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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

jueves, 20 de agosto de 2020

REFLEXIÓN PARA EL JUEVES DE LA VIGÉSIMA SEMANA DEL T.O. (2) 20 - Agosto - 2020

"Ventana abierta"


De la mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)

REFLEXIÓN PARA EL JUEVES DE LA VIGÉSIMA SEMANA DEL T.O. (2) 


“Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda.”

El evangelio que leemos en la liturgia para hoy (Mt 22,1-14) nos presenta la parábola del banquete de bodas. En esta parábola Jesús compara el Reino de los cielos con un banquete de bodas, y al anuncio de la Buena Nueva del Reino con la invitación al banquete. Ya se acerca su hora, Jesús sabe que su tiempo se acaba y está “pasando balance” de su gestión.

Jesús está consciente que los suyos (los judíos) no “aceptaron su invitación” (“Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron”. – Jn 1,11), no le hicieron caso. Cada cual siguió ocupándose de “lo suyo”. Para estos, sus asuntos eran más importantes que la invitación. Inclusive llegaron al extremo de agredir físicamente a los portadores de la invitación. ¡Cuántas veces tenemos que sufrir esos desplantes los que nos convertimos en portadores de la Buena Nueva!

Ante el desplante de sus invitados, el rey pide a sus criados que inviten a todos los que encuentren por el camino: “Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda”. Y los criados, salieron a los caminos e invitaron a todos los que encontraron, “malos y buenos”.

Resulta claro que el Reino es para todos, malos y buenos; tan solo hay que aceptar la invitación y “ponerse el traje de fiesta”. Todos hemos sido invitados al banquete de bodas del Reino. Pero como hemos dicho en días anteriores, esa invitación tiene unas condiciones, una “letra chica”. Tenemos que dejar atrás nuestra vestimenta vieja para vestir del traje de gala que amerita el banquete de bodas.

Hay un versículo de esta lectura que resulta un poco desconcertante. Me refiero al tratamiento severo que el rey la da al que no vino ataviado con el vestido de fiesta: “Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas” (v. 13). Se han escrito “ríos de tinta” sobre el posible significado de este verso, pero los exégetas no se ponen de acuerdo sobre qué estaba pensando Jesús cuando dijo esa frase (incluyendo el tenebroso “llanto y rechinar de dientes” que le sigue). Tal vez la respuesta esté en la oración que antecede a la condenación: “El otro no abrió la boca”. Otras versiones dicen “El hombre se quedó callado”. En otras palabras, se le dio la oportunidad y la ignoró. Se le invitó, vino a la boda, se le dijo que no estaba vestido apropiadamente, y en lugar de corregir la situación, optó por quedarse callado. Es decir, compró su propia condenación. Me recuerda el pasaje de la Primera Carta a los Corintios, en el que Pablo nos narra la Última Cena, refiriéndose a los que se acercan a la Eucaristía sin la debida preparación: “El que come y bebe indignamente, come y bebe su propia condenación” (11,29).

No hay duda que el Señor nos invita a todos a su Reino, santos y pecadores. Pero para ser acreedores de sentarnos a la “mesa del banquete”, lo menos que podemos hacer es lavar nuestra túnica. Así llegaremos a formar parte de aquella multitud, “imposible de contar” de toda nación, raza, pueblo y lengua, que harán su entrada en el salón del trono del Cordero, “vestidos con sus vestiduras blancas” (Cfr. Ap 7,9). 
Hemos recibido la invitación. Tenemos dos opciones: la aceptamos o la rechazamos. Si la aceptamos, lo menos que podemos hacer es ir vestidos apropiadamente.

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