"Ventana abierta"
La Buena Semilla
Ni aparté mi corazón de placer alguno… y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol.
Eclesiastés 2: 10-11
(Jesús dijo:) Cualquiera que bebiere de esta
agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no
tendrá sed jamás.
Juan 4: 13-14
No me gusta la vida
“Lo viví todo. No hay mucha gente que pueda
decir lo mismo. Ahora puedo morir. Lo viví todo; no me gusta la vida. En la
noche, a veces, me digo que no me gustaría despertarme al día siguiente”.
Esta confesión desilusionada de un conocido
actor muestra que la riqueza, la gloria y los placeres de la vida no pueden
satisfacer el corazón humano. Lo mismo experimentó hace mucho tiempo el rey
Salomón. La Biblia nos lo muestra para advertirnos. Podemos evitar estas
desilusiones si nos esforzamos en escuchar su mensaje. Salomón pudo disfrutar
de todo lo que un hombre pueda desear en la tierra, y su conclusión es
decepcionante: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Eclesiastés 1: 2).
Pero lo más importante no son las cosas de la
tierra, pues la vida no se detiene con la muerte del cuerpo. Salomón lo sabía y
escribió:
“Teme a Dios, y guarda sus mandamientos… Porque
Dios traerá toda obra a juicio” (Eclesiastés 12: 13-14). Este temor de
Dios lleva a la vida (Proverbios 19: 23). En efecto, Dios nos invita a
hallar en él la verdadera respuesta a nuestras aspiraciones. Jesús dijo:
“Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (Juan 6: 35). No hablaba de la sed o del hambre del cuerpo, sino de las necesidades de nuestro ser interior. Estas encuentran su respuesta en Jesucristo. ¡Solo él puede darnos la paz, el gozo y el descanso!
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