Sí, a veces nuestro corazón vacila y se encoge acobardado por temores y por miedos, cuando llegan los momentos de dolor, como estos que estamos viviendo en nuestra vida, sí, se sumerge en la incertidumbre; pero entonces, Tú, Señor, nos hablas, lo haces incluso en el silencio que no siempre comprendemos o que percibimos como ausencia.
Tú nos hablas en ese silencio porque nos llamas a despojarnos de todo ruido, también del que produce nuestros miedos, y es entonces, cuando tu Palabra resuena con ecos de esperanza:
"Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde".
Envíanos tu Espíritu, anticípanos tu Espíritu, para que nuestro corazón pueda aprender a vivir confiando siempre en tu amor".
No hay comentarios:
Publicar un comentario