"Ventana abierta"
“No podemos seguir dando la
espalda a la realidad tan tremenda que se vive en las residencias de ancianos”
El pasado fin de
semana, Pablo
Enríquez entrevistaba al doctor Jaime Boceta,
expresidente de la Sociedad Andaluza de Cuidados Paliativos en el programa
Iglesia Noticia Sevilla, en la emisora COPE.
Lo hacía para presentar un proyecto solidario que se ha
venido desarrollando durante los últimos meses de pandemia. Se trata de un voluntariado
que ha acompañado a decenas de personas mayores en distintas residencias de
ancianos sevillanos, sin duda, uno de los espacios más castigados por la crisis
sanitaria que aun arrastramos.
¿Cómo y por qué surge esta
iniciativa?
La iniciativa surge desde el Colegio de Médicos. Su
vicepresidente organizó un voluntariado médico para ir a las residencias y me
animó a colaborar con ellos. Vimos que este apoyo sanitario estaba cubierto,
pero hacía falta otro tipo de presencia. Así que surgió esta idea, sobre todo
en residencias que habían tenido problemas de COVID-19.
Era complicado, porque el personal de estas residencias
es limitado y dificultaba el hecho de tener que dividir a los residentes entre
contagiados, sospechosos de contagios, sanos o aquellos que han mantenido el
contacto con algún enfermo. Es decir, con cada uno de estos colectivos hay que
tener un circuito distinto, cambiarse de indumentaria, etc. Esto supone una
multiplicación del trabajo enorme.
A esto se suma la baja de algunos trabajadores por
contagio o sospecha de contagio del coronavirus. Y resulta complicadísimo
contratar nuevos trabajadores en plena pandemia. Ante esta situación, surge la
figura del voluntario.
¿En
cuántas residencias han prestado este servicio?
Hemos estado colaborando en dos residencias de mayores
y en un centro de atención a personas sin hogar.
Si
tuviéramos que dibujar el perfil de estos voluntarios, creo que no hablamos
únicamente de personas con formación sanitaria…
No especialmente. Han sido más de 80 personas y la
mayoría no sanitarios. Los profesionales sanitarios se canalizaron como apoyo
en las enfermerías de las residencias, mientras que éste ha sido un
voluntariado de tipo asistencial para ayudar a las tareas de auxiliar.
Concretamente dando de comer a los ancianos, en el aseo, la limpieza, etc.
El perfil general es de personas con estudios
superiores o universitarios. Y, sobre todo, gente muy valiente y generosa,
porque implicaba un riesgo de contagio.
Estas personas, además, recibieron antes de empezar por
parte del Colegio de Médicos tanto la formación necesaria como los EPIs para
ejercer su tarea, sin duda, encomiable.
¿Qué
sensaciones percibían en estas personas mayores, en los usuarios de las
residencias? No sé si eran conscientes de la gravedad de lo que estábamos
viviendo y de que precisamente sobre las residencias se cernía un peligro
latente…
Hay que tener en cuenta que normalmente, las personas
mayores que viven en residencias tienen cierto grado de deterioro cognitivo y
de dependencia. Precisamente, cuando a este tipo de personas le cambias su
entorno, lo aíslan, ven cómo todo el que se acerca lo hace con una mascarilla,
una pantalla y un traje especial…Todo eso les produce desconcierto y miedo,
incluso pueden empeorar su conducta o su dificultad cognitiva.
Por otro lado, hay residentes que no tienen este
deterioro cognitivo y entienden lo que se les explica. Igualmente es necesario
repetirle una y otra vez la situación.
Esto
que estamos pasando, ¿cree que servirá para que, en adelante, se mire con mayor
atención a las residencias de ancianos?
Sí, yo creo que sí y que hay voluntad para continuar
con un voluntariado posterior a la pandemia. Como sociedad no podemos seguir de
espalda a la realidad tan tremenda que hay en las residencias de ancianos.
Nuestros voluntarios decían lo mismo: no se imaginaban que en las residencias
había esta forma de vida, esta cantidad de personas tan necesitadas. No podemos
seguir viviendo de espaldas a esto.
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