"Ventana abierta"
ÁNGELUS
Significado de las Invocaciones y Títulos Marianos
ESTRELLA DE LA MAÑANA
La Iglesia que va recogiendo en las Letanías
las más preciadas flores del pensamiento, de la naturaleza y del simbolismo
para coronar a la Santísima Virgen, su Madre y Reina, le muestra su amor,
combinando figuras y símbolos que expresan dignidad, elevación, fuerza,
esplendor y hermosura singular, todo apropiado a la dulce Reina del Cielo.
Toda aspiración del alma, todo sentimiento,
todo afecto del corazón, encuentra su eco en las Letanías.
En esta Invocación, la Iglesia toma por símbolo LA ESTRELLA, María no es una
estrella común, es la ESTRELLA DE LA MAÑANA, el astro más brillante del cielo,
después del sol. Es llamada así por varios Astrónomos; también en esto es
figura expresiva y noble de María que por su excelsa dignidad de Madre de Dios,
es el astro más brillante del cielo, después del Divino Sol de Justicia:
Jesucristo.
La estrella de la mañana anuncia el fin de la
noche y la luz de la aurora, el principio del día: de la misma manera, la
Virgen María anunció, al nacer el fin de la noche y de las tinieblas en la que
los hombres de tantos siglos yacían sepultados.
Ella es la bellísima aurora que anuncia un día todavía más hermoso en que el
Sol divino: JESUCRISTO, ha de iluminar al mundo, disipando la ignorancia y el
error y con aquel calor sobrenatural del fuego que trajo sobre la tierra ha de
encender el corazón de los hombres y hacer germinar y crecer virtudes fecundas
en frutos y en la más eminente santidad.
María precedió al Sol Divino y le preparó en sí
misma la morada y Ella fue, como astro menor, fiel seguidora de su Divino Hijo
que es el sol y centro de gravitación del mundo de las almas.
Lo siguió personalmente en Egipto, en
Jerusalén, en Judea, en el Calvario; lo siguió en la Pasión y en los dolores de
la Cruz, lo siguió y lo sigue en el triunfo y en la gloria, en el amor a Dios y
en la Oblación que de Él hizo por nosotros al Padre Eterno.
Nosotros debemos seguir al Señor, imitándole en cuanto nos es posible. María
Santísima nos ofrece en sí misma el más perfecto modelo.
La imitación de Jesucristo no es un sencillo
consejo sugerido a las almas más generosas. Imitar al Divino Salvador ES UN
DEBER, un precepto para todos. Si nos gloriamos del nombre de cristianos,
debemos, por consiguiente, ser seguidores e imitadores de Jesucristo.
El Espíritu Santo con su Luz ilumina nuestra
inteligencia para comprender la necesidad del máximo esfuerzo que debemos hacer
para conseguir la perfección cristiana, que principalmente consiste en el Amor
de Caridad con el que debemos amar a Dios y amar al prójimo como El nos ama.
El largo y paciente trabajo de modelar nuestra vida sobre el ejemplo luminoso
de María Santísima requiere el ejercicio de la mente y de la voluntad que deben
ser confortados continuamente por la Divina gracia de los sacramentos
(confesión y comunión).
La estrella de los hijos, que debe brillar, por
así decirlo, en el cielo de la familia, es el "ejemplo" de los
padres, sin el cual para nada ayudarían ni la más cuidada educación ni las más
prudentes correcciones.
No olvidemos que "la educación es una IMITACIÓN"...
o sea que debemos EDUCARLOS CON EL EJEMPLO.
Escribe un autor que, antiguamente, en el mar, los navegantes se orientaban por
la estrella de la mañana para llegar al puerto al que se dirigían... a su
destino.
Para nosotros, los mortales, que navegamos en el mar de la vida, María debe ser siempre la guía que nos conduzca al Puerto Seguro ¡el Corazón Divino de su Hijo!, para alcanzarla felicidad eterna. Y a nosotros nos corresponde ser para los hijos: LA ESTRELLA que con EL EJEMPLO, les ayude a buscar siempre la protección maternal y la guía en su propia vida de LA ESTRELLA DE LA MAÑANA la Inmaculada y Amorosa Madre María Santísima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario