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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

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Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

miércoles, 11 de enero de 2017

Examinando nuestros exámenes de conciencia. 11 - Enero - 2017.

"Ventana abierta"


Examinando nuestros exámenes de conciencia

Padre Leandro Bonnin

Como el tema de la Confesión es inagotable, y en las anteriores publicaciones en que me referí a ella hubo buena repercusión, aquí va un tercer aporte, que reformulo desde mi blog personal (el texto es de hace unos años, pero vale).

Y creo que una de las primeras cosas que hay que reconocer es que no siempre nos confesamos bien, ya sea por falta de fervor, por superficialidad, por hacerlo sin prepararlo. 

Pero voy constatando que en realidad muchas veces no nos confesamos bien porque no nos han enseñado a hacerlo. Admitiendo mi parte de responsabilidad -es un pecado de omisión para un sacerdote no instruir debidamente a sus fieles pudiendo hacerlo- me atrevo a hacer este aporte.

Comienzo que todos sabemos –o deberíamos saber- los cinco pasos de la Confesión pero… ¡los damos tan mal, tan rápido, tan distraídamente!

Analizo ahora el primer paso: el examen de Conciencia

a) El primer consejo con respecto al examen de conciencia es: ¡hacedlo!
Más de una vez nos confesamos de manera casi o totalmente improvisada.
A ver… puede ser que haya momentos donde la conciencia de nuestros pecados nos acompañe de tal manera, que casi ni es necesario que nos detengamos a pensar…
Y también puede ser que no teníamos pensado hacerlo, pero que al ver un sacerdote, el arrepentimiento invadió nuestro corazón, y nos decidimos ahí nomás…
Pero habitualmente, si no hacemos el examen, nuestra Confesión no será la mejor. Probablemente, confesaremos los pecados de hoy, ayer y anteayer, pero olvidaremos los de los días, semanas o meses anteriores.
O lo haremos de forma desordenada, a medida que se nos vayan viniendo a la mente, y es probable que apenas salgamos del confesionario o la Iglesia, recordemos varios inconfesados.

Una forma de preparar el examen previo a la Confesión es la conocida –y nunca suficientemente valorada- práctica del examen de conciencia diario. Y sin ser obligación, si te ayuda y con libertad cada noche anotar los pecados que hiciste en el día, anótalos. Cuando tengas que confesarte, tendrás la posibilidad de recordar con mayor facilidad, no sólo los pecados, sino su frecuencia, la conexión que pudiera existir entre ellos y otros aspectos más.

2) Segundo consejo: hacer el examen en un clima de oración. El examen de conciencia no es simplemente un ejercicio de introspección. No es una “autoevaluación”, como existen en el ámbito profesional. Es también eso, pero es mucho más.
El examen supone que ya nos sentimos y estamos ante Dios Padre misericordioso, ante Jesús Crucificado por mí, iluminados por el Espíritu Santo. De la mano de María, como “sentado en su regazo". Esta actitud supone que la gracia ya nos está moviendo.
Esto es muy pero muy importante:

1. En primer lugar, para entender el pecado como lo que es. No una simple falla, un error, algo que “salió mal”. Es una ofensa a Dios Creador, Redentor y Santificador. Es Ingratitud Suprema ante tanto bien recibido.
2. En segundo lugar, para evitar culpabilizaciones extremas. Sobre todo para ciertas personas, pensar en sus pecados puede conducirlos a formas de autoagresión, o llevarlos a formas sutiles de depresión o angustia. Tomados de la mano de Jesús, bajo la mirada del Padre que nos ofrece el perdón, podemos descender sin miedo a “los infiernos” de nuestra miseria.
3. En tercer lugar, en relación a lo anterior, para alcanzar el conocimiento de lo más oculto, de aquello que tal vez habitualmente no alcanzamos a ver y que suele ser la causa de nuestras malas acciones. Sólo bajo la mirada de Dios podemos descubrir, por ejemplo, que nuestras peleas cotidianas tienen su raíz última en un orgullo no reconocido…
3) Tercer consejo: hacerlo a la luz de la Palabra de Dios. El Catecismo de la Iglesia Católica nos ofrece una variada gama de posibilidades. Nos dice:
Conviene preparar la recepción de este sacramento mediante un examen de conciencia hecho a la luz de la Palabra de Dios. Para esto, los textos más aptos a este respecto se encuentran en el Decálogo y en la catequesis moral de los evangelios y de las Cartas de los Apóstoles: Sermón de la montaña y enseñanzas apostólicas (Rm 12-15; 1 Co 12-13; Ga 5; Ef 4-6).

