"ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez
(Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL
VIERNES DE LA PRIMERA SEMANA DEL T.O. (1)
Pues, para que veáis que el Hijo del hombre
tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados -dice al paralítico-: “Te
digo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa”».
La lectura evangélica (Mc 2,1-12) que nos
brinda la liturgia para hoy nos presenta la continuación de la misión de Jesús.
Ya Él había ganado fama por los prodigios que estaba obrando, y donde quiera
que fuera la gente se le acercaba para que les curara a ellos o a sus seres
queridos.
En el pasaje de hoy encontramos a Jesús
regresando a Cafarnaún. Tan pronto llegó a la casa y se corrió la voz, llegó
tanta gente que no cabían en el lugar. “Acudieron tantos que no quedaba sitio
ni a la puerta”. La escritura hace énfasis en que Jesús “les proponía la
palabra”. El anuncio del Reino. El tema central de la predicación de Jesús.
Estando allí llegaron unos hombres que traían a
un amigo paralítico para que Jesús lo curara. “Llegaron cuatro llevando un
paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas
encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con
el paralítico”. Ellos creían en el poder sanador de Jesús. Y esa fe les hizo
actuar de conformidad con esa creencia.
Este pasaje nos lleva a una cuestión
fundamental de la fe. Aunque muchas veces usemos los términos indistintamente,
una cosa es creer y otra tener fe. Son dos cosas distintas.
Yo puedo creer, pero si no actúo de conformidad
con lo que creo, no tengo fe. La fe es la que me hace actuar, y esa actuación
es la que hace que el poder de Dios se manifieste. La fe es el “gatillo” que
dispara el poder de Dios. Si yo no actúo conforme a lo que creo nunca veré el
poder de Dios. Por eso la fe es algo que “se ve”, como lo fue la de aquellos
que llevaron su amigo ante Jesús para que éste le curara. Ellos creían, y
actuaron conforme a lo que creían. No se limitaron a creer que Jesús podía
curar a su amigo; actuaron acorde a dicha creencia. Tan seguros estaban que
llegaron al extremo de treparlo al techo, hacer un boquete que el techo, y
descolgarlo hasta enfrente de Jesús. Es de notar que la escritura nos dice que
“Viendo Jesús la fe que tenían”, primero dice al paralítico: “Hijo, tus pecados
quedan perdonados”, y más adelante: “Levántate, coge tu camilla y vete a tu
casa”.
La frase clave es “VIENDO Jesús la fe que
tenían”. De nada nos sirve creer en Dios si esa creencia no se convierte en un
acto que demuestre lo que creemos (Cfr.
Sir 38,1). Si nos limitamos a “creer” y nos cruzamos de brazos, nunca veremos
manifestarse la gloria de Dios. Un ejemplo lo tenemos en Zacarías, el padre de
Juan en Bautista. Cuando Dios le dejó saber que su esposa concebiría y daría a
luz un hijo a pesar de su esterilidad y avanzada edad, si él se hubiese cruzado
de brazos y no se hubiese juntado con su esposa Isabel, esta no habría
concebido y dado a luz.
Señor que mi fe se “vea”, de manera que todo el
que se acerque a mí, vea la manifestación de tu poder y crea. Por Jesucristo
nuestro Señor.
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