"Ventana abierta"
Caminamos de su Mano
¿POR QUÉ
LLORAS? ¿A QUIEN BUSCAS?
Hace ya unos cuantos años que me ocurrió
esto: estaba en la oración y era domingo de Resurrección reconozco que la noche
anterior, durante la vigilia, no había resucitado lo suficiente, así que a la
mañana siguiente estaba un poco llorosa. Cuando leí el evangelio y vi cómo
Jesús le preguntaba a María ¿por qué lloras? Sentí en mi interior que esa
pregunta me la estaba haciendo Él a mí en aquel momento; sin saber muy bien
cómo fue, mire dentro del Sepulcro y vi que estaba vacío, entonces el gozo me
inundo al ver que todo estaba vencido en Cristo.
Estaba María junto al sepulcro
fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos
ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la
cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos: « Mujer, ¿por qué lloras? » Ella les
respondió: « Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto». Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le
dice Jesús: « Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? » Ella, pensando que era
el encargado del huerto, le dice: « Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo
has puesto, y yo me lo llevaré». Jesús le dice:« María. » Ella se vuelve y le
dice en hebreo: «Rabbuní » - que quiere decir: « Maestro ». - Dícele Jesús:«No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y
diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios». Fue María
Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho
estas palabras. (Jn 20,11-18)
Hoy Jesús te pregunta a ti,
como hizo con María Magdalena la mañana de aquel primer día de la semana que
cambio el mundo: “Mujer ¿Por qué lloras? ¿A quién buscas? (Jn 20,15). Esta
pregunta nos la hace Jesús Resucitado que sale a nuestro encuentro en la
situación concreta por la que estás pasando y Él te pregunta ¿por qué sigues
llorando? ¿Que busca tu corazón que te provoca esas lágrimas? Jesús Resucitado
se interesa por tus lágrimas, puede que estés llorando sin fe, sin creer que
Cristo ha ganado todas tus batallas. Pero puedes exclamar: “¡pero si yo sigo
sin resolver mi vida, sin dejar de sentir que todo me pesa, sigo con mi
enfermedad, con mis preocupaciones, sigo con mis sufrimientos!.”
Ya desde la más antigua
tradición los primeros Padres nos dan la clave del sufrimiento. Dice San Juan
Damasceno: “lo que no es asumido no es sanado”. En esta mañana de Resurrección
Cristo te invita a aceptar e integrar en tu vida todo el sufrimiento, y dirás:
“pero ¡no puedo eso me aplasta, yo lucho por eliminarlo”, pues deja de luchar,
ya hay uno que ha muerto por todo lo que te pesa y no puedes cargar por más
tiempo con ello, el aguijón de la muerte ¿Dónde está? ¿Dónde está la victoria
de la muerte? No está, por Cristo con su Pasión, Muerte y Resurrección ha vencido
y cargado con el peso de tu vida. Tú puedes cantar un cántico nuevo de
redimidos, de salvado, de que todo lo que te hace sufrir le pertenece a Cristo
y en Cristo y desde Cristo lo puedes vivir sin que te destruya.
Hay un problema en la
Resurrección. Se necesita al Espíritu Santo para creer en ella, la resurrección
es un acto de fe y si no te lo regala el Espíritu Santo como don es imposible
creer, la muerte de Cristo fue algo evidente e histórico pero la resurrección
sólo la acoge quien tiene al Espíritu Santo en su corazón. Sin el Espíritu
Santo no tenemos ojos para reconocer al Resucitado y seguimos llorando sin
esperanza como le ocurría a María Magdalena y como nos ocurre hoy a nosotros.
Sólo desde la fe viva y real, que nos regala el Espíritu Santo, podemos postrar nuestra razón a los pies de Cristo Resucitado y proclamar. “Señor mío
y Dios mío” “yo creo que tú eres el Señor de mi vida y de la historia y que
Dios te resucitó de entre los muertos”. Si crees esto estás salvado. Feliz
Pascua de Resurrección. Sor Aroa O.P.
http://dominicaslerma.es/
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