"Ventana abierta"
El recuerdo de la madre siempre es tranquilizador, pero cuando esta Madre es María, la paz inunda nuestra alma, la sonrisa aflora a nuestros labios, la alegría penetra a nuestra vida. Piensa, pues, con frecuencia en María, tenla presente en todos los momentos de tu vida, invócala sobre todo en los tramos más difíciles y comprometidos.
SI VAS CON ELLA, NO PERDERÁS EL RUMBO
ÁNGELUS
LOS CINCO MINUTOS DE MARÍA
Amor y perdón son ecos del corazón de todas las
madres. ¡Qué eco no tendrán en el Corazón de la más amante de todas las madres!
El corazón de María es el más semejante al
Corazón de Dios y es el Corazón más tierno que ninguna de las madres pudo jamás
soñar.
Por eso, al participar del Corazón de Dios, en
su Corazón de Madre de Dios y Madre de los hombres siempre hallan eco el amor y
el perdón.
Siempre que necesitamos conseguir perdón o aumentar el amor, acudamos al Corazón de María y lo conseguiremos.
MADRE Y REINA DE LOS CIELOS Y LA TIERRA, QUE PARTICIPE YO DE LA BONDAD DE TU CORAZÓN.
Ave María...
Gloria...
Textos tomados del Libro "Los cinco minutos de María" del Padre Alfonso Milagro.
"La Eucaristía nos conduce al
Magníficat"
En la Eucaristía, la Iglesia se une plenamente
a Cristo y a su sacrificio, haciendo suyo el espíritu de María. Es una verdad
que se puede profundizar releyendo el Magníficat en perspectiva eucarística.
La Eucaristía, en efecto, como el canto de
María, es ante todo alabanza y acción de gracias. Cuando María exclama « mi
alma engrandece al Señor, mi espíritu exulta en Dios, mi Salvador », lleva a
Jesús en su seno. Alaba al Padre « por » Jesús, pero también lo alaba « en »
Jesús y « con » Jesús. Esto es precisamente la verdadera « actitud eucarística
».
Al mismo tiempo, María rememora las maravillas
que Dios ha hecho en la historia de la salvación, según la promesa hecha a
nuestros padres (cf. Lc 1, 55), anunciando la que supera a todas ellas, la
encarnación redentora.
En el Magníficat, en fin, está presente la
tensión escatológica de la Eucaristía. Cada vez que el Hijo de Dios se presenta
bajo la « pobreza » de las especies sacramentales, pan y vino, se pone en el
mundo el germen de la nueva historia, en la que se « derriba del trono a los
poderosos » y se « enaltece a los humildes » (cf. Lc 1, 52).
María canta el « cielo nuevo » y la « tierra
nueva » que se anticipan en la Eucaristía y, en cierto sentido, deja entrever
su 'diseño' programático. Puesto que el Magníficat expresa la espiritualidad de
María, nada nos ayuda a vivir mejor el Misterio eucarístico que esta
espiritualidad. ¡La Eucaristía se nos ha dado para que nuestra vida sea, como
la de María, toda ella un magníficat!
Extrait de : Jean Paul II, Lettre encyclique
Ecclesia de Eucharistia, 2003, § 58
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