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Invitación y bienvenida

Hola amig@s, bienvenid@s a este lugar, "Seguir la Senda.Ventana abierta", un blog que da comienzo e inicia su andadura el 6 de Diciembre de 2010, y con el que sólo busco compartir con ustedes algo de mi inventiva, artículos que tengo recogidos desde hace años, y también todo aquello bonito e instructivo que encuentro en Google o que llega a mí desde la red, y sin ánimo de lucro.

Si alguno de ustedes comprueba que es suyo y quiere que diga su procedencia, o por el contrario quiere que sea retirado de inmediato, por favor, comuníquenmelo y lo haré en seguida y sin demora.

Doy las gracias a tod@s mis amig@s blogueros que me visitan desde todas partes del mundo y de los cuales siempre aprendo algo nuevo. ¡¡¡Gracias de todo corazón y Bienvenid@s !!!!

Si lo desean, bajo la cabecera de "Seguir la Senda", se encuentran unos títulos que pulsando o haciendo clic sobre cada uno de ellos pueden acceder directamente a la sección que les interese. De igual manera, haciendo lo mismo en cada una de las imágenes de la línea vertical al lado izquierdo del blog a partir de "Ventana abierta", pasando por todos, hasta "Galería de imágenes", les conduce también al objetivo escogido.

Espero que todos los artículos que publique en mi blog -y también el de ustedes si así lo desean- les sirva de ayuda, y si les apetece comenten qué les parece...

Mi ventana y mi puerta siempre estarán abiertas para tod@s aquell@s que quieran visitarme. Dios les bendiga continuamente y en gran manera.

Aquí les recibo a ustedes como se merecen, alrededor de la mesa y junto a esta agradable meriendita virtual.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.

No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad.
No hay mejor regalo y premio, que contar con su amistad. Les saluda atentamente: Mª Ángeles Grueso (Angelita)

miércoles, 8 de enero de 2025

¿SABÍAS QUE… UNO DE LOS GRUPOS SE PERDIÓ? Miércoles, 8 - Enero - 2025

"Ventana abierta"

DOMINICAS LERMA

¿SABÍAS QUE…

… UNO DE LOS GRUPOS SE PERDIÓ?

Sí, y, para ser exactos, el grupo que se perdió… ¡¡fue el de Santo Domingo!!

Lo cierto es que, ante el momento del relato en que nos encontramos, esta narradora ha tenido una pequeña crisis existencial: mi tentación era seguir la pista a cada uno de los grupos para ir compartiendo sus peripecias, ¡pero creo que eso puede ser caótico! Así pues, con gran dolor de nuestros corazones, diremos “adiós” a nuestros queridos frailes, y continuaremos el viaje de la mano de Domingo, recibiendo las noticias cuando le lleguen a él.

Tras el percance monetario con fray Juan, todos los frailes, incluido el navarrico terco, se pusieron en camino hacia los destinos que les habían asignado. Si leíste la ampliación sabrás (y si no, te lo cuento ahora) que Domingo pretendía ir con fray Esteban a Roma. Este destino era claramente estratégico: la idea era volver a reunirse con el Papa para pedirle más bulas que facilitasen las cosas a los predicadores.

Y es que la situación pintaba un poco cruda, para qué nos vamos a engañar. La Orden podía estar aprobada por la Iglesia, podía estar bajo la protección del Papa… pero eso de “ir a predicar” no era un asunto tan simple. La predicación era tarea exclusiva de los obispos, y, aunque es de suponer que alguno se alegraría de contar con refuerzos, no podemos negar que la mayoría de los prelados se sentirían pisoteados en su derecho de enseñanza, ¡y además por unos frailes zarrapastrosos, que se atrevían a predicar sin séquito, sin escolta, sin caballos y sin lujos!

Con su perspicacia habitual, nuestro castellano comenzó a intuir que iban a necesitar más apoyo del Papa para convencer a los obispos de que les dejasen moverse por las diócesis. Más de uno seguro que estaría dispuesto a echarles a patadas: ese estilo de vida pobre y evangélica de los frailes contrastaba demasiado con el estilo de vida de algunos de estos hombres de Iglesia. Como dijimos en capítulos anteriores, había prelados realmente ejemplares… y otros que solo servían de mal ejemplo.

