"Ventana abierta"
Virgen de la Medalla Milagrosa
La Madre de Dios se le apareció a Catalina
Labouré -de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul- de la siguiente
manera: La Virgen estaba vestida con una túnica blanca y un velo del mismo
color que la cubría desde la cabeza hasta los pies. Su rostro era bellísimo.
Los pies aparecían apoyados encima de una esfera o globo, mientras pisaban a
una serpiente. Sus manos, a la altura del corazón, sostenían una pequeña esfera
de oro, coronada con una cruz. Los dedos de las manos estaban adornados con
anillos con piedras preciosas, desde las que salían destellos de luz.
La Virgen María dijo a Catalina: “este globo
que ves (a mis pies) representa al mundo entero, especialmente a Francia, y a
cada alma en particular. Estos rayos simbolizan las gracias que yo derramo
sobre los que las piden. Las perlas que no emiten rayos son las gracias de las
almas que no las piden”. La esfera o globo de oro que tenía la Virgen en las
manos se desvaneció y sus brazos se extendieron abiertos, mientras los rayos de
luz continuaban cayendo sobre el globo blanco de los pies.
De pronto apareció una forma ovalada en torno a
la Virgen con una inscripción en el borde interior que decía: "María sin
pecado concebida, ruega por nosotros, que acudimos a ti". Estas palabras
formaban un semicírculo que empezaba a la altura de la mano derecha de la
Virgen, pasaba por encima de su cabeza y terminaba a la altura de la mano izquierda.
María, mostrándose de esa manera, le pide a Catalina que acuñe una medalla
según la imagen que estaba contemplando.
La imagen de la Virgen, entonces, giró y
Catalina pudo ver el reverso. En él estaba inscrito la letra “M” con una cruz
que se alzaba desde la mitad. Por debajo de esta inscripción estaban el Corazón
de Jesús, circundado con una corona de espinas, y el Corazón de la Virgen
María, traspasado por una espada. Alrededor aparecían doce estrellas.
Esta manifestación se repitió a finales del mes
siguiente, diciembre de 1830, y en los primeros días de enero de 1831.
En un principio, los devotos de la medalla la llamaron “de la Inmaculada Concepción”, pero con la difusión de la devoción -impulsada por las numerosísimas gracias y milagros- los fieles empezaron a llamarla “La Medalla Milagrosa”, tal y como se sigue haciendo en nuestros días.
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