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Sean bienvenidos

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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

jueves, 27 de agosto de 2020

Cuento de amor: Mi maestra Rosa

"Ventana abierta"



El bosque de las fantasías 
Mi maestra Rosa
Cuento de amor: Mi maestra Rosa

Juan estaba enamorado de su maestra Rosa. Le gustaba porque era muy buena con él, olía a flores y le dejaba jugar o descansar cuando lo necesitaba, pero lo que a Juan más le gustaba de ella era la paciencia que tenía siempre a la hora de explicar una clase.

Juan era diferente a otros niños, pues a él a veces le costaba entender mucho las cosas que a los demás les parecían fáciles, como tener que decir una lección en alto hablar en escribir y seguir a buen ritmo los dictados de la maestra Rosa. En lugar de aquello, y al no sentirse igual que los demás, Juan prefería sentarse en un rincón alejado de la clase y jugar muy callado para no molestar.

La maestra Rosa era buena con él y les había hecho entender a los otros niños que a pesar de que Juan era diferente a los demás en algunas cosas, era un buen niño como el resto y necesitaba el apoyo y la comprensión de todos sus compañeros, como cualquier otro niño. “Juan no es raro sino diferente, y eso le hace especial”, dijo una vez la maestra Rosa cuando uno de los pequeños le preguntó muy curioso por qué Juan no entendía nunca los chistes que hacían en clase.

La maestra Rosa era tan buena con Juan que él, confundido, creyó haberse enamorado de ella. El pequeño describía su amor por ella, como si sintiera mariposas en el estómago; también le sudaban las manos a menudo por los nervios, aunque a pesar de todo siempre se sentía muy feliz al verla. De modo que, llegado el día de San Valentín, Juan decidió armarse de valor y hacerle un regalo muy especial a su profe: un dibujo suyo lleno de amor.

Juan era muy bueno dibujando y pintando, su mamá le había enseñado el verano pasado, por lo que no dudó en hacerle un dibujo a la maestra Rosa. Pero a pesar de las ganas que tenía de terminarlo, una vez llegado el día de San Valentín, cuando estaba a punto doña Rosa de entrar en la clase, Juan se puso muy nervioso en la puerta de su salón de clases, y sintió hasta un poquito de miedo.

Juan era especial, pero en absoluto tonto, y por un momento tuvo miedo de que no le gustara el regalo a su querida maestra. Sin embargo, y gracias al apoyo de sus compañeros de clase que no dudaron en situarse detrás de él para darle ánimos, tal vez Juan se hubiese guardado a buen recaudo el regalo del dibujo y las flores que había cogido de su jardín.

La maestra Rosa, que había ido muy elegante aquella mañana con un precioso vestido azul, se puso muy feliz al ver a todos sus alumnos juntos, pero lo que más le encantó fue ver a todos tan animados y en señal de hermandad. Y tras el dulce recibimiento, uno por uno comenzaron a intercambiarse regalos para celebrar la amistad y el valor del compañerismo. Todos estuvieron muy contentos hablando, riendo y mirando los nuevos regalos que habían recibido; todos salvo Juan:

- Juan, ¿está todo bien? —preguntó la maestra Rosa cuando vio que Juan estaba sentado y callado al margen de los demás.

- Sí, maestra Rosa —dijo Juan ocultando su regalo, a pesar que doña Rosa ya lo había visto.

- ¿Y qué es eso que tienes detrás? —preguntó ella.

- ¿Esto? —comenzó a decir Juan— Es un regalo para usted.

- ¡Oh! ¡Pero si es un regalo muy bonito! —Dijo Rosa entusiasmada— ¿Lo hiciste solo?

Juan se sonrojó un poco y asintió con la cabeza, y acto seguido la maestra le dio un tierno beso en la mejilla. Juan no podía creerlo, y muy contento, sonriente y agradecido, retomó su camino en dirección al resto de sus compañeros. Aquella sonrisa no pasó desapercibida tampoco entre sus compañeros, pues era la primera vez que escuchaban la risa de Juan.

Y así, lo que comenzó siendo un día cargado de nervios y emociones, terminó en un momento inolvidable y en el comienzo de una nueva vida para Juan llena de nuevos amigos. Juan demostró aquel día que sabía estar feliz y que disfrutaba de los buenos momentos igual que el resto, y su iniciativa fue tan bien recibida por el resto de compañeros que ya nunca más lo dejaron solo. La maestra Rosa, sin Juan saberlo, le había hecho despertar a un nuevo mundo.

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