"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
MIS PALABRAS, NO CALAN EN VOSOTROS
31 Decía,
pues, Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi Palabra,
seréis verdaderamente mis discípulos,
32 y conoceréis la verdad y la
verdad os hará libres.»
33 Ellos le respondieron:
«Nosotros somos descendencia de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie.
¿Cómo dices tú: ¿Os haréis libres?»
34 Jesús les respondió: «En verdad,
en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo.
35 Y el esclavo no se
queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre.
36 Si, pues, el Hijo os da la
libertad, seréis realmente libres.
37 Ya sé que sois
descendencia de Abraham; pero tratáis de matarme, porque mi Palabra no prende
en vosotros.
38 Yo hablo lo que he
visto donde mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído donde vuestro
padre.»
39 Ellos le respondieron:
«Nuestro padre es Abraham.» Jesús les dice: «Si sois hijos de Abraham, haced
las obras de Abraham.
40 Pero tratáis de
matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham.
41 Vosotros hacéis las
obras de vuestro padre.» Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la
prostitución; no tenemos más padre que a Dios.»
42 Jesús les respondió: «Si Dios
fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de Dios; no
he venido por mi cuenta, sino que él me ha enviado. (Jn. 8, 31- 42)
Jesús da un paso más a “los que
han creído en Él”. Porque la Revelación para los hombres es
progresiva. Uno no puede decir: “ya sé bastante
de Jesús, estoy contento con lo que sé”. Eso es no conocer
a Dios, que quiere de cada uno que llegue a gustar y
comprender, cada vez más, su Misterio de amor. Y es que
el Amor nunca dice: “¡basta!”, porque el Amor es Dios.
Así, con la fe que ya tienen, han de perseverar
en su Palabra, pues de otra forma no podrán llegar al conocimiento de
la Verdad que es el que los hace libres y, por tanto, con la impronta
de hijos de Dios, dejarán de ser esclavos. Más ellos entienden que
les habla de la esclavitud de la persona, tan dolorosa en todo
tiempo. ¡No, Jesús les está poniendo ante sus ojos la esclavitud
del pecado, eso que ellos prefieren echar para atrás y ni hablar de ello!
El pecado los humilla y, a cualquier precio, prefieren decir
que son libres, aunque se mientan a sí mismos.
Pero, el Hijo de Dios ha
venido para librarnos de esta esclavitud y de la mentira que nos
rodea. Él nos libra del pecado. ¡Es lo
que ha recibido como encargo de su Padre-Dios! Toda la verdad
que ha aprendido de junto a su Padre,
quiere dársela a estos hombres y a
todos. Pero, la Palabra de Jesús, es demasiado pura y
penetrante como para que cale en sus corazones endurecidos, a pesar de
tener fe en Jesús. ¡Pero la fe no basta, pues los demonios
también creen en Dios y son infernales! ¡Hay que dar un paso en
tomar a Jesús como guía de nuestras vidas para no perdernos
en fatuos pensamientos y razonamientos!
Nosotros, a veces, con una fe confesada y
sentida, nos vemos como bloqueados. Nuestra fe no lleva vida y esto nos
produce desconcierto. Pero en la Palabra de Jesús este
fenómeno está muy claro: Nuestro corazón está “impermeable”,
su Voz no cala en nosotros. Y nos desvela, al igual que
hizo Jesús con sus discípulos incipientes, que la única causa de
esta esclavitud es el pecado, que muchas veces y otras, sin
querer, anida en nuestra vida.
Si somos ya discípulos
de Jesús, Él hila muy fino en nuestra vida
espiritual, porque “no quiere que nadie se pierda por ignorancia y no
llegue al centro de su Verdad”. Y ¡la Verdad
es Cristo!, y con Ella nos tenemos que confrontar
en esos “hilillos finos” que, aunque leves, no nos
dejan volar en alas de la santidad: “sed santos
porque Yo, el Señor, soy Santo y os he separado para
que seáis míos”.
¡Seamos valientes y puros en confesar ante Dios, a través de sus ministros, aquello que nos esclaviza! ¡Él nos espera con los brazos abiertos en este acto de humildad y confianza en su misericordia! ¡No pongamos obstáculo a la gracia, porque nos busca y desea unirse a nosotros en un estrecho abrazo de amor! ¡No frustremos el plan que Dios ha trazado en nuestra vida para elevarnos a una alta santidad!¡Seamos fuertes en ponernos bajo la sombra de Dios, pues, sin su presencia divina, no podemos ni ser buenos ni santos, como Dios es Santo! ¡Escucha, Señor, nuestra oración que hacemos con fe y humildad! ¡Qué así sea Jesús! ¡Amén! ¡Amén!
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