"Ventana abierta"
Dominicas lerma
Rincón para orar
Sor Matilde
JESÚS ASCIENDE AL CIELO
6 Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
17 Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron.
18 Jesús se acercó a ellos y les habló así: « Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.
19 Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
20 y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. » (Mt. 28, 16-20)
Jesús ha terminado su presencia en la tierra, en un cuerpo como el nuestro, y a la vista de sus discípulos, que lo han acompañado, porque han creído en Él, asciende visiblemente a los cielos, de dónde había bajado para realizar la obra del Padre: la salvación de todos los hombres en Él.
Jesús es el principio y el fin de toda la historia humana y “Dios-Padre le ha dado todo poder en los cielos y en la tierra y en todos los mundos creados”. Él es a Quien “el Padre ha sentado a su derecha en los cielos”… Su Humanidad, eternamente, está con Dios intercediendo por los hombres…
Por su Iglesia Santa, a la cual entregó todo su Misterio Pascual: Vida, Pasión, Muerte y Resurrección, para que a lo largo de los siglos fuera entregando, por la fuerza de su gracia, a cada uno de los hombres; Primero, a los que creyeran en Él… Y después, en la medida de la plenitud de su misericordia, a los que nunca oyeron hablar de Él… Y también a los que lo negaron o lo negarán a lo largo de la historia… ¡Misterio este inaudito e inédito de su bondad, que por ser infinita, no podemos abarcar con nuestros pobres razonamientos!…
Pero en este volver Jesús a los cielos de dónde salió, “ha llevado consigo una multitud de cautivos” rompiendo sus cadenas, que los condenaban eternamente a causa de los pecados y de su consecuencia: la muerte…
Jesús nos ha visto, eternamente, ya en su gloria y eternamente vio el Precio que hubo de pagar para que ésto se realizase, según el plan del Padre: toda su Sangre y su Vida derramada por amor… Y nosotros, que “hemos recibido las primicias del Espíritu, ansiamos la plenitud de la salvación, pues en esperanza hemos sido rescatados y nuestra esperanza no defrauda, porque el Amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo”…
¡Ahora estamos ya con Cristo en el cielo, en un “ya pero todavía no”, pero está cercano el día en que será: “ya, y ahora sí”… Las promesas de Dios son verdad y Él nos lo asegura en el corazón por la fe, que esto es muy cierto, más que nuestra propia existencia!…
Y además “el mismo Jesús, que ahora nos ha dejado para subir al cielo, volverá y lo veremos”, nuestros ojos lo verán y alabaremos su venida, como celebramos su “primera venida” que ocurrió en la carne, en nuestra historia…
¡Por tanto, encendamos en la oración nuestra fe y esperanza y con el corazón ardiendo en su Amor, hagamos cada vez más un sitio donde Él pueda derramar todos sus dones y por la fuerza de su gracia ascendamos con Él al cielo! … ¡Que así sea!...
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