"Ventana abierta"
EL PUNTO NEGRO
Web católico de Javier
Cierto día un profesor entró en el aula de
clase y le dijo a los alumnos que se prepararan para una prueba inesperada.
Todos se sentaron en sus pupitres aguardando temerosos el examen que venía.
Entonces, el profesor fue entregando las pruebas con el texto boca abajo, como
era su costumbre.
Después de que todos recibieran la hoja, pidió
que le dieran la vuelta. Sorprendentemente para todos, no había ninguna
pregunta o texto escrito; tan solo un punto negro en el centro de la hoja. El
profesor, viendo la expresión de sorpresa que todos tenían, dijo lo siguiente:
ahora vosotros váis a escribir un comentario sobre lo que estáis viendo. Todos
los alumnos, confundidos, comenzaron entonces la curiosa y extraña tarea.
Terminado el tiempo, el maestro recogió las hojas,
se puso delante de la clase y comenzó a leer las redacciones, una a una, en voz
alta.
Todas las pruebas, sin excepción, definían el
punto negro, intentando dar explicaciones de su presencia al centro de la hoja.
Terminada la lectura, con el aula en silencio, el profesor comenzó a explicar:
esta prueba no cuenta para nota; solo sirve de lección para todos. Nadie en la
sala ha escrito sobre la hoja en blanco. Todos habéis centrado vuestra atención
en el punto negro.
Esto es lo que nos ocurre en nuestras vidas: en
la vida de cada uno, en la vida de pareja y de familia, como también en la
sociedad. El evangelio de San Mateo (7,1-5) exhorta a quitarnos la viga que
tenemos en la vista antes de quitar la mota del ojo del hermano; nos da a
entender que debemos mirar primero los propios defectos antes de criticar los
defectos del prójimo.
Un mito griego quiso explicar por qué somos más
propensos a ver los errores del hermano antes que los propias: la divinidad
pagana había colocado sobre los hombros de los hombres unas alforjas que debían
llevar sobre el pecho y a la espalda; en la alforja delantera llevaban los
defectos ajenos y a la espalda los propios; por esta razón, ven más fácilmente
los errores ajenos. De esta forma, entendemos por qué aquellos niños del relato
centraron su reflexión sobre ‘el punto negro’ y no sobre ‘la hoja en blanco’.
Aquel profesor hizo tomar conciencia del hecho
frecuente de centrar la atención en la mota que tienen en los ojos los demás
mientras olvidamos la viga que tenemos delante, que nos impide ver lo mucho que
hay de bueno en la creación, en las personas. Hemos llegado al punto que la
buena noticia en la radio, en la prensa, en la pequeña pantalla, no nos llama
la atención; estamos a la expectativa, a la caza de la mala noticia y es ésta
la que impacta.
Esta actitud de centrarnos en ‘el punto negro’
es muy frecuente: los esposos se reprochan sus defectos el uno al otro,
olvidando las cualidades y virtudes del cónyuge; los padres de familia
advierten a sus hijos de su mala conducta, pero pasan por alto lo bueno que
hacen. E. Villagrán resalta que “muchas veces los padres de familia se
dirigen a los hijos para mandarlos, para castigarlos, para llamarles la
atención, para corregirlos, pero muy pocas veces o ninguna para alabarlos,
felicitarlos, motivarlos, aplaudirlos, reconocer sus cualidades, aciertos,
éxitos y progresos”.
Y añade: “se debe felicitar,
incentivar, agradecer, alentar, motivar a los hijos para que se sientan
contentos y dispuestos a seguir luchando por su propio provecho y
perfeccionamiento. A los hijos les agrada mucho escuchar de sus padres palabras
de cariño y de entusiasmo; esto les ayuda a valorar lo que hacen y a valorarse
como personas”. ¿A quién no le agrada recibir un elogio, unas palabras de
estímulo?. Reconocer lo mucho que hay de bueno en las personas es, en última
instancia, un reconocimiento al Creador que ha distribuido sus perfecciones y
talentos entre los hombres.
Todas las personas somos una página en blanco en la que debemos escribir nuestra propia historia, construida a base del desarrollo de los muchos talentos que Dios nos ha dado. Esta es nuestra gran responsabilidad, pero también nuestra mejor honra y satisfacción: hacer de la página en blanco un testimonio de la bondad que hay en nuestro ser.
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