 * “A la luz de la Palabra de Dios” quiere decir que nosotros examinamos nuestra conciencia no según nuestra propia visión de las cosas, según nuestra manera subjetiva e individual de considerar la realidad, sino según la visión de Dios, a la luz de la fe. Me explico mejor: a veces nos dejamos llevar por nuestro propio “decálogo”. A veces tenemos “criterios personales”, al margen de la Palabra de Dios o de la Enseñanza de la Iglesia. Creo que es obvio que no tendría sentido buscar el sacramento de la Penitencia que me administra la Iglesia, y rechazar su enseñanza moral. La fe católica es un “combo”, en el que todo va incluido. No podemos elegir lo que nos gusta, y desechar lo que nos desagrada.
 * Otro posible error puede ser examinar nuestras acciones por el “me gusta” o “no me gusta” –como cuando calificamos una publicación de facebbok o un video de youtube-, o por el “me sentí mal” o “no me sentí mal”.Y es claro que no siempre el “sentimiento” o el gusto individuales coinciden con los de Jesús. En los santos, coincidían plenamente, pero en nosotros…Puede ser, por ejemplo, que si tu hijo se portó mal lo hayas tenido que corregir, incluso hasta ponerlo en penitencia. Y que “te sientas mal” por eso. Que no es un pecado, sino –siempre que no hayas sido violento o lo hayas humillado- un acto virtuoso, el cumplimiento de un deber relativo al cuarto mandamiento. Y puede ser que hayas estado “sacando el cuero” a un insoportable compañero de trabajo, y te hayas “sentido bien” haciéndolo, pero está claro que es un pecado contra el octavo mandamiento.
* Habitualmente, y tal vez porque es lo que conocemos, solemos hacer el examen con los diez mandamientos. Es importante recordar que en el caso de los mandamientos el orden no es aleatorio. Están ordenados por su importancia, por su centralidad. Conviene recordarlo en el examen. Incluso cuando nuestra conciencia nos atormenta por pecados contra otros –como el quinto o el sexto- nunca “pasemos de largo” los primeros tres. Porque sin duda que casi todos los demás pecados, son una consecuencia de nuestra debilidad o superficialidad en el amor a Dios.
 * Es importante también que busquemos algún examen de conciencia que detalle un poco más el contenido de los mandamientos. Esto es bueno y  en algunos casos hasta imprescindible, sobre todo si no hemos recibido o alcanzado una formación tan extensa o profunda. Cada mandamiento implica una serie de deberes y señala un buen número de actos contrarios a la voluntad de Dios, que raramente podríamos deducir por nosotros mismos, si no nos dejamos enseñar por la Iglesia.
* Conviene que cada tanto releamos el Sermón de la Montaña –los capítulos 5, 6 y 7 de Mateo- y las catequesis morales de los Apóstoles, muy ricas y profundas, y quizá poco conocidas. Para quien quiere de verdad la santidad, las Bienaventuranzas continúan siendo un espejo en el cual siempre debe volver a contemplarse.
Creo que siguiendo estas sencillas indicaciones, estarás más preparado al momento de presentarte ante el Tribunal del Juez Misericordioso… y más seguro, más transparente, más consciente de tu propia verdad y de la Verdad del Amor de Dios.


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