escuchemos sus “palabras de gracia” y dejémosle entrar y recibámoslo con una sonara canción.

Oración

Señor: reconocemos la belleza de tus palabras y luego las echamos al olvido.
Te pedimos te acredites ante nosotros. Ya ves que somos desconfiados.
Nos fiamos de cualquiera, menos de Ti.
Abrimos nuestra casa a muchísima gente, pero todavía no te hemos abierto las puertas a Ti.
Di palabra de gracia a mi corazón.
Que no ponga excusas y problemas a tu entrada.
Que siempre esté abierto a tus llamadas
y mi respuesta sea una canción agradecida.
Clemente Sobrado C.P.

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