"Ventana abierta"
EL CRISTIANO ANTE DIOS
José Antonio Pagola
No siempre se nos hace fácil a los cristianos relacionarnos
de manera concreta y viva con el misterio de Dios confesado como Trinidad. Sin
embargo, la crisis religiosa nos está invitando a cuidar más que nunca una
relación personal, sana y gratificante con él. Jesús, el Misterio de Dios hecho
carne en el Profeta de Galilea, es el mejor punto de partida para reavivar una
fe sencilla.
¿Cómo vivir ante el
Padre?
Jesús nos enseña dos actitudes básicas. En primer lugar, una
confianza total. El Padre es bueno. Nos quiere sin fin. Nada le importa más que
nuestro bien. Podemos confiar en él sin miedos, recelos, cálculos o
estrategias. Vivir es confiar en el Amor como misterio último de todo.
En segundo lugar, una docilidad incondicional. Es bueno vivir
atentos a la voluntad de ese Padre, pues solo quiere una vida más digna para
todos. No hay una manera de vivir más sana y acertada. Esta es la motivación
secreta de quien vive ante el misterio de la realidad desde la fe en un Dios
Padre.
¿Qué es vivir con el
Hijo de Dios encarnado?
En primer lugar, seguir a Jesús: conocerlo, creerle,
sintonizar con él, aprender a vivir siguiendo sus pasos. Mirar la vida como la
miraba él; tratar a las personas como él las trataba; sembrar signos de bondad
y de libertad creadora como hacía él. Vivir haciendo la vida más humana. Así
vive Dios cuando se encarna. Para un cristiano no hay otro modo de vivir más
apasionante.
En segundo lugar, colaborar en el proyecto de Dios que Jesús
pone en marcha siguiendo la voluntad del Padre. No podemos permanecer pasivos.
A los que lloran, Dios los quiere ver riendo, a los que tienen hambre los
quiere ver comiendo. Hemos de cambiar las cosas para que la vida sea vida para
todos. Este proyecto que Jesús llama «reino de Dios» es el marco, la
orientación y el horizonte que se nos propone desde el misterio último de Dios
para hacer la vida más humana.
¿Qué es vivir animados
por el Espíritu Santo?
En primer lugar, vivir animados por el amor. Así se desprende
de toda la trayectoria de Jesús. Lo esencial es vivirlo todo con amor y desde
el amor. Nada hay más importante. El amor es la fuerza que pone sentido, verdad
y esperanza en nuestra existencia. Es el amor el que nos salva de tantas
torpezas, errores y miserias.
Por último, quien vive «ungido por el Espíritu de Dios» se siente enviado de manera especial a anunciar a los pobres la Buena Noticia. Su vida tiene fuerza liberadora para los cautivos; pone luz en quienes viven ciegos; es un regalo para quienes se sienten desgraciados.



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