Lo difícil es ejercer el Reinado de verdad. Y llegar al reinado de Jesús.
Reinar desde arriba manejando a los demás, lo hace cualquiera.
Pero reinar rebajándose y dando su vida por los demás, morir para que otros vivan, ya es otro cantar.
¿Será cierto eso de que los que quieren estar arriba es precisamente para servir a los de abajo?
Mi pregunta es: ¿Y cuántos de los que ahora están en la cima han hecho más libres a los de abajo?
¿Y cuántos que han luchado por subir hasta arriba y ahora desde las alturas han hecho más felices a los de abajo?
Nunca me han gustado esos que prometen mucho cuando están en el llano y cuando se sienten en la cumbre, ya se olvidan cómo nos llamamos.
Fíjate en esa montaña de cruces, que las hay de todos los estilos y tamaños, y trata de ver si encuentras la tuya. Porque es posible que, entre todas ellas, haya una que lleva tu nombre. Precisamente la tuya. La que a ti tanto te dolía y tanto te pesaba.
¿Hay algo más maravilloso que contemplar al hombre libre de todas esas cruces que lo crucifican cada día y le hacían gemir inútilmente?
¿Hay algo más bello y hermoso que ver al hombre enfermo que vuelve a sonreír?
¿Hay algo más bello que ver que alguien comparte nuestras propias cruces para que nosotros nos sintamos más libres y esperanzados?
¿Hay algo más bello y hermoso que ver a la gente feliz, aunque su felicidad tenga el precio de la vida de alguien que tuvo que morir en la cruz, insultado por todos?
Me gustan los reyes de los que todos se burlan, para que nosotros seamos reconocidos y aceptados por todos.
Me gustan los reyes a los que se les pide que bajen de su cruz, y prefieren descolgar a los demás aunque ellos sigan clavados de ella.
Me gustan los reyes a los que se les pide que se salven y prefieren salvar a los demás.
Me gustan los reyes que, incluso en el momento supremo de la muerte, abren a los demás a la esperanza y les prometen el Reino y el Paraíso, no para el mismo día siguiente o la semana que viene, sino para antes de que anochezca. “Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso”.
No me gustan los que nos utilizan para ellos crecer.
Prefiero a esos que nos hacen crecer a nosotros aunque ellos las tengan que pasar negras.
No me gustan los que viven felices en sus sillones o sus despachos y a los que hay que pedirles permiso para hablar con ellos.
Prefiero a esos que siempre están dispuestos a escuchar nuestros gritos de dolor y ahí mismo nos regalan la esperanza.
¿Alguien quiere ser rey así?
¿Alguien tiene vocación de subir por encima de los demás?
Dime qué has hecho por los demás hasta ahora. Porque quien espera estar arriba para servir nunca hará de su vida un servicio. Y servirá de todos.
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