Así pues, santo Domingo y fray Esteban, tras la turbulenta despedida que vimos en el capítulo anterior, pusieron rumbo a Roma.

Desde Toulouse hasta la Ciudad eterna hay aproximadamente un mes de caminata (yo me canso solo de pensarlo…). La cuestión es que, pasado ese mes, ninguno de los dos frailes había llegado al destino. Y tampoco llegarían en las semanas siguientes…

¿Dónde se nos han perdido? ¿Qué les ha podido suceder?

Que no cunda el pánico, que nuestros dos amigos se encuentran estupendamente. Lo que ocurrió fue que, por el camino, Domingo decidió hacer escala en Bolonia, la ciudad italiana que empezaba a entrar en el ranking de las ciudades universitarias. La urbe estaba en plena ebullición, ¡sus calles eran un alboroto continuo de estudiantes y profesores! Al castellano le hicieron los ojos chiribitas, emocionado con ese ambiente, y convenció a fray Esteban para quedarse allí unos días. Pero los días se convirtieron en semanas, y las semanas… ¡en un mes!

Lo cierto es que la cosa era como para entusiasmarse: tanto estudiantes como profesores escuchaban con vivísimo interés a los dos frailes, tanto que, poco a poco, estudiantes, ¡y también profesores!, fueron pidiendo a Domingo… ¡que les aceptase en su Orden!

Cualquiera habría visto en esta circunstancia una ocasión de oro y les habría acogido a todos dando saltos de alegría. Qué buen inicio de la misión, ¿no crees? Bueno, eso es lo que habría hecho cualquiera, pero no santo Domingo. Sabemos que nuestro amigo aceptó a cuatro jóvenes (Otón, Enrique, Alberto y Gregorio) pero a los demás les dijo que continuasen dando clase o estudiando. Que, si aquello era obra del Señor, la espera fortalecería su vocación. Y, con toda paz, se despidió con la promesa de que, dentro de un año, volvería para fundar un convento allí, en la misma ciudad de Bolonia.

De este modo, con un mes de retraso, el grupo llegó a Roma, formado no por dos frailes, sino por seis, ¡y con unos cuantos jóvenes en espera! La dispersión que tanto había costado, comenzaba a dar sus frutos…

PARA ORAR

-¿Sabías que… el Señor también lleva ritmos distintos con cada uno?

No deja de ser curioso la forma en que Domingo trató a esos jóvenes que querían unirse a la Orden. ¿Por qué a esos cuatro les dijo que sí, mientras que a los otros les dio largas? No lo sabemos. ¿Qué criterio usó? Todos eran entusiastas, inteligentes, cultos, y con un deseo inmenso de amar al Señor, pero Domingo solo permitió a cuatro que continuasen el viaje con él. ¿Por qué? Nadie lo sabe. Tal vez pueda parecernos injusto, pero el hecho es que Domingo actuó igual que actúa Jesús.

En efecto, ¡el Señor lleva ritmos distintos con cada uno! En el evangelio vemos que a unos les cura con la palabra; a otros, tocándoles; pero también hubo un grupo de leprosos al que, simplemente, ¡les dice que sigan caminando!

“Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios” (Lc 17, 14).

A nosotros nos gustan las cosas rápidas, inmediatas, pero al Señor le gusta detenerse a mirarnos, ¡nos trata como si fuéramos únicos! Él ve lo que realmente necesita nuestro corazón, ¡y sabe bien que a veces lo que más nos puede ayudar es hacer un proceso, caminar, esperar!

“Toda la vida del buen cristiano es un santo deseo. Supón que quieres llenar una bolsa, y que conoces la abundancia de lo que van a darte; entonces tenderás la bolsa, el saco, el odre o lo que sea; sabes cuán grande es lo que has de meter dentro y ves que la bolsa es estrecha, y por esto ensanchas la boca de la bolsa para aumentar su capacidad. Así Dios, difiriendo su promesa, ensancha el deseo; con el deseo, ensancha el alma y, ensanchándola, la hace capaz de sus dones” (San Agustín).

VIVE DE CRISTO

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