"Ventana abierta"
Amigo celebra en Sevilla sus bodas de oro
sacerdotales
Con la cruz
no cuesta
Asenjo, al cardenal: "Es su catedral, su
diócesis, su casa"
Jesús Bastante, 31 de marzo de 2010
"Me preguntan
muchas veces: ¿Se acuerda usted de Sevilla? La respuesta es siempre la misma:
¿Es que no se me nota?".
Carlos Amigo Vallejo estaba ayer
feliz en su regreso "a su catedral, a su diócesis, a su casa", en
palabras de su sucesor, el arzobispo de Sevilla Juan José Asenjo Pelegrina.
Lo cuenta Francisco Correal en Diario de Sevilla.
Juntos presidieron la emotiva misa Crismal en el Altar Mayor después
de un multitudinario acto penitencial en la parroquia del Sagrario en el que
participaron 290 sacerdotes de las vicarías, arciprestazgos y
parroquias de la diócesis. Asenjo y Amigo se fundieron al final en un sentido
abrazo en la Capilla Real cuando el cardenal, con otros trece sacerdotes
-incluido el organista y canónigo José Enrique Ayarra- recibió un obsequio con
motivo de sus bodas de oro sacerdotales.
Ha coincidido con Año Santo Compostelano la conmemoración de una
ordenación sacerdotal que tuvo lugar en el caso de Amigo Vallejo en Santiago de
Compostela.
Monseñor Asenjo destacó los 27 años de pontificado de su predecesor
en la diócesis de Sevilla, un mandato largo que es un contrapunto de este
tiempo, dijo Asenjo, "de fidelidades cortas y compromisos tenues".
En una Capilla Real abarrotada de sacerdotes, que ocupaban ambos laterales
como en el Senado de Roma o en un hemiciclo, Asenjo puso énfasis en la
fidelidad a Cristo y a la Iglesia "cuando tantos compañeros nuestros
abandonan el ministerio".
El mantenedor leyó los nombres de los cinco diáconos y ocho presbíteros
que han hecho sus bodas de plata. Y de los catorce curas que alcanzaron los
cincuenta años de ministerio sacerdotal. En los bancos de la izquierda de la
Capilla Real, se sentaban las religiosas de la Casa Sacerdotal.
Los visitantes no daban crédito a la interminable procesión de
sacerdotes. Todos investidos con alba y casulla y procedentes de la Sacristía
de los Cálices. En la catedral se vio a Adolfo Arenas, presidente del Consejo
General de Cofradías. La primera en llegar en este Martes Santo era la del
Cerro del Águila, una hermandad que inició su estación de penitencia
precisamente en el mandato episcopal de Amigo Vallejo.
En la comitiva sacerdotal participaban clérigos de muy distintas
generaciones. Había dos pregoneros de Semana Santa (José Luis Peinado e Ignacio
Sánchez-Dalp), párrocos de Santa Cruz (Pedro Ybarra) o de Las Letanías (Emilio
Calderón), expertos en teatro, como el padre Isaac, o en japonés, como Fernando
García Gutiérrez. Un abanico de sacerdotes suficientemente amplio como para
desmentir los clichés.
Carlos Amigo dedicó su medio siglo de servicio sacerdotal a los que le han
acompañado en su tarea, a estos curas sevillanos de cuna o de adopción de
los que conoce sus caras y sabe sus nombres, "puedo preguntarles por cómo
va su parroquia o cómo está su madre".
Volvía a su casa, pero fue un viaje
fugaz. "El resto de la Semana Santa lo pasaré en Valladolid", dijo a
este periódico.
Por fin, quien fuera arzobispo de Tánger y de Sevilla lo será
de la diócesis en la que nació. "Al obispo lo han mandado a Toledo y hasta
el día 17 Valladolid está sin obispo".
Su sucesor, Juan José Asenjo Pelegrina, permanecerá en Sevilla. "El
Domingo de Resurrección me iré una semana a Sigüenza para descansar. A dormir,
rezar, leer, pasear". A uno y otro les venía como anillo al dedo la cita
del Apocalipsis: "Yo soy el que es, el que era y el que viene".
En la misa Crismal se bendicen los óleos que después serán usados en la
administración de los sacramentos en todas las parroquias de la diócesis. Una
metáfora de la vida, desde el bautismo hasta la unción de enfermos. Un grupo de
diáconos fueron a la Capilla de la Antigua a recoger el perfume crismal y tres
ánforas, la del crisma y las de los óleos de enfermos y catecúmenos.
El óleo de los enfermos se utiliza para "aliviar la enfermedad y los
dolores de los enfermos". En el otro extremo, el óleo de los catecúmenos
imita el aceite que se aplicaban los atletas para vigorizar sus músculos y
tiene el significado de proporcionar al sacerdote energía suficiente para
combatir la fe y rechazar el pecado.
El aceite está en el Antiguo Testamento, en el diluvio universal, en David
y en Moisés. Bibliografía fundamental de los óleos para el aceite de oliva,
columna vertebral de la dieta mediterránea.
En su homilía, Monseñor Amigo no se olvidó de que estamos en Semana Santa.
"Son días de ofrecimientos y promesas. Y la cruz es lo más grande de
Cristo". Mucho más que Renacimiento o Barroco, que dorados o bambalinas. "El
sacerdote tiene que acompañar en sus heridas las llagas abiertas del que sufre,
del que no tiene, del que pasa hambre, del que está hundido en sus
pecados".
La Iglesia "no es muro y parapeto", dijo Amigo Vallejo. De
hecho, esta ceremonia para sacerdotes -casi uno por los trescientos feligreses
contabilizados- no excluyó la comunión "al pueblo". "Si tienes
entrañas de pastor, no deben asustarte las espinas. Tienes que identificar la
imagen de Jesucristo con los más desfigurados, con los más pobres". Habló
de los dos chorros que manan de la fuente de la misericordia: la generosidad y
la alegría. "La misericordia no se regatea".
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