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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

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Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

domingo, 6 de enero de 2019

Epifanía. Busquemos la verdad de corazón. 6 - Enero - 2019

"Ventana abierta"


Epifanía
Busquemos la verdad de corazón


Reflexión Dominical

Ciclo C, Evangelio según San Mateo 2, 1-12
Domingo 6 de enero, 2019

Hoy también la Liturgia nos habla de luz.  Luz prometida por los profetas: “Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti” (Is 60,1). Luz encendida en la noche santa, Cristo. Luz que guió a los pastores hasta el portal de Belén, e indicó el camino, el día de la Epifanía, a los Magos que se fueron desde Oriente para adorar al Rey de los Judíos. Luz que resplandece para todos los hombres y todos los pueblos que anhelan encontrar a Dios.

Los Reyes Magos, esos extraños personajes, son un ejemplo y un símbolo. Ellos buscan la verdad de todo corazón y con toda su razón. Es una búsqueda espiritual, aunque a tientas (He 17,27). Pero, dado que es fácil perder el camino, Dios viene en su ayuda con una luz, la estrella, ese signo misterioso en el firmamento que ellos seguirán tenazmente. Dejan la seguridad que viene del moverse en su propio ambiente, entre gente conocida. Se ponen en camino sin dilación, sin calcular uno a uno los peligros y las incógnitas del viaje.
Ellos se ponen en camino mirando en lo alto, mirando adentro de sí mismos, mirando más allá. Ellos viven ya, sin saberlo, en discípulos de Jesús “camino, verdad y vida”, “luz verdadera venida en este mundo”, por el cual uno debe dejarlo todo y seguirlo sin diferir. “Las gentes andarán en tu luz y los reyes a la claridad de tu aurora” (Is. 60,3).

Cuan diferente la actitud de Herodes y de los escribas y sacerdotes, cuando los Magos preguntan: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”.
Herodes se turba. Cree a las Escrituras y teme a un rival invencible, pero no se pliega a la verdad. Está embrujado por el ídolo del poder, cegado “por el amor de si mismo hasta al desprecio de Dios” (San Agustín), así que para eliminar a ese niño-rey, concibe en su corazón la decisión de la feroz degollación de los inocentes.

Los sacerdotes y los “expertos” de las Escrituras saben decir dónde-cómo-cuándo tuvo que verificarse el evento en Belén según las antiguas profecías, pero no se mueven. Prefieren quedarse cómodamente instalados en sus casas y en sus cátedras. Son como los rótulos de las calles: indican el camino, pero no se mueven, se quedan pegados al palo o al muro que los sostienen.
Es la actitud de quien no busca la verdad porque piensa de conocerla ya. Es el error de muchos, lo de reducir la verdad a un argumento a enseñar a otros y no a un mensaje a vivir. Eso ocurre cuando hablamos de Cristo, discutimos sobre de Cristo pero que no es una persona que me interpela y me llama a renunciar a todo para ir en pos de Él.

Los Magos salen de Jerusalén, buscan otra vez, guiados por su fe, su luz interior, a la estrella y continúan su camino hasta llegar en Belén, al lugar donde nació Cristo, en aquella gruta-establo en la que “el Verbo se hizo carne”. Allá encuentran a Jesús. “Palpitará y se ensanchará tu corazón”, decía el profeta Isaías. Es lo que se les ocurrió a los Magos. Aquel niño les parece ser la origen y el cumplimiento de su deseo.

Jesús es un pequeño niño, como cualquier recién nacido. Los magos hacen el salto de la fe: no se asombran de la pobreza, ni del establo, ni del pesebre; reconocen a ese niño como al salvador esperado, al rey Mesías; en su pobreza reconocen la bondad de Dios, pues no quiso aplastarnos con el peso de su gloria. Se arrodillaron, lo adoraron, y le ofrecieron sus dones: oro, símbolo de su realeza, incienso símbolo de su divinidad, mirra, profecía de su muerte y resurrección.

Los Magos nos enseñan a arrodillarnos frente a los pequeños para acogerlos y no para dominarlos, para servirlos y no para explotarlos. Los Magos nos enseñan que es a través de la humanidad que encontramos a la divinidad. Dios se manifiesta a ellos (epifanía) en la ternura de un niño, y ellos le ofrecieron sus dones, como hemos visto, cargados de simbolismo, porque cuando hacemos un don, manifestamos algo de nosotros al otro, nos volvemos en “epifanía” para el otro, epifanía de bondad.
Y después de haber cumplido todo esto, regresaron a su país, “llenos de inmensa alegría”, por otro camino. Buscar y encontrar a Dios es cambiar de camino, porque el encuentro con el “Otro” te cambia. No te deja como te ha encontrado. El camino del regreso es diferente porque tú has cambiado. 

Si la Navidad nos invitaba a re-nacer cada día, los Magos nos invitan a buscar y a no tener miedo de inventar nuevos caminos para dar esperanza a cuantos buscan y pueden perderse en el camino si alguien no los ayuda.
Los Magos no son ni turistas ni vagabundos. Su vida ha cambiado, ya saben que el niño que han encontrado es el “Dios con nosotros”, saben que ya no están solos, y por eso “palpita y se ensancha su corazón” desbordando de alegría.
Hoy es verdaderamente la gran fiesta misionera. Los Reyes son el comienzo y la prefiguración de cuantos, más allá de las fronteras del pueblo elegido de la Primera Alianza, han llegado y llegan siempre a Cristo mediante la fe. La Epifanía, es la revelación, como nos decía san Pablo, “que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y participes de la promesa en Jesucristo, por el Evangelio”.
Como los Magos “quien quiere la luz… sale de sí y busca: no permanece cerrado… sino pone en juego su propia vida… La vida cristiana es un camino continuo, hecho de esperanza, hecho de búsqueda; un camino que, como aquel de los Magos, prosigue incluso cuando la estrella desaparece momentáneamente de la vista” (Francisco, Angelus en la Epifanía 2017).

“Ojalá en medio de nuestro vivir diario no perdamos nunca la capacidad de estar abiertos a toda luz que pueda iluminar nuestra existencia, a toda llamada que pueda dar profundidad a nuestras vidas (J.A. Pagola).

Jesús, don de Dios al mundo, nos envía para llevarlo a cuantos encontremos en nuestro camino. Él es para todos la epifanía, la manifestación de Dios esperanza del hombre, de Dios liberación del hombre, de Dios salvación del hombre.
“Levántate Iglesia y siembra la fuerza de tu fe. ¡Cristo te ilumine continuamente! Que los hombres y los pueblos caminen en esta luz.” (J-P II 6.01.79).
Amén.
Padre Franco Noventa, mccj

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