"Ventana abierta"
Los cinco minutos del Espíritu Santo
Mons. Víctor Manuel Fernández
Un manco puede ser feliz sin una mano. Lo será si acepta que eso que le falta es sólo una parte, porque la vida es mucho más que eso. Si lo piensa bien, reconocerá que, si no le faltara eso, le faltaría otra cosa, porque nunca podemos tenerlo todo.
Porque nuestra vida será siempre algo limitado, pero no por eso deja de ser bella, a su manera. Que no se te escape.
Esto no significa no tener objetivos, no tratar de alcanzar cosas nuevas, o dejar de proponerse algo más. Porque eso también es parte de la felicidad. Pero siempre que uno ame y valore más lo que tiene y no tanto lo que no tiene. Porque si uno ama mucho lo que no tiene, y poco lo que sí tiene, siempre estará tristemente insatisfecho, con una especie de vacío en el corazón.
El Espíritu Santo quiere abrirnos los ojos para que aprendamos a vivir nuestra vida así como es, con sus valores y sus límites, sin estar envidiando la vida ajena y comparándonos con los demás.
Cada uno tiene que hacer su propio camino y recorrerlo con todo el corazón,
porque tiene que vivir su vida, no la de los demás.
A veces hay que detenerse a mirar la propia vida bajo la luz del Espíritu Santo, hasta que podamos reconocer que también nuestra vida es bella, con todas sus imperfecciones, carencias y límites. Dejemos que el Espíritu Santo nos ayude a aceptarnos a nosotros mismos y a aceptar la vida, para emprender el viaje de cada día con un corazón abierto.
Oración inspirada en la reflexión de Los Cinco Minutos del Espíritu Santo del 28 de abril
"Espíritu Santo, hoy te abro mi corazón para pedirte que me enseñes a aceptar mi vida tal como es, con sus virtudes y sus límites. Ayúdame a no quedarme atrapado en lo que me falta, sino a valorar profundamente todo lo que ya he recibido.
Quiero aprender a mirar mi historia bajo tu luz, a reconocer la belleza que existe en medio de las imperfecciones y a no envidiar la vida de los demás. Enséñame a caminar mi propio camino con gratitud, con amor y con entusiasmo.
Te pido también por mi familia: que cada uno de nosotros pueda ver su propia vida como un regalo, y que aprendamos a apoyarnos mutuamente, celebrando lo que somos, sin comparaciones ni reproches. Llena nuestro hogar de tu luz para que vivamos cada día con un corazón abierto y confiado.
Amén".
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