"Ventana abierta"
Dominicas Lerma
Comentarios a la Palabra de Dios
DOMINGO DE RAMOS
CICLO
A
-
DE LA PASION DEL SEÑOR -
Is. 50, 4-7
4
El Señor Yahveh me ha dado lengua de discípulo, para que haga saber al cansado
una palabra alentadora. Mañana tras mañana despierta mi oído, para escuchar
como los discípulos;
5
el Señor Yahveh me ha abierto el oído. Y yo no me resistí, ni me hice atrás.
6
Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi
barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos.
7
Pues que Yahveh habría de ayudarme para que no fuese insultado, por eso puse mi
cara como el pedernal, a sabiendas de que no quedaría avergonzado.
(v. 4) - “Tercer Poema del Siervo” perteneciente al Deutero-Isaías. Aquí
habla el propio Siervo. Posee una lengua de “discípulo” y añade su falta de habilidad para hablar. El tema
de la lengua inhábil es propio
(v. 5) de
los grandes profetas, llamados a hablar en nombre de Dios (Jer. 1, 6; Ex. 4,
10).
(v. 6)
- A continuación el Siervo de Jahvé da cuenta de las injurias que
ha sufrido durante su misión, y las describe tomando rasgos de la vida de otros
profetas (Is. 51, 23; Ez. 21, 14; Ez. 16, 52; Job 14, 20, 30,
(v. 7)
10). Sin embargo, convencido de que el Señor le salvará (v. 7), el Siervo no se
queja siquiera de los ultrajes (Jer. 11, 18s.).
Fp. 2, 6-11
6
El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios.
7
Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose
semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre;
8 y
se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.
9
Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre.
10
Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y
en los abismos,
11
y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SENOR para gloria de Dios Padre.
- En este pasaje nos deja fluir S. Pablo un “himno a Cristo”. Estas palabras no son suyas; es ajeno a Pablo el
mensaje, las ideas, la estructura de las estrofas, etc., pero él lo hace suyo
expresando a lo largo del himno su propio pensamiento, sus personales
reflexiones, adiciones, etc. Es por tanto un himno que se cantaba en las
asambleas litúrgicas de la comunidad.
- Ha hablado de lo necesario que es la
humildad unida al amor y les exhorta a “tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús”, es decir, este estar en Cristo donde rige la ley que
Cristo reveló.
-
El himno tiene dos estrofas que describen el camino de Cristo que
le llevó desde el ser en Dios, anterior al mundo, hasta el mundo humano y desde
éste, nuevamente al dominio en Dios.
(v. 6)
- Intenta al principio expresar lo inefable: siendo igual a
Dios, no indica ningún otro Dios preexistente, sino que es Dios mismo que
inicia su marcha hacia el hombre. Su actuación tiene una motivación: la
libertad, nadie le obligó, ni se vió empujado a ella, fue libre
decisión. Se despojó a sí mismo. Esta acción es simplemente
inconcebible. En lugar de la condición divina aparece la condición
de esclavo porque así lo quiso. La contraposición: Dios-esclavo implica
oposición tan distanciada, tan tensa e insalvable que no se puede pensar en
otra mayor y así en toda su confusión se nos presenta a la inteligencia con
todo su misterio.
(v. 7)
- El himno quiere reconocer con solemne alabanza la encarnación de
Dios. Se hizo verdadero hombre, no mera apariencia al modo docetista. Se
insertó entre los hombres y como hombre, esclavo. Este es el primer paso del
despojarse a sí mismo, pues ser hombre para Dios se concibe como esclavitud,
pero una esclavitud libre (libre del miedo y de ese juego cruel en manos de las
potestades esclavizadoras de que nos habla la mitología).
(v. 8)
- Su vaciarse de sí mismo, revela obediencia que
es la ley que debe marcar el ser del cristiano de manera determinante. Pero la
obediencia de este Unico, es inimitable en toda su grandeza y es así porque El
viene del mundo de Dios del que nadie ha venido como El. Su obediencia nos
aparece como algo que descansa en sí mismo, la libertad en ella es más poderosa
que cualquier otra obediencia que el hombre pueda ejercitar libremente.
- De despojarse se sigue, la humillación
hasta la muerte. La muerte es el punto de destino de un camino emprendido
con libertad, por eso la muerte para El es un acto libre y es lo que demuestra
también que es como uno de nosotros, pues en la muerte todos confluyen. Sólo
este Único sabe de libertad en morir, pues nada tan alejado de Dios como la
muerte y se recalca más todavía: muerte en cruz (aquí aparece
la mano de Pablo, pues la cruz ocupa el centro de su mensaje: muerte de
Cristo como muerte salvífica (I Cor. 1, 18) (Gal. 6, 14) en la causa
única donde uno puede gloriarse.
(v. 9)
- Ahora entra Dios como protagonista en la acción. Por esa senda de
despojo era el otro el que actuaba en solitario, una iniciativa que se orienta
al obediente. Una de las primeras experiencias de la religiosidad bíblica es
que Dios humilla y ensalza al justo: para confirmar su valía se le
envía a la escuela de la humillación, para que si da buena prueba de sí, sea
reconocido por Dios. Esta regla se continúa en nuestra vida pero sufre una
modificación debido al camino singular que el Único ha llevado a cabo mediante
la humillación libre y obediente. A este especial camino responde también una
singular reacción de Dios: exaltó al que se había despojado en la
muerte, la acción de Dios le hace vivir de nuevo y se orienta al puesto que
ahora en el universo se le confía al obediente. Y le concede un nombre tan
alto que está sobre toda medida (Act. 2, 33; Ef. 1, 20-23).
(v. 10) -
Aquí se inserta una frase de (Is. 45, 23b) donde los pueblos aclamarán a Israel
a quien habían hostilizado, aquí entran los cielos, la tierra y los abismos con
todos sus seres: las potestades que doblan
(v. 11) la rodilla
ante el nombre de Jesús. Jesús, el obediente, es ahora el Señor,
produciéndose en el cosmos un cambio de dominio. Este es el nombre que Dios ha
dado a Jesús: KYRIOS. Es la más antigua confesión de fe cristiana
(Rm. 10, 9).
- Con este señorío, el sentido del mundo no
es la insensatez, la ceguera o el azar sino Jesucristo. Y su
dominio no es esclavizar, ni oprimir sino liberar y llevar a casa, El trae la
paz y la salvación. Finaliza la salvación en la gloria de Dios Padre (Rm.
8, 15) (aquí está presenta ya la comunidad que sabe del Padre de Jesús)
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